El Tea Party y el desfile boricua de Nueva York
La demostración que recorre la Quinta Avenida de la ciudad con más puertorriqueños en el mundo se ha convertido en la gran parada de orgullo boricua en Estados Unidos, que visibiliza a la diáspora, le da sentido de unidad y aumenta su poder político, y a eso le temen los sectores más derechistas del poder norteamericano.
Como excusa para socavar el prestigio del Desfile, este año se juntaron «el hambre y la miseria”, en este caso, el plebiscito anexionista en Puerto Rico y el Tea Party, el partido del racismo, la xenofobia, homofobia y otras “causas” del neofacismo norteamericano.
Con el plebiscito, el Partido Nuevo Progresista (PNP) se ha quedado solo en medio de una pista de baile y desde el secretario de Justicia de EEUU al resto de las organizaciones políticas del país le han dado la espalda a una consulta que no resolverá absolutamente nada que no sea dilapidar aun más las escuálidas arcas del departamento de Hacienda.
Para movilizar el voto –por lo menos a su militancia– diseñaron una campaña de terror, tipo Guerra Fría, criminalizando cualquier protesta, reviviendo la amenaza comunista y presentando al independentismo como el enemigo a derrotar para alcanzar la estadidad.
Aquí aparece el Media Research Center, el observatorio de medios del Tea Party cuya misión oficial es “desemascarar la prensa liberal”, y mantiene departamentos de “activismo” en los medios para desarrollar campañas de descrédito a todo lo que no sea de la derecha fundamentalista.
Por ejemplo, en su lista de enemigos acérrimos están The New York Times, The Washington Post, y las cadenas televisivas de NBC, CBS y otras del llamado “mainstream” norteamericano, pero que para el Tea Party es “prensa liberal-izquierdista”.
El Blitzkrieg
Un buen día, de sorpresa y sin que se conociera el origen del ataque, comenzaron a caer las víctimas de una oleada de llamadas, tuits, presiones y amenazas bien planificadas, todas con un mensaje único dirigido a socavar el apoyo de los auspiciadores comerciales del Desfile boricua.
Los sectores más cavernícolas del anexionismo criollo se anotaron rápidamente repitiendo en las redes sociales el río de veneno que se había desatado desde Virginia, EEUU.
Para encubrir el epicentro del volcán de odio, se lanzó en las redes un nombre: la Juventud del PNP, era quien supuestamente había iniciado y coordinado la campaña contra el Desfile. Pero poco a poco fue despejándose el panorama hasta que apareció el mensaje de celebración mutua entre el vicepresidente ejecutivo del MRC, David Martin, y la ex senadora anexionista Miriam Ramírez.
En el mensaje, Martin agradece el apoyo de doña Miriam a la campaña de MRC que logró que Univision (uno de sus enemigos de la “prensa izquierdista”) se rindiera al bombardeo de presiones y amenazas coordinado por su división especializada en menesteres de guerra sucia, el MRC Action.
El Blitzkrieg, un ataque masivo, por sorpresa y demoledor (literalmente guerra relámpago en alemán) inaugurado por las fuerzas armadas Nazi a inicios de la Segunda Guerra Mundial inspira la táctica de la MRC Action. El objetivo: mancillar la reputación y debilitar el poder político de la comunidad boricua en EEUU, especialmente de sus oficiales electos. Su excusa, el reconocimiento del Desfile a Oscar López Rivera y su ejemplo de resistencia patria.
“Politics makes strange bedfellows”
Este refrán en inglés, que describe el oportunismo politiquero, podría definir la alianza entre el MRC/Tea Party y el PNP en su campaña conjunta para dinamitar el Desfile puertorriqueño de Nueva York.
No es que los racistas americanos ahora apoyen la estadidad para Puerto Rico, todo lo contrario, el Tea Party, sus congresistas y organizaciones afines (como MRC) son una barrera infranqueable para los anexionistas del patio. Para ellos no hay manera de que un “spick brown nation” sea parte de su nación.
Si para esta gente, el periodista de Univision, Jorge Ramos, es un izquierdista detestable a quien hay que sacar de la televisión porque enfrentó la política anti inmigrante del entonces candidato Trump… ¡solo hay que imaginar lo que les significa que tres millones de hispanos caribeños “invadan” su nación!
El MRC –aunque inscrita como organización sin fines lucrativos– cuenta con recursos millonarios, subvencionada por empresas como ExxonMobil, fundaciones de ultra derecha como la Sarah Scaife Foundation y la de los hermanos Koch, que reparten cientos de millones de dólares a proyectos dedicados a torpedear iniciativas progresistas, ambientalistas, de migrantes, mujeres, sindicales y de derechos humanos.
El triunfo del Partido Republicano, que logró mayorías en la Cámara de Representantes en 2010, y el Senado en 2014; sus copos de legislaturas estatales y gobernaciones, donde, entre 2009 y 2015, aumentaron su control de 22 a 31 gobernadores, y su control de ambas cámaras de legislatura de 14 a 30 estados, se coronó el año pasado con la victoria de Donald Trump a la presidencia.
El Tea Party, que en realidad es una facción de grupos que le dan algo de coherencia y campañas puntuales a la extrema derecha dentro del republicanismo, ha demostrado que va por más y se propone desmantelar los escasos avances democráticos que se lograron durante los años de la presidencia de Barack Obama, como su reforma de Salud.
De igual manera, en la agenda de la derecha (o extrema derecha, ¡como en su infinita e ingenua ignorancia le llamó Tata Charbonier!) persiste la intención de socavar las conquistas y el poder político que han alcanzado comunidades como la puertorriqueña y la mexicana, la LGBTT, las afroamericanas y de otras minorías nacionales, y así ampliar su control de las instituciones del estado para beneficiar a la cada vez más reducida pero incalculablemente más rica clase empresarial.
¡Por eso el ataque inmisericorde del MCR contra el Desfile puertorriqueño y lo que este representa!
El PNP por su parte, se ha embarcado en una campaña que se desinfla, su apuesta a que el issue del Desfile iba a representarle una avalancha de votos en el plebiscito no ha resultado.
Más allá de un muy previsible apoyo del sector más energúmeno y violento del anexionismo, no hay entusiasmo entre sus filas con el evento del 11 de junio, quizás por lo evidente de su futilidad y gasto innecesario en momentos de crisis fiscal.
También era de anticipar la incorporación de fotuterío radial y de redes sociales penepé, ahora estimulados por los anuncios que le compran con fondos de la Comisión Estatal de Elecciones.
Pero su campaña conjunta con el Tea Party les traerá consecuencias, especialmente en sus relaciones con las comunidades boricuas de la diáspora que batallan día a día contra las medidas que impulsa la derecha norteamericana. Igualmente tendrán mucho que explicar a sus aliados entre la dirigencia política del Partido Demócrata, que verán con mucha suspicacia ese “arrebato de amor” entre los anexionistas y el Tea Party.
El Desfile Nacional Boricua se impondrá
El domingo 11 de junio, cientos de miles de boricuas de Nueva York y estados cercanos desfilarán por la Quinta Avenida, empuñarán la bandera puertorriqueña como símbolo de una nación que no se rinde y la restregarán con furia al poder que nos condena al colonialismo.
Allí, Oscar López Rivera será recibido, honrado y ovacionado por lo que es, un símbolo de la capacidad de resistencia inquebrantable de nuestra nacionalidad.
Mientras tanto, el mismo día, algunos en Puerto Rico acudirán a votar en un plebiscito que ganará la estadidad –la única opción que participa– celebrarán un resultado que no resolverá nada y se acostarán para descubrir en la mañana del lunes que “la descolonización inmediata” que les prometieron no se ha logrado ni se logrará en lo inmediato.
Toda la campaña de odio contra el Desfile, contra Oscar, su desprecio a la diáspora y su alianza con el neofacismo, quedará acumulado y regresará por ellos… así es la ley del karma.