El mito del “estudiante-atleta”
A mi padre, quien me dormía de niña cantándome el himno del Colegio,
y quien a pesar de que salí Jerezana a muerte,
siempre me llevó a las Justas, a mi y a mis panas,
y me inculcó esa pasión por ese día mágico.
Aunque siempre me ha gustado el deporte y crecí rodeada del mismo, nunca lo practiqué formalmente. En la escuela, siempre me dediqué de lleno a estudiar y mis actividades extracurriculares se concentraban en organizar actividades y recaudar fondos para mi clase. Siempre sentí admiración por los estudiantes-atletas. En mi escuela elemental no se fomentaba mucho el deporte organizado, pero al llegar a la UHS en séptimo grado quedé fascinada por todos esos estudiantes, quienes en su mayoría mantenían su excelencia académica, mientras en su tiempo libre practicaban uno o más deportes. Cuando luego entré a la Iupi, me impresionó más aún conocer de cerca la rutina de muchos de los estudiantes que representaban la universidad en las distintas competencias. Si el deporte escolar era sacrificado, el universitario, me parecía, lo era más aún. Siempre que iba a almorzar a la cafetería del Complejo Deportivo, me detenía a observar los atletas de pista y campo entrenando, o los de baloncesto, o sabía de los horarios súper matutinos de las prácticas de voleibol, o los que tenían que viajar a pueblos del resto de la Isla y regresaban de madrugada para levantarse al otro día temprano a sus clases. Toda esta admiración y respeto por el estudiante-atleta se fue esfumando a medida que fui conociendo detalles de las realidades de otras instituciones universitarias del país y más aún cuando eventualmente conocí el llamado deporte colegial de Estados Unidos (NCAA).
Aunque no quiero generalizar ni quitarle mérito a aquellos que principalmente estudian y que también practican un deporte para su beneficio y el de la institución a la cual representan, este artículo se enfoca en la degradación del concepto estudiante-atleta en atleta-estudiante, o desafortunadamente en muchos casos, atletas-atletas, que simplemente practican su deporte a través de una universidad.
Deporte universitario: tradición anglo
Aunque en Puerto Rico sea común la idea del deporte escolar y universitario, sobre todo porque se practicó desde bien temprano en el siglo 20 y también porque lo es en Estados Unidos, realmente es algo que no se da en la gran mayoría de los países del mundo, sobre todo con este nivel de organización y comercialización. Es algo bien particular de la cultura anglo, que como tantas otras cosas, viene de Reino Unido, vía Estados Unidos.
La primera competencia entre dos instituciones académicas registrada fue entre las Universidades de Oxford y Cambridge en Reino Unido el 4 de junio de 1827, cuando se jugó durante dos días un partido de cricket. En 1829 fue la primera competencia de botes, la cual todavía se sigue haciendo anualmente desde 1956 entre estas instituciones prestigiosas y ya es conocida simplemente como “The Boat Race”. De estas universidades elite en Reino Unido, llega también la tradición a las universidades elite de Estados Unidos. No es de sorprender, entonces, que la primera competencia interuniversitaria de Estados Unidos haya sido entre las universidades de Yale y Harvard compitiendo en remo. La famosa regata, conocida simplemente como “The Race” se efectúa anualmente desde 1859, solo interrumpida por los conflictos bélicos. Obviamente, el remo actualmente no es un deporte popular, ni masivo, ni inclusivo, pero esta carrera tiene una gran carga emocional e histórica y por eso su importancia y la rivalidad entre estas instituciones, al igual que lo tiene aún la competencia de remo entre Cambridge y Oxford. En 1875 estas dos universidades compitieron por primera vez en fútbol americano, rivalidad que aún se mantiene, y el encuentro entre las mismas es conocido simplemente como “The Game”.
NCAA
Aunque ya habían algunas competencias interuniversitarias en Estados Unidos en el siglo 19, no fue hasta comienzos del siglo 20 que se organizaron. En un artículo previo explicaba que lo que conocemos como el fútbol americano se organizó y estandarizó en parte como respuesta a una iniciativa del Presidente Theodore Roosvelt para limitar la violencia en el deporte1. A partir de estas dos reuniones, se organizó también por primera vez el deporte interuniversitario. La IAAUS se creó en el 1906 y en el 1910, pasó a ser lo que es actualmente la National College Athletic Association (NCAA). Hasta el 1921 era meramente un grupo que se reunía y hacía las reglas, y a partir de ese año que organizaron la primera competencia de atletismo, se dedica principalmente a regir las pruebas entre las instituciones de educación superior. En el 1982 las competencias entre mujeres pasaron a ser reguladas por la NCAA.
Aunque hay muchos aspectos que discutir, lo que más resalta actualmente es el tema de la profesionalización del deporte colegial y la no remuneración de los atletas. Aunque la NCAA se describe como una organización sin fines de lucro, por ejemplo en el 2014 generó un billón de dólares en ganancias, siendo el 80 – 90% proveniente del baloncesto de la Primera División. Y es que aunque la NCAA regula la práctica de muchísimos deportes en unas 450,000 universidades en Estados Unidos y Canadá, es el fútbol americano y el baloncesto los que más destaque tienen y a su vez los que generan más dinero, sobre todo por concepto de derechos televisivos, aunque también en boletos y auspicios. Estos son los deportes más populares en Estados Unidos y las ligas profesionales, NBA y NFL se nutren directamente de los atletas-estudiantes que los practican, por lo cual los torneos universitarios se convierten en uno de fogueo y una fábrica de futuros atletas profesionales. Obviamente, cuando las metas son el sorteo (draft) de la NBA o NFL, la excelencia académica pasa a un segundo plano, si acaso. Aún cuando se han tomado medidas para mejorar el aprovechamiento académico de estos “estudiantes-atletas” (término inventado y acuñado por la NCAA), no es lo principal. Como mencionaba previamente el debate principal hoy es en torno a si es justo que estos jugadores (empleados) que generan tanto dinero a estas instituciones deban ser remunerados, incluso debatido dentro de las leyes federales “anti monopolio”.
LAI
La Liga Atlética Interuniversitaria de Puerto Rico (LAI) se fundó en el 1929 por tres instituciones universitarias: los Recintos de Río Piedras y Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico y la Poly, como se le conocía al Instituto Politécnico de San Germán, que más tarde pasó a ser la Universidad Interamericana. Luego, en el 1954, se unió la Pontifica Universidad Católica de Ponce. O sea, que por décadas eran cuatro instituciones, dos públicas y dos privadas, las que competían deportivamente. En esos años, la rivalidad llegó a ser bien fuerte y la calidad competitiva excelente, siendo muchos de los atletas que representaban a Puerto Rico en eventos internacionales estudiantes atletas. Aunque se competía en otros deportes como el baloncesto, voleibol, softbol, béisbol, natación, entre otros, en las pruebas interuniversitarias el llamado deporte rey, el atletismo, siempre ha sido el monarca, y su competición, las Justas, el evento cumbre por excelencia.
Las Justas de Atletismo, que son el evento final de la programación deportiva anual de la LAI han ido más allá del ámbito universitario y se han convertido en un acontecimiento de importancia nacional y de gran impacto económico. Lo era cuando se celebraban en el Estadio Sixto Escobar en el Viejo San Juan, y lo son sobre todo desde el 1993, que con motivo de la preparación del municipio de Ponce para los Juegos Centroamericanos, se movieron al sur a dicho municipio, de donde solo se han trasladado un año a Mayagüez, en el 2010, por los mismos motivos (Mayagüez fue sede de los Centroamericanos ese año). En Ponce, las Justas han adquirido otra escala, pasando a ser un festival deportivo y cultural y de “jangueo”, sobre todo desde que se movieron otros eventos finales para la ciudad en días previos a las Justas, como las finales de baloncesto, natación y porrismo, en lo que se conoce como el Festival Deportivo de la LAI.
A pesar de que la primera línea del documento de principios de la LAI dice: “el deporte complementa el propósito educativo que es la razón de ser de la vida universitaria”, desde la segunda mitad del siglo pasado se ha incrementado y difundido el reclutamiento de atletas para que sean estudiantes, en vez de ser al revés, siendo la mayoría jóvenes extranjeros y en algunos casos atletas profesionales. La Universidad Interamericana fue la primera que trajo atletas extranjeros, no estudiantes, y así, luego de años con esta política, ganaron por primera vez las Justas del 1965. Luego el Colegio de Mayagüez también empezó a traer muchos atletas extranjeros y así ganaron varias Justas. A menor escala, luego siguieron la Universidad del Sagrado Corazón y la UPR de Bayamón. Es importante distinguir esta política de reclutamiento de atletas establecidos que vengan a representar las universidades en competencias de los extranjeros que por años han venido a estudiar a Puerto Rico. La última vez que la iupi (UPR Río Piedras) ganó en varones fue en el 1972 y el Colegio en el 1985, siendo esta ocasión la última que ganó una institución pública (desde el comienzo, los recintos de la Universidad de Puerto Rico compiten por separado). Este proceso que comenzó hace décadas, junto con la proliferación en la Isla de universidades privadas que se lucran de fondos federales y que se masifican con bajos requisitos académicos, ha resultado en un cambio radical del panorama del deporte interuniversitario puertorriqueño. En la rama masculina, los Taínos de la Universidad del Turabo (UT) fueron los que rompieron el dominio de las cuatro tradicionales, en el 1987 coronándose en el Sixto Escobar, y luego en el 1998 en Ponce, combinando una política de reclutamiento de extranjeros y buenos prospectos nacionales. Otras instituciones copiaron este modelo, y por ejemplo en el 2009 la Universidad Metropolitana (UMET) que junto al Turabo y la Universidad del Este (UNE) forman parte del Sistema Ana G. Méndez, ganó la rama masculina. Mientras que las féminas de la UMET han ganado tres de las últimas cuatro ediciones. Las universidades públicas, encabezadas por el Recinto de Río Piedras, iniciaron las protestas por lo que consideran violaciones a los principios fundamentales de lo que debe ser la competición interuniversitaria, ya que muchos de estos atletas ni siquiera residen en Puerto Rico, tomando algunos créditos electrónicamente e incluso entrenando afuera lo que imposibilita su integración a la vida universitaria puertorriqueña. No solo, argumentan los detractores de estas políticas, vulneran el principio de competencia y lo que debe ser un estudiante-atleta, sino el principio de amateurismo, ya que algunos han recibido compensaciones económicas por sus competencias internacionales.
A raíz de estas quejas, la LAI ha impuesto nuevas reglas, incluyendo edad límite para los participantes, años de competencia después de su graduación de escuela superior y límite al reclutamiento de extranjeros por deportes, mínimo de años de estudio, etc. Aún así, la ventaja de las instituciones privadas que reclutan, incluyendo la Universidad Interamericana, es gigantesca. Aunque hay que darle un tiempo a que estas reglas recién implementadas hagan efecto, incluso ya en algunos eventos de este año, como en la natación, se vio una merma en la cantidad de récords, y una mayor distribución de medallas entre las universidades participantes.
Debates actuales
En ambos casos el deporte interuniversitario refleja muchos aspectos de la sociedad, respectivamente Puerto Rico y Estados Unidos. En Puerto Rico las universidades son una de las áreas en las que la economía neoliberal ha calado, siendo muchas de estas nuevas universidades un negocio lucrativo. En cuanto a Estados Unidos, el deporte, con la excepción de los Juegos Olímpicos de verano cada cuatro años, es un fenómeno de masas y una máquina de hacer dinero. El deporte estadounidense es parte esencial de la cultura popular y es a su vez un negocio billonario. Y el deporte colegial es un micro (y a veces ni tan micro) del deporte profesional. Si enero y parte de febrero están reservados para los juegos finales del fútbol americano y el Súper Bowl, marzo es “marzo de locura” (March Madness), con los juegos finales del baloncesto colegial, los cuales se televisan en horario principal y en las cadenas más grandes, de hecho, de los contratos televisivos es que sale la mayor cantidad de ganancias que producen el baloncesto y el fútbol colegial. Así, 38 dirigentes del baloncesto colegial en el último año ganaron más de un millón de dólares solo en salario, sin contar bonos. Los dos quienes más ganaron, John Calipari y Mike Kryzewiski, recibieron sobre seis millones cada uno, y el recién nombrado dirigente de la selección nacional de baloncesto de Puerto Rico, Rick Pitino, en tercer lugar, con poco más de cuatro millones de dólares. Los dirigentes ganan más que la mayoría de los presidentes de sus universidades, ni siquiera vale la pena comparar sus salarios con el de los profesores. En algunos lugares, como por ejemplo Alabama, donde el dirigente de fútbol americano Nick Saban ganó casi siete millones de dólares, su salario es más que el del presidente de la universidad y el del gobernador del estado combinados.
Ante esta locura no es de extrañarse que muchas voces se hayan unido para reclamar un tipo de recompensa económica para quienes son los verdaderos protagonistas del espectáculo: los atletas. La idea detrás de esta propuesta es que el deporte colegial en la práctica no es amateur, y que los atletas deben beneficiarse también del dinero que generan, no solo la universidad y los dirigentes. Obviamente hay muchos issues, no solo que se perdería el aspecto amateur -si con estas cifras aún puede llamarse así- sino que, ¿dónde quedarían los atletas de todas esas disciplinas que no generan dinero, como por ejemplo, la esgrima, natación, softbol, entre otras? Pero sobre el tintero está la pregunta si como están las cosas esa relación es explotación. Desafortunadamente muchos de estos jóvenes ni terminan el grado ni llegan a ser atletas profesionales en la NFL o NBA, por lo que se han tomado medidas para desincentivar el que solo se dediquen a jugar y que lo usen como trampolín para las ligas profesionales. Por ejemplo la NBA ha regulado para evitar que entren directamente desde escuela superior, prohibiendo su ingreso hasta al menos un año después de graduarse de escuela superior y además imponerle una edad mínima de 19 años.
Las universidades tienen una función vital, no solo de formar y forjar ciudadanos y ciudadanas educadas, sino ser un laboratorio de ideas. Desde el comienzo el deporte universitario se concibió como una actividad extracurricular que complementara la académica, igual que los que representan sus instituciones en certámenes de teatro, música, ciencias, y otras. En el caso de Puerto Rico, aunque no está comercializado a los niveles de Estados Unidos, es preocupante la cantidad de estos atletas que no aprovechan académicamente su paso por la universidad. Y en Estados Unidos nada me hace sentido; pues estoy en total desacuerdo que el deporte colegial sea otro espectáculo más indiscernible del deporte profesional, que los estudiantes sean unas máquinas de hacer dinero me espanta, pero también la posibilidad de que los estudiantes cobren me asusta. No culpo a los estudiantes que aprovechan becas y la oportunidad de entrenarse en un deporte, la responsabilidad recae en aquellas instituciones de ambos países que han tomado el rumbo de reclutar atletas con el fin de que sean atletas. Obviamente tampoco me refiero a los verdaderos estudiantes-atletas que practican el deporte sin dejar a un lado sus responsabilidades académicas. Quizás estoy totalmente parcializada siendo una fiel creyente en la educación pública y egresada con orgullo de ella, y en que los estudiantes sean principalmente estudiantes primero. Y además de mi subjetividad, confieso que me pongo así pues muy probablemente cuando se publique este artículo, los Gallitos y Jerezanas no estén en lo más alto del podio en Ponce, mientras que muchos de los atletas que a veces estudian estarán festejando aún sus victorias.