«Compay Araña» en la Barandilla
“El domingo 4 es como un nacimiento, por eso tienes que estar para que los amantes de la narración oral te conozcan personalmente».
Tere Marichal.
Fue, como llegan todas las cosas valiosas en esta vida, sin esperarlo…
29 de marzo de 2014
Asunto: CUENTOS
“Saludos:
Me llamo Tere Marichal Lugo y estoy interesada en contar los cuentos que hay en su libro «De arañas, conejos y tortugas» , de hecho ya conté «Compay araña y las habichuelas» en la Biblioteca Nacional.”
Del 29 de marzo hasta el 4 de mayo mi vocación por los cuentos orales puertorriqueños ha experimentado una fuerte dosis de energía gracias a la imparable creatividad y pasmosa capacidad de trabajo y estudio de Tere Marichal. La herencia de Araña ha caído en terreno fértil. Porque como me ha dicho Tere: Es que la gente cree que contar cuentos es cosa de gente en sillones, pero la cosa va a cambiar. Si algo sabemos quienes estudiamos la tradición oral es que contar cuentos es asunto de apropiación y representatividad, por tanto, la interpretación y la aportación personales son decisivas tanto en la continuidad como en la permanencia.
A través de este “llamamiento” que me ha hecho Tere he participado del proceso de apropiación, interpretación y aportación personales de una experimentada cuentera. Así es que miren si soy feliz y agraciada: a finales de la década de los setenta, conocí al Compay Araña de boca de una narradora oral maravillosa y reconocida en Guayama: Aurora Texidor y ahora en el siglo XXI tengo la dicha de ver cómo ese personaje revive y se transmuta a través del trabajo de Tere Marichal. Más importante aún, Dios me ha dado la vida para ver, nuevamente, cómo varios niños y adultos de nuestro país lo conocen también por primera vez en las escaleras de la Barandilla.
Y ¿por qué hablo de un llamamiento si los cuentos no son míos, son patrimonio nacional y es ella quien los cuenta? Sencillo. En su inagotable proceso de reflexión con este material, y en su profundo compromiso pedagógico, Tere ha incorporado no solo el texto, sino el contexto. Y con esto he aprendido, que si bien el contexto en el que yo recogí esos cuentos NO era natural, porque fue en entrevistas, gracias a la lucidez de Tere estamos construyendo un nuevo contexto para estos documentos de nuestra cultura.
Julia, ayer volví a contar Compay Araña y las habichuelas y a la gente le encantó.
Voy a hacer unos dibujos de compay araña.
Este nuevo contexto supone nuevas formas de contar, nuevas formas de escuchar y, por supuesto, nuevas formas de apropiarse. Implica, también reconocer que estas actividades de contar cuentos no son exclusivamente para niños/as y que estos cuentos nos hablan hoy también, porque las circunstancias de Puerto Rico siguen exigiendo astucia para sobrevivir.
Las nuevas formas de contar que usa Tere incluyen, adaptar los cuentos a las variadas tradiciones de contar cuentos. Por ejemplo, Araña fue presentado en una sesión de kamishibai y aunque Araña no formó parte de esa estructura, estuvo espléndidamente representado con dos telas que la magia de Marichal imaginó y creó. Araña se convierte en pura vida para nuestros niños/as y en genealogía también, porque la cuentera contó primero una historia africana de Anansi: De cómo se esparció la sabiduría por el mundo. Con esto se acostumbran el oído, la sensibilidad y la inteligencia de nuestros niños/as a una cuentística que es nuestra por derecho sanguíneo.
La nueva versión del cuento afropuertorriqueño incluye la gestualidad más contemporánea, la participación de un público distinto: los niños del siglo XXI y sus padres, los referentes más cercanos; sin interrumpir, por otro lado, la conversación cultural entre aquellos/as de antes y estos/as de hoy. Sólo una contadora avezada sabe incorporar todo eso.
El nuevo panorama incluye reconocer que estamos revitalizando unos materiales desconocidos para la mayoría de los y las puertorriqueños/as y que, como nos dijo Wanda de Jesús: “ahora tú (y Tere) son los documentos históricos.”
Y vaya que ambas me han puesto a temblar. Decía más arriba que en su profundo compromiso y lucidez con la educación de nuestros niños y niñas, Tere había incorporado, no solo el cuento de Araña, sino el contexto. Pues así fue cómo, luego de haber dado la charla sobre mi investigación ante variados públicos, Tere me retó a hacerlo ante niños/as en una plaza pública. NUNCA había estado más nerviosa.
Como excelente maestra que es Marichal, me tiró de pecho en el proyecto, me mandó materiales de referencia, yo me conseguí otros y la única instrucción fue la de una maestra del zen:
Cuando estés en la plaza con la gente vas a querer hablar mucho, ya verás, es como estar con la familia, que siempre tenemos mucho que contar, pues así mismo. No te preocupes, tu voz, tu historia de cómo comenzaste la búsqueda y el encuentro, tu presencia…tú le vas a encantar a todo el mundo. […]
Todo va a quedar bien.
Muchas reflexiones me ayudaron a simplificar mi material, lo reduje a tres asuntos: Los lugares que visité, tres narradoras/es principales y lo que aprendí de ellas:
Visité, con Aixa Pérez Sotomayor, Ponce, Salinas, Guayama, Arroyo y Loíza. Hablé de Ovidio Feliciano de Salinas, de Aurora Texidor de Guayama y de Petra Viña de Salinas. Me enseñaron que contar cuentos en Puerto Rico era cosa seria, que se cantaban, se bailaban, el público participaba y que conservamos los personajes más importantes de la narrativa africana y afrocaribeña.2
Pero haciendo mi asignación me di cuenta de que para un público de niños había que ¡¡¡contar y mostrar!!! Mis días de preparación se convirtieron en días de ensayo. ¿Cómo contar las experiencias que viví, a niños y niñas, si no VEÍAN lo mismo que había visto yo?
En la sala de mi casa, me convertí en doña Aurora, en doña Petra, y también en don Filío (Ovidio). La tarea que me había dado Tere me obligó a recordar más y más lo que había guardado en mi memoria por tantos años… Me hice una falda de bailar bomba tal como la que usaba doña Aurora cuando la venían a buscar para que bailara. La decoré con lacitos de regalo tal como la que colgaba del cordel de su cuarto.
Bailé con el palo de una escoba, tal como doña Petra improvisó para nosotras en la sala de su casa el día en que nos cantó el estribillo más alucinante de todo nuestro recorrido:
Cuando yo tenía tierra África…
Cuando yo tenía tierra mendé…
Y juntos, los niños/as, sus madres, padres y todos los adultos en la escalera, cantamos y palmoteamos como nos enseñó don Filío.
Quizá fue ahí, en la Barandilla, que nació un nuevo documento histórico. Pero nació como todos nacemos, con un ciclo de gestación y preparación. Entre la intensa correspondencia electrónica que sostuvimos Tere y yo, antes de la representación de mayo, recibí esta maravilla:3
Aprendí mucho pintando el cuento. No sé si estoy en lo correcto pero esa ansia de comer carne ante el hambre… pero es que me supongo que la mayoría eran cazadores.
La descripción de lo que comían los que fueron obligados a talar la tierra
la relación de macharrán que él tiene pero a la vez a pesar de que él no es el padrote hacendado, sí lo es en su territorio, en su casa,
el concepto de llevarse lo que encuentre, el rapto eterno de nuestros tesoros y a la vez , el rapto cultural, el rapto por el que pasaron las personas esclavizadas,
era tan natural el rapto que es natural llevarse el cerdo al sacrificio
la agresividad de la araña siendo tan pequeña puede contra un cerdo, es más agarrarlo por el hocico
la transformación que la araña realiza, de ser jefe de la casa a ser cazador y regresar a sus orígenes culturales como pueblo cazador
el que caza tiene carne
el esclavo tiene habichuelas y arroz porque lo sometieron a la agricultura
pero él a su vez somete a la miseria a sus hijos y esposa tal vez porque los casaron a la fuerza como hacían
tal vez eran de tribus diferentes
la relación de compay y el río, el río por donde corre la vida pero el cerdo se aterroriza y huye.
Y con esta disquisición, Marichal construye su versión, que no es ni la de doña Aurora ni la mía, pero que como bien la misma Tere me explicó:
creo que los cuentos han cambiado porque se han contado y al contarse cada contador le añade su huella digital y por eso siguen con vida. si se hubieran dejado intactos no hubieran resistido. hubieran sido olvidados. aun los que se escribieron fueron bautizados con esa huella digital, o sea que para mí el cuento oral es aquel que recibió el bautizo más de mil veces de más de mil padres o madres.
lo que quiero decir es que cada contador- a menos que fuera parte de la herencia de esa familia- contaba el cuento quitando y añadiendo. no sé, esa es mi experiencia. no le quito el sentido ni la esencia, pero añado la cuentería porque a veces hay que vestirlos pal banquete, pa que todo el mundo lo disfrute y lo saboree.
¿Comprenden entonces de dónde brota mi nueva fuente de energía? A La ciudad de los niños (que así se llama esa actividad periódica de cuentacuentos) llegó nuestra cuentística afropuertorriqueña. Aunque en Puerto Rico varias generaciones crecieron sin sospechar siquiera que tuviéramos esa presencia, esos personajes, ese linaje, Tere Marichal le ha puesto punto final a ese silencio.
Entre las cosas que disfrutamos, Aixa Pérez Sotomayor y yo, de doña Aurora Texidor fue su bendición. Tenía un spray protector con que nos rociaba el poder de la Caridad del Cobre. Modelando su acogimiento, les mostré la práctica a los niños y niñas de la Barandilla.
Solo que esta vez la bendición fue un sencillo homenaje a doña Aurora, a don Filío y a doña Sixta. Porque son las contadoras y los contadores quienes guardan el patrimonio. Patrimonio asegurado en el pase generacional que significa haber tenido oídos para oír. Y sabiéndose nueva portadora de una tradición, Tere Marichal afirma con toda autoridad: “…pero la cosa va a cambiar.”
Fotografías: Néstor Murray-Irizarry
- Feliciano, un estudiante del profesor Aravind Adyanthaya, montó en el teatrito de Humanidades en el Colegio (RUM) una representación libre de varios de los cuentos de la tradición oral que recogí. Lydia Milagros ha teatralizado hermosamente, en Loíza y Arroyo, algunos de esos cuentos. Igualmente, consigno, el interés de tantas personas e instituciones que me han invitado a hablar de esta investigación y quienes me han apoyado en mis publicaciones; así como quienes han hablado de estos materiales o incluido algunos de ellos en sus investigaciones o publicaciones. [↩]
- He hablado en muchos lugares y he escrito en diversos espacios sobre esta investigación. El punto de partida es el libro De Arañas, conejos y tortugas. Presencia de África en la cuentística de tradición oral puertorriqueña. El libro está agotado. [↩]
- El cuento de Compay Araña y las habichuelas se resume así: Un día Compay Araña le dice a su esposa que bote las habichuelas que ese día comerán cerdo. Araña sale y se roba un cerdo, pero cruzando un río el cerdo se le escapa. Araña vuelve a la casa y no tiene más remedio que decírselo a su esposa, quien, como mujer precavida a cargo del manejo del hogar, saca las habichuelas que nunca botó. Araña, en un último acto de grosería, se las arrebata y se queda con la mayor ración para él y reparte con su hijo y su mujer unas dos o tres habichuelas. [↩]