El abecedario en el olvido: ABC de Puerto Rico
Según su etimología (DECEL), el verbo comunicar procede del latín communicare (compartir información, difundir, impartir) y este de communis (común, mutuo, participado entre varios). Asimismo, sobre comunicación, la acción de comunicar, DIRAE indica que la primera aparición en un diccionario fue en 1617, en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum copiossissimum (John Minsheu) y su primera aparición en la RAE fue en 1729 en el Diccionario de autoridades ; cuya línea de tiempo refleja un incremento de uso en el 2009.
El proceso comunicativo se realiza por medio de un lenguaje formado por un conjunto de signos y reglas. Si bien las definiciones sobre el lenguaje restringen su uso a los seres humanos : «Facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos» (RAE, DLE); se usa también, por extensión, la palabra lenguaje para referirse a la capacidad de comunicación entre los seres vivientes (lenguaje de los animales y de las plantas).
Se han elaborado distintos modelos para explicar cómo se realiza el proceso comunicativo: por el tipo de comunicación, según el código empleado, según el contexto comunicativo, según el nivel de complejidad, según el público objetivo.
Según el código, el conjunto de signos empleados, se clasifica en no verbal y en verbal:
- La comunicación no verbal es aquella que emplea un código comunicativo no lingüístico cuyos signos complementan o sustituyen el lenguaje verbal, como, por ejemplo el silbido gomero (silbido utilizado como medio de comunicación en la zona de La Gomera, en las islas Canarias, España). En el caso particular del paralenguaje (serie de elementos vocales no lingüísticos), dichos signos se integran en la comunicación escrita mediante la prosodia.
- La comunicación verbal es aquella que emplea un código comunicativo lingüístico para la transmisión de un mensaje oral o escrito.
La lengua es un sistema o código de representación y de comunicación esencialmente oral. La escritura, que es mucho más tardía en la historia de la humanidad, nace como un código subsidiario a la lengua hablada. Mientras que el habla es una capacidad innata y universal en el ser humano (se adquiere de modo inconsciente), la comunicación escrita es un fenómeno cultural, restringido. La comunicación escrita no se adquiere de forma espontánea durante los primeros años de vida, sino que es un proceso posterior de instrucción específica. Solamente llegan a leer y a escribir quienes hayan superado un proceso de alfabetización y hayan comenzado el desarrollo de una conciencia lingüística (CL)[1].La posibilidad de acceso de todas las clases sociales a la alfabetización ha supuesto una de las grandes revoluciones culturales del mundo moderno, pues han sido siempre la base de la educación, de la formación, y, en consecuencia, del desarrollo individual y social del hombre (RAE, OLE, 2010).
La palabra alfabetización (acción y efecto de enseñar a leer y escribir) viene del sufijo -ción (acción y efecto) sobre el verbo alfabetizar. La palabra alfabeto procede del nombre de las letras griegas alpha y beta ʺa, bˮ (DECEL). Según DIRAE, la primera aparición de dicho término en la RAE fue en 1970, en el Diccionario de la lengua española. Dicha acepción se ha ampliado y extendido para ubicar la acción de alfabetizar en un contexto social:
Alfabetización es la habilidad mínima de leer y escribir una lengua específica, como así también una forma de entender o concebir el uso de la lectura y la escritura en la vida diaria. Difiere del simple leer y escribir porque presupone que existe una comprensión mínima para usar de manera correcta estas capacidades en una sociedad que se sustenta en lo gráfico.
Literacy[2], el término en inglés referido a la alfabetización (the ability to read and write) surgió en la lengua inglesa a finales del siglo XIX, cuya raíz, proviene el adjetivo literate que procede del latín literatus ʺeducated, leaned, who knows the lettersˮ. Por extensión, han surgido conceptos tales como alfabetización informática, cultural, económica y otros para designar la competencia mínima necesaria en estas diferentas áreas.
La acción de alfabetizar, en su origen primario de enseñar a leer y escribir se vincula con el abecedario (del latín abecedarium), formado por las cuatro primeras letras del alfabeto latino: A, B, C, D. Es el orden de las letras designado por una comunidad, para representar gráficamente los sonidos de una lengua. Aunque la palabra alfabeto remite a la misma definición, abecedario, proviene del término «abecé», «d» eufónica o de enlace y la desinencia «ario». Por extensión, el abecé se relaciona con lo fundamental, con lo básico.
El abecedario es también la agrupación, que se lee en un orden determinado, de las grafías (letras) dispuestas en orden para representar el lenguaje que sirve de sistema de comunicación de una comunidad de usuarios de la lengua.
Es así como, en el ánimo de construir bases sólidas en favor de la enseñanza y protección de la primera infancia, proveer una educación básica de calidad para todos los niños y desarrollar entornos de alfabetización en un contexto cultural y social (UNESCO) surge el ABC de Puerto Rico, obra de colaboración de Rubén del Rosario (lingüista puertorriqueño), Isabel Freyre de Matos (autora de varios libros de poemas y cuentos para niños y educadora), Antonio Martorell (artista gráfico). Es el libro Número 8 de la serie Puerto Rico: Realidad y Anhelo, publicada por Troutman Press, Sharon, Connecticut 1968. El libro obtuvo los siguientes premios: AIGA Children’s Books of 1967-68; The Fifty Books of 1969, Instituto de Literatura Puertorriqueña, 1969. Considerado el primer abecedario puertorriqueño que se haya publicado. La solapa de cubierta remite a las Instrucciones (Rubén del Rosario) provistas en las páginas 57 y 58 para el uso del libro. Dichas Instrucciones revelan el alcance, la calidad y la vigencia de esta obra.
El ABC es similar a otros libros de alfabetización primaria realizado en otros países, con la particularidad de ubicar el contenido en el contexto puertorriqueño. Dicho contenido está dirigido a presentar la lengua hablada en Puerto Rico, es decir, se ubica en el uso del llamado español antillano o español caribeño (variedad del español hablada en la extensión geográfica bañada por el mar Caribe): acerola, boricua, cucubano:
__ ¡Están las estrellas sueltas por los prados!
__ ¡Son los farolitos de los cucubanos!
Se incluyen también voces adaptadas al español de Puerto Rico, según explica Rubén del Rosario (Instrucciones): de las 28 palabras principales, 10 son básicamente puertorriqueñas; otras son antillanas o de la región del Caribe, las otras son del español general, excepto yacs, de origen norteamericano:
Jubilosas
las niñitas
juegan yacs.
Otra voz presente en el del español de Puerto Rico es mangó (excluida en la lista de Voces biacentuadas admitidas por la Academia), recogida en el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico (ACAPLE): «La acentuación aguda de mangó, como se dice en Puerto Rico, representa probablemente la prosodia originaria de este vocablo, sustituida de forma llana mango, en los demás países (Fuente: Navarro Tomás, 1948)»; cuyo origen remonta al siglo XIX: «A través de las Antillas menores se incorpora al léxico campesino y urbano en Puerto Rico, muy seguramente desde temprano en el XIX, la voz mangó, al modo francés y afrofrancés antillano. (Álvarez Nazario, 1961, 1989)». El uso (agudo) de dicha voz se recoge al final del verso:
¡Que caiga el mangó
con fuerza en la ó!
Se destacan, también, las observaciones realizadas en torno al uso de las letras: «La K es letra que se usa poco en español», cuya apreciación coincide con la observación realizada en la Historia de las letras (Salvador y Lodares, 2008) que alude a la letra K como “la malquerida”. Asimismo, se ubica a la Isla en la zona yeísta: «Esta letra [Ll] se pronuncia generalmente igual que la Y. En esto no hay alternativa: lo correcto en Puerto Rico es pronunciar la Ll como Y». Del mismo modo, se utiliza la nomenclatura empleada ya en la Ortografía española (RAE, 2010), demostrando así la vigencia del texto producido en 1968:
- «La V se llama uve o V de vaca [uso coloquial]. Se articula igual que la B y no hay diferencia en la lengua hablada».
- «La W no se considera propiamente una letra española, pero aparece en palabras de origen extranjero. Su nombre es doble ve o doble u [nomenclatura aceptada por la RAE para Hispanoamérica]. En algunas palabras se pronuncia como U y en otras como B».
- «La X se usa poco en principio de palabra. Se emplea mayormente en interior de palabra y tiene diversas pronunciaciones».
- «La Z (zeta) se pronuncia siempre como S en la América española».
Es necesario hacer hincapié en el alcance y la vigencia del ABC de Puerto Rico (1968), reflejados en las Instrucciones incluidas al final de dicho texto, en particular, en torno a la existencia en el abecedario de las letras “Ch” y “Ll” (actualmente consideradas como dígrafos y alfabetizadas bajo la C y la L respectivamente), cuya observación demuestra una visión avanzada en torno al sistema ortográfico de la lengua española:
En otras lenguas y naciones que utilizan el alfabeto latino la CH y la LL no se consideran letras aparte; la inclusión de estas letras en el alfabeto es una práctica errónea de la Academia Española, según lingüistas prominentes como don Ramón Menéndez Pidal. El Diccionario de Uso del Español de María Moliner (Madrid, 1966), que es el más moderno, ya suprime ambas letras en la ordenación de las palabras. El maestro debe estar advertido de esta tendencia
Si bien la decisión de adoptar el orden alfabético latino universal se tomó en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994 dicha decisión se oficializó mediante la publicación de la Ortografía de la lengua española (RAE, OLE, 2010): «a partir de este momento los dígrafos ch y ll dejan de ser considerados letras del abecedario español, lo que no significa, naturalmente, que desaparezcan de su sistema gráfico; es decir, estas combinaciones seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas» (p. 64). El español se asimiló con ello al resto de las lenguas de escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del abecedario los signos simples, aunque en todas ellas existen combinaciones de grafemas para representar algunos de sus fonemas.
En una reseña publicada en el blog Literatura Infantil para Preescolares (Libro ilustrado: ABC de Puerto Rico, 26 de octubre de 2010), figura un comentario en torno a la desaparición y extinción de este texto: «Este libro también fue prohibido y removido del Depto. de Instrucción Pública (dicen por ahí que por su alto contenido nacionalista). En años recientes reaparecieron unas cajas con varias docenas del libro. Se puede conseguir en lugares selectos, como Casa del Libro». Igualmente se menciona la censura de este texto en el artículo Explorando identidades: Reflexiones acerca de la narrativa personal académica en el curso Literatura y nacionalismo cultural puertorriqueño (Marsh Kennerley, Pedagogía, Vol. 50, 2017): «Mi colega Gloria Prosper Sánchez (2013) estudia y documenta esta censura y entiende que la presencia de este libro en el inicio de nuestra escolarización hubiera tenido “un efecto positivo para nuestra autoestima como pueblo” por ser “un libro de afirmación de nuestra lengua nacional”».
Es curioso, y tal vez se deba a que ʺnadie es profeta en su tierraˮ, el constatar que una ilustración de Antonio Martorrell del ABC de Puero Rico, correspondiente a la palabra Ñame (Ñame en la plaza/ ñame en el monte. / Pan para todos/ de sur a norte) figura recogida entre las colecciones, disponibles en línea, del Museo de Arte Moderno (MoMA) de la ciudad de Nueva York[3] .
Queda la esperanza de que, en algún momento entre los vaivenes políticos isleños, alguna mano amiga rescate este libro que yace, desde el siglo pasado, en el Cementerio de los Libros Olvidados. Su inclusión nuevamente como texto escolar sería una valiosa contribución para la alfabetización primaria en Puerto Rico.
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Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, ACAPLE. Mangó. En : Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico. [En línea, Web]. Disponible en : https://tesoro.pr/lema/mango-2
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UNESCO. (2019). Alfabetización. [En línea, Web]. Disponible en: https://es.unesco.org/themes/alfabetizacion
[1] Traducción de la expresión inglesa language awareness (LA), que consiste en «el conocimiento explícito acerca de la lengua y la percepción y sensibilidad conscientes al aprender la lengua, al enseñarla y al usarla»