Danny Collins
Un roquero que no quiere comprender que el tiempo ha pasado y que vive de la adulación de un público que como él se niega a envejecer, recibe un regalo de cumpleaños que lo jamaquea. Frank (Christopher Plummer), su agente manejador le da como regalo de cumpleaños una carta que le escribió John Lennon (sí, el de los Beatles) hace 40 años y nunca le llegó. La misiva alerta a Danny a serle fiel a su misión como artista. Por eso y por otras cosas, Danny decide cambiar su modo de vida, que es un total anacronismo, y buscar el pasado que se le escapó.
Danny es Al Pacino, y este señor se apodera de la película con tanta gracia y encanto que lo que es una historia que hemos visto antes y podemos predecir, se convierte en un tour de force imposible de resistir. Danny es básicamente un hedonista irresponsable que tiene más dinero de lo que sabe o puede hacer con él, pero que es buena persona. Es alcohólico sin serlo (funciona socialmente), y quisiera tener dos narices para poder usar toda la cocaína que tiene a su disposición. Sabe que es un ridículo por andar acompañado de mujeres que podrían ser sus nietas y que vive en una burbuja que no le permite apartarse de los clichés que ha erigido porque el mundo lo ha declarado “estrella de rock”. En otras palabras, juega un papel que se ha asignado y del cual no puede salir.
Su primer impulso es dejar las drogas e ir en busca de un hijo que tuvo con una de las groupies que lo seguían. Para expiar su culpa va a Nueva Jersey en busca de su vástago y, predeciblemente, encuentra que el joven Tom (Bobby Canavalle) no quiere saber de él. Sucede que Tom está casado con Samantha (Jennifer Garner), una mujer estupenda, y tiene una nieta picoreta y brillante de siete años (la roba escenas Giselle Eisneberg). Sabemos que le va a ser difícil a Danny resistir esos encantos.
Dan Fogelman, quien escribió el guión y dirigió el filme, lo basó en la historia verídica (en cuanto a recibir una carta 40 años después que Lennon la envió) del cantante de folk Steve Tilson, pero ahí termina toda “verdad”. Las coincidencias que se suscitan en la cinta están traídas muy bien y, a su crédito está, que evitan ser excesivamente sentimentales o melodramáticas. Hubiera sido insoportable que la historia se regodeara en las tribulaciones que tiene Tom en su familia. Solo puedo decir que Fogelman las trabaja con sensibilidad y gusto. No me gusta cuando las cosas se revuelven a base de dinero y nada más, pero en esta película el rico nos convence que se necesitaban los billetes ante las circunstancias.
Pacino susurra, grita, bromea y habla con la carraspera que últimamente es parte de su fisiognomía y que puede sacarle una sonrisa a un pedazo de bronce. La creación de Danny, con sus debilidades, paranoias, manipulaciones, y encanto es un logro de este actor de 74 años que sabe adaptarse al hecho que mucho tiempo ha pasado desde la trilogía de “The Godfather”. Se ha dicho que su transformación del hijo menor de Vito Corleone a Michael Corleone en la parte II de la trilogía es la más grande representación fílmica de cómo un corazón se convierte en piedra. Aquí vemos un corazón que latía lleno de hipocresía y abandono y vuelve hacerlo con dignidad.
Pacino está rodeado de un elenco de alto voltaje. Garner, que tiene una belleza que no requiere maquillaje ni embelecos, es una nuera ideal. Canavalle que puede ser feroz, como lo demuestra su papel en el show de HBO “Boardwalk Empire”, representa aquí un hombre frustrado por muchas razones que lo han disminuido a un hombre temeroso. La suya es una actuación conmovedora y notable.
Anda por aquí Annette Bening, conocida también como Mrs. Warren Beatty. Esta actriz magnífica cuya vida privada ha evitado que la veamos más (tiene que cuidar a Warren y a los nenes), le suple a este filme algo especial. Una mujer de convicción que espera que los humanos tengan ecuanimidad y franqueza. Sus interludios con Pacino valen mucho y son de las mejores partes del filme.
Hay un buen chiste para los que estamos pendientes de esas cosas. Pacino, quien ha sido Richard III en las tablas y en la absolutamente extraordinaria “Looking for Richard” (1996), hace un regalo estrambótico e inesperado y antes de hacerlo, y contrario al jorobado real, dice: “I am in a giving vein today”. Me encantó. Espero que la película les guste.