El cuco de los nuevos partidos
Un cuco acecha la política puertorriqueña, el cuco de los nuevos partidos. En sus expresiones contra ese hecho se reúnen, con sorprendente unanimidad, las más diversas voces.
Figuras que no se parecen en nada: analistas, tanto académicos como radiales; comentaristas de derecha e izquierda; polemistas crudos y sofisticados; columnistas oficialistas y de oposición; anticomunistas de siempre y comunistas del siglo XXI; estadistas y soberanistas; están en desacuerdo en todo, menos en una cosa: los nuevos partidos no hacen falta. Los nuevos partidos son «costosos», caducos, «recalentados», inútiles, dañinos, «artificiales», «absurdos», vehículos «sin rumbo cierto» para el protagonismo mediático de Bernabe (cito a Ángel Israel Rivera), fantasmas que desaparecen entre elección y elección.
Luis Dávila Colón y Luis Francisco Ojeda dicen que son partidos «vacíos». Ángel Israel Rivera dice que el Partido del Pueblo Trabajador (PPT) en particular es un «marxismo recalentado», «especie de refrito del PSP». Maritza Díaz Alcaide analiza el fenómeno con un título elocuente: «Una choricera de nuevos partidos».
Bernat Tort aborda el tema con un tono distinto, en un artículo cuyo eje no es el tema de los partidos. Pero no deja de plantear que los partidos son una forma de «representación» política y que la política radical del siglo XXI se aparta de toda idea de representación.
La consecuencia práctica de todas estas intervenciones, a pesar de las diferencias de contenido y tono, es la misma: cuando alguien de los nuevos partidos se acerque a usted para pedir su endoso o invitarle a unirse a sus filas, su respuesta debe ser «no gracias» o «no», simple y sencillamente, sin siquiera las gracias.
El contenido de la forma
A excepción del texto de Tort que, insisto, tiene un tono distinto, lo que sorprende en los demás, o impacta, pues en algunos casos no sorprende, es el lenguaje chabacano, la insinuación de siniestras intenciones de protagonismo (en mi caso, por ejemplo), el intento de desacreditar en lugar de debatir, la falta de análisis al echar a todos los nuevos partidos en el mismo e indistinto saco.
Tomo por ejemplo el artículo de Ángel Israel Rivera. No pongo en duda el compromiso con «la justicia social para todos» a que hace referencia. También reconozco su derecho a diferir de las posiciones del PPT. Pero, ¿no cree Rivera que el cambio social en Puerto Rico exige algún grado de colaboración entre los que creemos en «la justicia social», a pesar de nuestras diferencias? ¿Acaso no debemos crear una atmósfera de intercambio y debate serio y respetuoso entre los que compartimos ese objetivo? ¿Contribuye a eso el lenguaje que despacha, caricaturiza y reduce al otro como «refrito», «recalentado», «artificial», «absurdo» y otras expresiones ninguneadoras y de desprecio con que el autor se refiere a otro esfuerzo, igualmente comprometido con la justicia social, como es el caso del PPT?
Por mi parte, nunca me he referido al PIP, al MUS, a ALAS con ese tipo de lenguaje, a pesar de las diferencias que me separan de esas organizaciones: no dudo que, a pesar de la diferencias que en este momento nos separen, el cambio social en Puerto Rico tiene que contar con la participación de los compañeros y compañeras que componen esas organizaciones.
La realidad se llama PPD
En el caso de Ángel Israel Rivera, su rechazo al esfuerzo de inscribir nuevos partidos se fundamenta en la lógica de lo que en épocas de Muñoz Rivera se llamaba el «posibilismo»; de lo que en ámbitos más académicos se apoda realpolitik y lo que en el barrio Monacillos donde me crié se conocía como realismo. El razonamiento de este realismo puede resumirse como sigue: la ley electoral en Puerto Rico hace casi imposible que un partido nuevo logre representación adecuada en las cámaras legislativas, para no hablar de ganar las elecciones. Lo único realista, por tanto, es trabajar dentro de los partidos existentes. Por otro lado, la estadidad con la que está comprometido el PNP es dañina e inviable: el mismo Congreso la rechaza. El ELA actual está en crisis. La mayoría de los puertorriqueños no apoya la independencia. Por tanto, si inscribir nuevos partidos no es realista, e impulsar tanto la estadidad como la independencia tampoco es realista, entonces solo queda trabajar por el ELA soberano en las filas del PPD. Así el análisis «realista» termina en una mezcla de lamentación y ruego: lamentación, por un lado, pues el ala soberanista del PPD no dice ni esta boca es mía, porque mantener sus escaños parece importarles más que la soberanía y porque todo indica que las propuestas de asamblea constitucional de status no pasarán de proyectos de ley. Lamentación, además, pues el PPD no tiene un liderato «valiente» ni «visionario», no tiene plan de reconstrucción económica, no ha democratizado la UPR, no ha atendido problemas como la determinación del uso de terrenos de forma participativa y democrática. Y un ruego, implícito en esa lamentación, para que el PPD, de algún modo, bajo un nuevo liderato con «pantalones» morales y políticos, despierte o resucite y retome el rumbo de la justicia social, y para que los soberanistas sean capaces de «sorprendernos» y levanten su voz y salgan de la politiquería de siempre. Yo me pregunto si esto es realismo. Yo me pregunto si esto tiene algo que ver con lo que ha sido la vida real del PPD desde hace décadas. Yo me pregunto, ¿cómo es posible que alguien se sorprenda de que una nueva administración del PPD no haya democratizado la UPR, ni variado de política económica, ni enfrentado el problema del status con valentía? Yo me pregunto, ¿qué tipo de realismo puede alimentar tales esperanzas? Yo me pregunto si este realismo no tiene más de irrealismo y de autoengaño y de wishful thinking que de realismo. Yo me pregunto si esto no es una demostración más de que lo que pasa por realpolitik y por realismo corresponde irónicamente, no a un reconocimiento, sino a una negativa de ver la realidad, a pesar de que una y otra vez nos hemos dado contra sus lados más ásperos y desagradables. Pensar que el PPD será o puede ser el vehículo para renovar la sociedad puertorriqueña para enterrar lo «viejo caduco» y dar paso a lo «nuevo y promisorio» no es realista. Pensar eso es fomentar las ilusiones de siempre: las ilusiones que nos mantienen atados a lo existente.
Pero liberarnos de las ilusiones en el PPD no soluciona el problema. Tan solo plantea el problema. ¿Qué hacer para empezar a cambiar la situación del país? ¿Qué otras opciones existen? No dudo que la tarea sea difícil y que esté repleta de obstáculos, empezando por nuestro antidemocrático sistema electoral. Pero huir de esos obstáculos para revivir las esperanzas en el PPD no es superarlos sino dejarlos intactos o incluso fortalecerlos. Como dije, liberarnos de las ilusiones en el PPD no soluciona el problema. Tan solo plantea el problema. Tenemos que preguntarnos, entonces, ¿qué nueva política queremos impulsar? ¿Debe ser una política electoral? ¿Debe ser una política meramente electoral? ¿Qué propuestas de cambio social queremos formular? ¿Quiénes pueden ser agentes de cambio social? ¿Qué es lo «viejo caduco» que queremos enterrar y qué es lo «nuevo y promisorio» que queremos impulsar?
¿Política sin representación y sin partidos? ¿Liberación sin poder político?
Veamos varias objeciones a la idea de inscribir nuevos partidos formuladas por los autores mencionados. Empecemos por la más general: la que afirma que la lucha por el cambio social debe prescindir de los partidos y de la noción de representación política. Sin duda, hay que impulsar la democracia directa y participativa. La idea, como veremos, es parte del programa del PPT. Pero por participativa y directa que sea una democracia, siempre tendrá una dimensión indirecta. Siempre será necesaria alguna delegación de funciones y poderes y, por tanto, algún tipo de representación política. Incluso un comité de trabajadores en una fábrica, para no hablar de una ciudad de 100,000 habitantes o un país de varios millones, tiene que elegir un comité coordinador o un comité ejecutivo o un comité de delegados que se reúne, actúa y decide mientras la asamblea general no está reunida. En el caso de una ciudad y un país serán necesarias asambleas de representantes, delegados, legisladores o como se les quiera llamar. Una vez abandonamos la idea irrealizable de una democracia directa pura podemos y debemos atender los peligros y problemas reales e innegables que trae consigo la delegación y la representación. Existe el peligro de que los delegados, que los representantes se separen de los representados, que se conviertan en un poder sobre los representados. Es el peligro de la burocratización, para usar el concepto de una importante tradición marxista (los interesados pueden ver Ernest Mandel, Poder y dinero. Una teoría marxista de la burocracia. México, D.F.: Siglo XXI, 1994). Para atajar ese peligro hay que establecer todas las salvaguardas necesarias (elecciones frecuentes, posibilidad de revocación, eliminación de fondos de campaña privados, entre muchas otras). Pero si nos engañamos con la idea de una democracia puramente participativa, dejamos de lado la consideración de los problemas que trae la representación y de ese modo, lejos de evitar, seremos más vulnerables al peligro de la burocratización. No reconocer la necesidad de la representación tiene el efecto opuesto de lo deseado por quienes quisieran obviarla: nos desvía de la agenda que debemos atender, que no es cómo eliminar la representación del todo, lo cual es imposible, sino cómo asegurar su carácter democrático.
Una vez reconocemos que es necesaria la representación y la elección de delegados a diversos organismos, incluyendo legisladores a asambleas legislativas de diverso tipo, resulta evidente que los candidatos a esos puestos deben presentar sus ideas, sus propuestas, sus opiniones a los representados. Los electores deben saber por qué ideas, por qué propuestas, están votando. ¿Está el candidato o candidata a favor o en contra de la privatización? ¿A favor o en contra de la energía nuclear? ¿A favor o en contra de un seguro de salud universal? ¿A favor o en contra de la legalización de la mariguana? Más aún: es lógico que los candidatos que apoyan iguales propuestas se agrupen y se presenten al electorado como proponentes de determinadas posiciones, es decir, como proponentes de un programa que toca diversos problemas del país. Y eso es la definición sencilla de un partido político, en el buen sentido de la palabra: un grupo de personas que se agrupan para impulsar determinado programa, determinado conjunto de propuestas en un proceso político.
En fin, una democracia debe ser lo más directa y participativa que se pueda, pero tendrá, aun así, una dimensión indirecta y representativa parte de la cual será la realización de elecciones y la creación de partidos políticos en el sentido indicado. El poder del dinero y del capital corrompe todo eso de arriba abajo, desde el modo en que se eligen los delegados a cómo actúan cuando son electos. Pero la fiebre no está en la sábana: el problema no es la representación, ni las elecciones, ni los partidos, el problema es la naturaleza desigual, corrupta y corruptora de una sociedad construida sobre la competencia y la acumulación privada como reguladores de la reproducción social. Es eso lo que tenemos que atacar.
A la vez que rechaza la idea de representación y de partido, Bernat Tort, plantea, o, al menos sugiere, que debemos impulsar el cambio social desde abajo, sin aspirar al poder político. El camino de la liberación no pasa por asumir la dirección del gobierno. «¿Qué nos dice la Plaza Tahrir», pregunta, «qué la huelga de la UPR, qué Occupy Wall Street, qué España, qué Turquía,…?» Los ejemplos son buenos, pero no demuestran lo que el amigo pretende. La lección de estos procesos es doble. Por un lado, como indica Tort, demuestran la vigencia de la protesta, el espíritu de rebeldía que late y crece en muchos lugares y la creación de nuevas formas de organización y movilización. Yo mismo he escrito sobre el tema en columnas anteriores en 80grados. Nadie que pretenda impulsar el cambio social puede ignorar estas experiencias. Pero estas experiencias también demuestran los límites de esas resistencias y protestas cuando no encuentran una traducción política o un vehículo para convertir sus aspiraciones en programa político y en poder político. ¿Será necesario indicar que en Egipto la revolución se tradujo en el poder de los Hermanos Musulmanes y luego un gobierno dominado por militares, en España gobiernan e imponen sus políticas Rajoy y el Partido Popular, en Turquía el sistema político sigue intacto y la UPR, como indica Ángel Israel Rivera (en eso estamos de acuerdo) sigue siendo el aparato autoritario y politizado en el mal sentido de la palabra que todos conocemos? En todos los casos indicados, las aspiraciones de los movimientos señalados por Tort están bloqueadas o paralizadas. En Puerto Rico y en todas partes esas resistencias necesitan traducir sus aspiraciones en un programa de gobierno y necesitan agruparse para impulsar ese programa de gobierno. Necesitan, en fin, un partido político. De otro modo seguirán gobernando los representantes del gran capital (perdón por este marxismo recalentado, volveré sobre esto en breve) y seguiremos nosotros protestando desde abajo. Es bueno que exista la protesta, pero no basta. No sacamos nada con convertir la carencia en virtud y llamarla nuevo camino de liberación. Tampoco creo que sea correcto reducir la tradición marxista a la idea de que una vanguardia sabelotodo debe dirigir a las masas ignorantes, como hace el amigo Tort en su artículo, pero eso es tema para otro artículo.
Deconstruyendo la choricera
Sobre los nuevos partidos en Puerto Rico se han dicho tantas cosas que no sabe uno donde empezar. Toquemos algunos puntos.
Lo primero es el pánico que se ha querido crear con la posibilidad de que se inscriban seis nuevos partidos. La realidad es que tan solo el PPT está cerca de inscribirse, a pesar del fraude electoral de que es objeto. El PPT ya ha recogido los 56,000 endosos que requiere la ley. Todos los demás partidos están muy lejos de esa cifra. A pesar de tanta advertencia sobre los nuevos partidos, lo más probable es que en las elecciones de 2016 participen cuatro partidos, es decir, no más, sino dos menos que en las elecciones de 2012.
En segundo lugar hay que comentar que no se puede, o al menos no se debe, echar a los integrantes de la llamada «choricera de la nuevos partidos» en el mismo paquete indistinto. No es lo mismo un partido, como el PPT, que defiende los derechos de los inmigrantes, de los trabajadores indocumentados, que defiende la hermandad de los trabajadores y los oprimidos puertorriqueños, dominicanos, americanos y de todos los países, hermandad sin la cual es imposible crear una sociedad más justa, no es lo mismo eso, repito, que una organización como la llamada Macheteros Unidos, a la que Maritza Díaz Alcalde escoge de la «choricera de nuevos partidos» para darle destaque de página completa, que promueve el veneno xenofóbico contra los inmigrantes dominicanos y la calumnia de que los inmigrantes fomentan el desempleo. Se que este partido parece más un chiste que otra cosa. Muy bien. Me precio de tener buen sentido del humor. Pero promover el racismo no es un chiste, promover la xenofobia no es un relajo.
De igual forma no es lo mismo el PPT que defiende sin miedo el derecho al aborto y los derechos de la gente LHBTT y los que tras la defensa de supuestos «valores de la familia» niegan esos derechos democráticos fundamentales.
Así que no puede hablarse de los nuevos partidos como si ser nuevos los hiciera idénticos o equivalentes o tan parecidos como un chorizo al otro. Lejos de invitar a la gente a tomarlos todos como versiones de lo mismo, como hacen estos análisis explícita o implícitamente, se les debiera invitar a que estudien y se informen sobre los distintos programas que los animan, que son formas distintas de tratar de enfrentar los problemas del país.
El costo de los nuevos partidos
Se ha dicho que estos partidos son muy «costosos» por los fondos públicos que reciben si logran inscribirse. Sobre esto hay que decir varias cosas. Primero, el problema fundamental del proceso electoral no son los fondos públicos sino los fondos privados. Los fondos privados son la fuente y el mecanismo fundamental de corrupción. Son el medio principal para perpetuar el control de los partidos dominantes. Con fondos privados se financian las campañas de candidatos que, una vez en electos, devuelven el favor con premios de todo tipo a quienes los financiaron (contratos, nombramientos, proyectos, legislación favorable, etc.) Con fondos privados los dos partidos dominantes acumulan presupuestos diez veces más grandes que los de cualquier partido nuevo. Con todo el fondo de campaña que recibió el PPT apenas pudimos pautar varias docenas de anuncios de televisión hacia el final de la campaña. Compárese con las decenas de anuncios diarios del PNP y el PPD durante meses enteros. Sobre esto el PPT ha formulado muchas propuestas de las cuales menciono dos: primero, eliminar los fondos privados. Que cada partido reciba una cantidad de dinero para realizar su campaña y no pueda usar un centavo más. Segundo, que la mayor parte posible del fondo tome la forma de aportaciones en especie (determinada cantidad de horas en televisión y radio, de columnas en la prensa, de materiales para hojas, panfletos, pasquines, de equipos de sonido, etc.). De ese modo, las elecciones se acercarán más a ser un verdadero debate de ideas, y no una competencia para ver quién tiene el bolsillo más grande.
Por lo pronto, decir, como hace Ángel Israel Rivera, que los partidos nuevos son muy costosos y que el dinero debiera usarse para otra cosa es contribuir a reproducir el monopolio del PNP y el PPD de la política puertorriqueña. Es contribuir a que solo ellos tengan dinero para difundir sus ideas, a que sólo sus ideas se oigan en los debates y en los medios. Ese es el costo de la guerrita contra los nuevos partidos. ¿De ese modo se quiere dar paso al cambio en la política puertorriqueña?
El PPT está siendo objeto de un claro fraude electoral: se está violando la ley para evitar que se inscriba. Yo pensaría que este sería el escándalo que todos los comentaristas estarían denunciando enérgicamente. Pero su preocupación está en otra parte: el fraude demuestra que esos partidos no son viables y, además, que se inscriban será un malgasto de fondos públicos. Y para finalizar se nos invita a seguir apostando a la renovación del PPD, uno de los partidos que están perpetrando el fraude.
¿Protagonismo mediático?
Habla también Ángel Israel Rivera de que el trabajo del PPT se traducirá meramente en «un protagonismo televisivo para Bernabe y sus colegas» y aclara además que somos más universitarios que obreros. Desconozco por qué ser universitario se convierte de pronto en un aparente problema. Todo el mundo conoce mi profesión así que creo que soy inocente de la insinuación de falsa representación que late en esta «aclaración». En cuanto a lo de protagonismo televisivo se trata también de otra observación que, sin decirlo abiertamente, insinúa una poco admirable intensión de robar cámara de mi parte y «mis colegas». Aclaro mi posición al respecto: me declaro culpable. Me declaro culpable, no de robar cámara, sino de hacer lo posible por que yo y mis colegas del PPT aprovechemos las (por lo general limitadas) oportunidades que tenemos para difundir nuestras ideas y propuestas de cambio social. Y como la televisión es un medio de difusión importante, aspiro a que podamos usarla lo más posible para difundir esas ideas. Los medios en nuestro país están saturados con las posiciones de los partidos dominantes que cuentan con programas, comentaristas, columnistas, analistas, publicistas y las posiciones de organizaciones patronales (comerciantes, industriales, banqueros, etc.) que cuentan con grandes recursos para divulgar sus posiciones. En ese terreno hacemos lo posible por que se oiga nuestra voz disidente. ¿Se quiere describir esto como protagonismo? Vale. No puedo hacer nada al respecto. Pero aclaro que el efecto de descalificar a la voz disidente no es otro que el de consolidar el monopolio del debate público por los que hoy dominan la política y la economía puertorriqueña. ¿Será así que abre paso a lo nuevo?
¿Hibernación?
También habla Ángel Luis Rivera de cómo al no quedar inscritos los nueva partidos «hibernan» entre elección y elección. Aunque no menciona al PPT me voy a dar por aludido porque es un punto importante. El PPT no fue creado por «políticos» de profesión o part-time. Lo organizaron personas que durante años o décadas han sido activistas sindicales, ambientales, de los derechos de la mujer, estudiantiles, de los derechos LHBTT para mencionar algunos movimientos. Estaban activos en esos movimientos antes de que existiera el PPT y lo están luego de surgir el PPT. No estaban en hibernación antes del PPT y no están en hibernación luego de las elecciones. Consideran que esas luchas, en las que están activos, necesitan un vehículo político. Por eso han organizado el PPT, pero no por ello han abandonado esas luchas. La compañera Eva Ayala fue candidata del PPT y ha sido una de las protagonistas en la lucha de los maestros en defensa de sus pensiones. Después de las elecciones hemos elaborado propuestas y participado en los debates sobre la necesidad de un seguro de salud universal, la urgencia de una nueva política hacia la adicción y sobre la legalización de la mariguana, sobre la crisis actual y la forma de superarla, hemos comparecido a vistas públicas en la legislatura y al Comité de Competitividad y Crecimiento nombrado por el gobernador, hemos participado en el movimiento contra la privatización de la administración del aeropuerto y de la Autoridad de Energía Eléctrica, en la lucha reciente de los maestros, para dar algunos ejemplos. Hemos elaborado y circulado a la legislatura tres proyectos de ley sobre el despido injustificado, sobre la licencia por maternidad y sobre la paga por trabajar en domingo. Yo mismo he escrito artículo tras artículo sobre estos temas en esta página. Tres integrantes del PPT acaban de publicar un magnífico estudio sobre la lucha ambiental en Puerto Rico. Todo esto a la vez que hemos recogido 56,000 endosos que debieran garantizar nuestra inscripción, si no fuera por el fraude perpetrado por el PPD y el PNP en la CEE. Se puede estar en desacuerdo con nuestras posiciones, pero no se puede decir que estamos hibernando. En todo caso nos ha faltado más protagonismo mediático, que permita que más gente se entere de los hacemos.
¿Marxismo recalentado?
Ángel Israel Rivera afirma que el PPT está orientado «por un marxismo fuera de época y ‘recalentado’—una especie de refrito del PSP de la década del 1970». Difícil acumular más epítetos en una oración: fuera de época, recalentado y refrito. Hay varias maneras de leer este breve pasaje y quisiera considerar algunas. La primera sería como un ejemplo de lo que en inglés llaman red-baiting: ponerle a alguien el mote de comunista o marxista para desautorizarlo como interlocutor legítimo en el espacio político. El mensaje es más o menos este: «todo el mundo sabe que el marxismo está muerto y es una burda teoría pasada de moda: con los pobrecitos que todavía no se enteran no hay que estar perdiendo el tiempo.» Este argumento tiene la ventaja de que exime al que lo esgrime de presentar argumentos y razones.
La segunda posibilidad es más preocupante y se relaciona con la primera: se insinúa que el PPT es un partido marxista. Pero esto es falso y tan sólo puede confundir a quien lo lea. El PPT no es un partido marxista, ni es un partido socialista. Para ingresar al PPT o apoyar al PPT no hay que ser ni marxista, ni socialista. El programa del PPT sí insiste en la necesidad de revertir las políticas de privatización dominantes desde la década de 1980, en ampliar en lugar de reducir el sector público, en ampliar el rol de la planificación para garantizar el uso de los recursos productivos de la sociedad para el bienestar social, en medidas y programas que garanticen los servicios esenciales a toda la población, en un nuevo tipo de desarrollo respetuoso del entorno natural, en nuevas formas de participación democrática, entre otras cosas. Me parece que cualquier socialista debe apoyar este programa, pero también lo puede apoyar cualquiera que sin ser socialista aspire a una mayor justicia social o protección del ambiente. Y esa es una de las ideas centrales del PPT: agrupar en un partido amplio a todos los que apoyan un programa de profundas reformas sociales y políticas orientadas por tres principios, la democracia, la solidaridad y la sustentabilidad. (Para un análisis de las ideas del PPT ver Héctor Meléndez, El PPT innivación y desafío, Río Piedras: Mágica, 2013) Todo el mundo tiene derecho a debatir y criticar las posiciones del PPT, pero ¿por qué caricaturizarlo con una etiqueta simplista?
Resulta curioso cómo Ángel Israel Rivera destaca cómo, de todos los partidos que aspiran a inscribirse, el «único que tiene un rumbo nuevo es el Partido de la Democracia Participativa. Eso sí es una ideología diferente… para que el país pueda trascender la democracia representativa degradada…». Hay que preguntarse, como decía un amigo mío, ¿contra quién va dirigido ese elogio? Parecería que el PDP es el único de los nuevos partidos que habla de democracia participativa. Pero basta ver el programa del PPT para ver la importancia que se le da al tema de la democracia, no solo a nivel político nacional, sino en los centros de trabajo, en las comunidades, en las escuelas. Baste mencionar nuestra propuesta de adopción del mecanismo del presupuesto participativo inventado en Porto Alegre. Por otro lado, no deja de ser sorprendente que revertir la política de privatización, someter la actividad económica a prioridades determinadas democráticamente y no al interés privado que hoy predomina, reducir radicalmente la desigualdad social, instaurar un seguro de salud universal, no se considere como algo que representaría un «rumbo nuevo».
Existe una tercera posibilidad: el «marxismo recalentado» se refiere a la trayectoria de algunos de sus líderes o portavoces, que han abandonado y ahora regresan, o que han aguado o encubierto su marxismo. En ese caso, en lo que a mí respecta, y solo puedo hablar a título individual, reitero lo que he dicho tantas veces a preguntas de periodistas: con el mismo énfasis que aclaro que el PPT no es marxista señalo que no tengo problema ni reparo alguno si alguien me describe como marxista. A mí no me gusta la etiqueta, pues da la impresión de que juro por cada punto y coma de los escritos de Marx. Lo que sí creo es que es imposible entender el mundo moderno, sus problemas y sus posibilidades, sin la obra de Marx. Tal vez no es suficiente. Pero es absolutamente indispensable. Mi marxismo no es recalentado. Me alegra decir que nunca se ha enfriado. Todo el mundo sabe mi posición al respecto. Basta leer muchas de las columnas anteriores aquí en 80 grados.
Existe una cuarta dimensión de este comentario, la más importante en lo que a mí respecta, que me considero marxista en el sentido recién indicado. Según Rivera, lo que estaría «fuera de época» y caduco es el marxismo en general, como proyecto intelectual y político. La frase «fuera de época» es interesante: parece que hubo una época en que el marxismo tuvo vigencia, parece que el marxismo tuvo su época. Sería bueno saber cuál fue esa época y que ocurrió para que terminara. Pero como estas frases se usan más para despachar que para argumentar no sabemos ni cuándo ni por qué el marxismo quedó «fuera de época».
En lo que a mí respecta lo que está «fuera de época» es un régimen social construido sobre la base de la desposesión de la mayoría, la propiedad de los grandes medios de producción por grandes empresas y la competencia entre esas empresas que las obliga, bajo amenaza de extinción, a la búsqueda incesante de la mayor ganancia posible. Esa explica su constante agresión a los asalariados, a la naturaleza, su mercantilización de todo lo que pueda convertirse en mercancía y su sujeción a de toda la vida social a la lógica impersonal del mercado. La teoría de Marx explica magistralmente cómo esa sociedad genera logros y transformaciones productivas y tecnológicas incesantes, incomparables en su alcance y magnitud y potencial con las de cualquier sociedad anterior. Explica también cómo, bajo este régimen social, esas fuerza productivas tienden a convertirse en su opuesto, es decir, en fuerzas destructivas, explica cómo los medios para garantizar la vida digna y segura a todos y todas se convierten en fuente de miseria e inseguridad para muchos, cómo los medios para acortar la jornada de trabajo se convierten en medios para alargarla, cómo nuestro conocimiento mayor de la naturaleza se convierte en una relación cada vez más destructiva con el ambiente, cómo el progreso se reparte desigualmente entre países y dentro de cada país y, last but not least, por qué toda expansión capitalista conduce a una crisis o una depresión en la que la miseria se generaliza y se nos imponen todo tipo de medidas de austeridad, a pesar de que contamos con más recursos productivos que nunca. Demuestra, de hecho, cómo la crisis es, absurdamente, el resultado de que contamos con más recursos que nunca. Basta mirar la devastación causada por treinta años de neoliberalismo y por la crisis que estalló en 2008 para ver que lo que está caduco no es la obra de Marx, sino el capitalismo. Para mí el marxismo no es motivo de fe. Lo adopto en la medida que me parece que sus hipótesis corresponden a lo que podemos observar en nuestro entorno social. No creo que esté fuera de época, desgraciadamente. Digo desgraciadamente porque la forma de sacarlo de época sería aboliendo el capitalismo y eso sí sería una bendición.
¿Dos partidos obreros?
Refiriéndose a la existencia del PPT y del intento de inscribir el Partido Laboral de Unidad Sindical (PLUS), Ángel Israel Rivera presenta como otro absurdo que existan dos partidos obreros o identificados con la clase trabajadora. Aquí también hay otro punto que merece considerarse con más cuidado. Yo, por supuesto, apoyo al PPT y no está demás señañar, por aquello de poner los pies en la tierra que el PLUS no ha sometido un solo endoso a la Comisión Estatal de Elecciones. Pero dejando eso de lado, me pregunto, ¿es absurdo que de la clase trabajadora surja más de un partido? ¿Se expresan las clases sociales mecánicamente a través de un solo partido político cada una? ¿Tienen los patronos un solo partido? En Europa, ¿acaso no han existido en muchos países más de un partido identificado con la clase trabajadora? En mi caso, aspiro a un gobierno de los trabajadores, pero creo que bajo tal gobierno pueden existir y casi de seguro existirán distintos partidos obreros. ¿Acaso están todos los trabajadores y sectores de la clase obrera de acuerdo en todo? Soy socialista, como dije, pero el socialismo que defiendo no es un socialismo de partido único ni monolítico: tengo mi partido, pero no dudo que puedan surgir otros partidos también identificados con los trabajadores.
Concluyamos. Creo que todos estamos de acuerdo con que Puerto Rico necesita un nuevo rumbo económico, político y social. Podemos pensar que esto puede lograrse a través del PPD o de su ala autonomista. Podemos pensar que puede lograrse sin partidos políticos y sin aspirar a llegar al gobierno. Podemos pensar que puede lograrse sin ir a las elecciones. Podemos pensar que puede lograrse yendo a las elecciones y nada más. Considero que todas estas posiciones bloquean el camino al cambio que queremos y necesitamos. Ese cambio no puede realizarlo el PPD. Necesitamos nuevos partidos. Necesitamos ir a las elecciones pero no podemos limitarnos a las elecciones: tenemos que construir un gran movimiento social, sindical y ambiental que esté impulsando la agenda del cambio en todo momento. No dudo que este es un camino difícil. Pero es la única opción realista.
Una especie, no de realismo sino de fatalismo, permea el texto de Rivera que lleva implícito un llamado a la resignación. Se dice: No es posible que los partidos mayoritarios se dividan a la vez. Pasó dos veces en el pasado, pero no puede pasar de nuevo. No es posible que un número suficiente de electores apoye a un nuevo partido como para que quede inscrito. Ocurrió en el pasado, pero no pasará de nuevo. No es posible que la profundización de la crisis erosione el apoyo a los partidos existentes y acentúe sus divisiones internas. No es posible que aparezca un ascenso de luchas sindicales y sociales en nuestro país que busque expresión política. Nosotros rechazamos ese fatalismo. Nos parece que muchas cosas van a moverse en Puerto Rico en el futuro cercano, muchas certezas, muchas lealtades mal entendidas, muchos prejuicios, aunque sea porque mientras gobiernen el PPD y el PNP nuestra crisis no hará otra cosa que profundizarse.
Al fin y al cabo no estamos hablando de un proceso natural inevitable: depende de nosotros, de cada uno de nosotros, si un partido como el PPT se inscribe, si recibe pocos o muchos votos, si queda inscrito, si elige a sus candidatos. Podemos seguir el realismo que nos aconseja seguir dando vueltas alrededor del PPD o tratar de construir nuevas opciones, dentro y fuera del proceso electoral. Me parece que lo último es el único y verdadero realismo.