Historia de nuestros barrios: Barrio Collores, Juana Díaz

Los barrios son parte esencial de nuestra vida cotidiana. Vivimos, nacimos, morimos y en fin, somos de los barrios. Estas unidades compactas y poco uniformes que llamamos barrios comprenden la totalidad del territorio puertorriqueño.
Iniciamos hoy la publicación de una serie de historias de nuestros barrios del historiador Rafael Torrech San Inocencio. Periódicamente nos adentraremos en su historia, el origen de sus nombres (toponimia) y su demografía, un barrio a la vez.
Aunque muchos barrios aún no cuentan con historias documentadas, gracias al tesón de muchas comunidades se ha ido rescatando su identidad y su rica trayectoria histórica. Muchos barrios representan los más antiguos deslindes territoriales locales y constituyen piezas vitales para armar el rompecabezas de nuestra historia antigua y moderna.
Los nombres de los barrios también sirven para recorrer la línea de los tiempos en sentido inverso. Sus topónimos son ventanas para ver la flora, la fauna, las topografías e hidrografías de la antigüedad; para reconocer los rastros de viejos hatos, cotos, haciendas e ingenios; para captar patrones de colonización y de explotación de la tierra; para reafirmar herencias y persistencias indígenas; y para exhumar remotos colonizadores y develar su hablar, sus costumbres, imperativos y devociones. A menudo, nos permiten ver a imaginar lo que ya no existe.
Historia
Collores es uno de los barrios más conocidos de Puerto Rico. Pertenece al imaginario puertorriqueño mediante al poema nacional de Luis Llorens Torres “El Valle de Collores”. Generaciones de puertorriqueños han recitado “<<Cuando salí de Collores fue en una jaquita baya, por un sendero entre mayas, arropás de cundiamores; adiós, malezas y flores de la barranca del río, y mis noches del bohío, y aquella apacible calma, y los viejos de mi alma, y los hermanitos míos. ¡Qué pena la que sentía, cuando hacia atrás yo miraba, y una casa se alejaba, y esa casa era la mía!”>> Una reflexión autobiográfica de Llorens, el poema es una evocación del Barrio Collores de su infancia, y del universal paraíso perdido de la inocencia que jamás ha de regresar.
Llorens nació en Collores en 1876 y a los doce años partió a estudiar a Maricao, para entonces uno de los focos de la era de oro del café. Por tanto, su imagen lírica del Barrio de Collores debe corresponder aproximadamente al año 1888. Su padre, de origen catalán (Llorens es un topónimo en Tarragona) era el acaudalado dueño de una plantación de café y su posición económica facilitó que su hijo cursara estudios posteriores en Barcelona y Granada, que culminaron con un grado en Derecho.
Para el momento de la evocación de Llorens, Juana Díaz ya contaba con casi un siglo de establecido. Sin embargo, su historia se remonta a principios de la colonización, ya que el Río Jacaguas, que pasa por el barrio, fue utilizado por Juan Ponce de León en 1514 como referencia para el deslinde de San Juan y San Germán, los únicos partidos de la Isla para entonces.
Algunos historiadores han trazado los antiguos caminos indios entre San Juan (Caparra) y Guánica (Villa de Sotomayor) que a menudo sirvieron a los españoles para desarrollar los suyos. Han postulado que existió una cadena de pueblos indios intercomunicados entre ellos, cuyos nombres originales son aún inciertos. Se ha especulado que esta antigua ruta pudo atravesar un poblado indio localizado en el territorio del actual Barrio Collores y que era parte de esa cadena de poblados.
En 1582 surgen las primeras menciones de un asentamiento o aldea en el área actual de Juana Díaz, vinculado al poblado de Coamo, fundado en 1579. Para entonces, las colindancias de Coamo eran el Río Jacaguas al oeste, el Río Guayama al este, y la Cordillera Central al norte, por lo que debió incluir gran parte de los antiguos hatos del actual Barrio Collores.
En 1776, Fray Íñigo Abbad menciona a Juana Díaz como uno de los vecindarios dispersos de Coamo. En las actas del Archivo Parroquial de Coamo hay menciones de esa época al “Sitio” y a la “Ermita” de Juana Díaz. En 1789, Juana Díaz finalmente se constituyó como pueblo con gran parte del territorio de lo que hoy es Villalba. Uno de los vecinos de Coamo, Juan Bautista de Armolaz, fundó en Juana Díaz un extenso hato. Su nombre aún persiste en la toponimia del Barrio Amuelas de Juana Díaz.
En 1832, la descripción de Pedro Tomás de Córdova señala unos deslindes municipales del norte de Juana Díaz que son consistentes actual territorio del Barrio Collores. También menciona al Río Guayo, que discurre por el actual barrio. Aunque debemos a Córdova la más antigua enumeración de los barrios de Puerto Rico, en el caso particular de Juana Díaz no provee los nombres de sus barrios. Sin embargo, en una descripción topográfica de1846, Collores aparece por primera vez como uno los once barrios de Juana Díaz. Cuatro de esos barrios pasaron a ser parte del nuevo poblado de Villalba. Podemos suponer que Collores fue uno de los barrios fundacionales de Juana Díaz, o al menos uno de sus más antiguos, ya que la descripción de 1846 sólo señala a siete de los once barrios actuales de Juana Díaz, por lo que los otros cuatros deben ser posteriores. En 1854 los barrios no habían cambiado.
En 1878, apenas dos años después del nacimiento de Luis Llorens Torres, Manuel Úbeda y Delgado reportó que en Collores vivían 179 familias, en 23 casas y 163 bohíos. Collores era el quinto barrio más poblado en un Juana Díaz que ya contaba con 21 barrios, incluyendo los siete barrios que en 1917 se constituyeron como el Municipio de Villalba. El Barrio Collores era también uno de sólo tres barrios con un establecimiento de mercerías (artículos menudos, incluyendo efectos de costura).
En la siguiente década, Juana Díaz figuró como uno de los focos de La Boicotizadora, una sociedad secreta de los autonomistas que proponía el boicot a establecimientos y artículos provenientes de España, y que ejecutó incendios premeditados contra los negocios y propiedades de prominentes comerciantes peninsulares afectos al partido incondicional conservador. Estos actos generaron una reacción violenta del gobierno español en la Isla. El Gobernador Romualdo Palacio se trasladó a Aibonito y desde allí dirigió personalmente una campaña de violencia y represión contra los autonomistas y separatistas puertorriqueños, conocida como “los compontes”. Policarpo de Echevarría, alcalde de Juana Díaz y aliado de Palacios, estableció en el Barrio Collores uno de tres puestos de la Guardia Civil para combatir y apresar a los desafectos.
El resultado fue más de cien arrestos en Juana Díaz y sus barrios, especialmente en Capitanejo, supuesta sede de la sociedad secreta de “Los Secos”. En la Hacienda Cristina, en el Barrio Tijeras de Juana Díaz se constituyó un Tribunal Militar, al que fueron conducidos los arrestados de Juana Díaz y Ponce, y donde se aplicaron los compontes. Allí también fueron conducidos arrestados varios líderes prominentes del Partido Autonomista, entre ellos, Román Baldorioty de Castro y Herminio Díaz Navarro. En su inicio, lo que hoy conocemos como “los compontes” se conoció como “los sucesos de Juana Díaz”.
Aunque en la distancia, Llorens Torres no estuvo del todo exento de la controversia de los compontes. Su padre, Luis Llorens Echevaría fue uno de los líderes autonomistas detenidos. Sin embargo, pudo probar que se opuso al boicot. En la causa criminal conjunta contra él, Espartano Franceschi Dávila y Lucas Amadeo Antonmarchi, todos líderes autonomistas de Juana Díaz, consta un testimonio de Llorens padre en el que indica que se trasladó del Barrio Collores al pueblo de Juana Díaz a disuadir a sus compañeros de ingresar y apoyar La Bocotizadora.
En las últimas décadas del Siglo XIX, el auge cafetalero de un Collores montañoso contrastaba el carácter azucarero del llano de Juana Díaz. Por sus siembras de café, la cultura económica de Collores era más afín a los municipios de la cordillera (Utuado, Maricao, Adjuntas, Lares, Las Marías, y los barrios septentrionales de Yauco y Ponce). Esa cultura cafetalera era por mucho, la más afluente de Puerto Rico a fines del Siglo XIX, lo explica la alta población del Barrio, y el interés de Juana Díaz por retenerlo. Los intereses cafetaleros gestaron control sobre varios barrios con alta producción de café para ubicarlos bajo la jurisdicción de municipios aliados a sus intereses.
Esta singular complementariedad de llano/azúcar y sierra/café hicieron de Juana Díaz el sexto pueblo con mayor superficie cultivada en 1898 (25,260 h., superado sólo por Utuado, Arecibo, Ponce y Yauco, en ese orden); el segundo con mayor superficie cultivada de caña de azúcar (1,718 h. superado sólo por Ponce); y el décimo-segundo con mayor superficie dedicada al café (1,449 h. superado por Utuado, Las Marías, Adjuntas, Maricao, Ponce, Lares, Mayagüez, Yauco, San Sebastián, Ciales, y Barrios/actual Orocovis) en ese orden. Sin embargo, sólo tres de los grandes pueblos productores de café, además de Juana Díaz, tenían la ventaja de contar con acceso directo a los puertos y a las mejores vías de transporte de los llanos costeros. Por tanto, es de suponer que Collores no sólo aportaba la producción de café –lo que debió contribuir al alto índice poblacional del Barrio– sino que además generaba la materia prima para estimular la actividad comercial de Juana Díaz. La prominente ascendencia de Juana Díaz se confirma con su designación como Villa en 1894.
Mientras todo esto sucedía, Llorens Torres seguía sus estudios en España. Al regresar con su grado en derecho en 1901, encontró un Puerto Rico muy diferente al que había dejado atrás. Tres años antes, la Isla había pasado al control de Estados Unidos; y dos años antes (1899), el gobierno estadounidense había completado su primer censo en Puerto Rico. En él aparece Collores como uno de los veinte barrios de Juana Díaz, con una población de 2,835 personas –más de una tercera parte más que la actual— para entonces el segundo barrio más poblado de Juana Díaz. Sólo Villalba Arriba, en el actual Municipio de Villalba, reportó población mayor a Collores.
La llegada de los estadounidenses y el cierre de los mercados europeos del café, combinado los efectos de huracanes y otros desastres naturales, marcó el fin de la era de oro del café puertorriqueño, y posiblemente significó la decadencia económica y poblacional de Collores. Estos y otros factores tienen que haber influido a que en 1912, Llorens junto a los patriotas Rosendo Matienzo Cintrón y Manuel Zeno Gandía, entre otros, rompieran con los Unionistas y publicaran un manifiesto reclamando la independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos, embrión del posterior Partido de la Independencia, el primero en Puerto Rico bajo el régimen estadounidense.
Mientras tanto, otra independencia se gestaba. Luego de muchos intentos, en 1917 se constituye el Municipio de Villalba, llevándose consigo a siete barrios de Juana Díaz. Como resultado, Collores fue el único barrio septentrional retenido por Juana Díaz: todos los demás pasaron a Villalba. Ahí la extraña forma de cuña alargada del barrio con relación al resto del territorio juanadino. De otra forma, al escribir el Valle de Collores en la parte final de su vida, Luis Llorens Torres no hubiera podido referirse a un barrio de su natal Juana Díaz, sino a un barrio de Villalba. Llorens murió en 1944.
Demografía
El Barrio Collores ocupa el extremo noroeste del Municipio de Juana Díaz. En realidad, es una especie de pico que extiende el territorio municipal de Juana Díaz hacia el interior de la isla, y que crea una cuña alargada de norte a sur entre los municipios de Ponce (oeste) Orocovis (norte) Villalba (este) y Juana Díaz (sur). Como resultado, la única colindancia de Collores con los demás barrios de su municipio es por su región sur.
Collores, con una extensión de 10.5 millas², es segundo barrio más grande entre los 14 barrios de Juana Díaz y cubre el 17 por ciento del territorio municipal. En el Censo del 2010, el Barrio Collores reportó 2,073 habitantes, o el 4 por ciento de los 50,747 residentes de Juana Díaz. Ese año, sólo los Barrios Lomas y Emajagual reportaron una población menor a la de Collores. La combinación de poca población y gran extensión explica una densidad poblacional de apenas 197 personas por milla². Según el estimado del Censo del 2017 (pre-María), esta población se ha mantenido relativamente estable (2,008 habitantes).
Collores es un barrio rural: el más distante del centro urbano de Juana Díaz, y el más adentrado en la Cordillera Central. Sus mayores elevaciones son el Cerro Agostinillo (581 m./1,903 p.) en la colindancia con el Barrio Real de Ponce, y el Cerro La Mesa (de similar elevación) en la colindancia con el Barrio Ala de la Piedra de Orocovis. Parte del Bosque Estatal de Toro Negro ocupa la región norte del Barrio en su colindancia con Orocovis. El Río Guayo cruza el Barrio Collores de norte a sur en su rumbo al Mar Caribe. Dos de sus tributarios, la Quebrada Chiquita y la Quebrada Indalecia, discurren por la región norte del Barrio. Uno de los atractivos naturales más populares del Barrio es el Salto de Collores, una cascada de entre 35 y 49 pies de alto en el Sector Magas.
Toponimia
Collores es un topónimo de origen indígena que hace referencia a la flora. Es un tipo de palma parecida a la jagua pero con espinas, y su fruto. Este fruto es comestible, de color rojo brillante como una cereza por fuera y parecida al coco, y está metido en una nuez dura y resistente de un tamaño aproximado de media pulgada. Por su parte, la palma de Coyur (coyura, coyor, coyol) es una de sólo dos especies en la isla con espinas; es esbelta, con ramas pinadas, largas y anchas y flores color amarillo; y puede alcanzar hasta cuarenta pies de altura. Su hueso negro y duro se utiliza para producir cuentas, botones, sortijas y otros adornos. Sus hojas se utilizan para tejer sombreros.
En sus crónicas, Fernando Miyares (1775) mencionó que el fruto del Collor producía un aceite semejante al de las almendras dulces, que se utilizaba localmente para producir un tipo de chocolate natural, parecido al Cacao. Fray Iñigo Abbad y Lasierra la describió (“coyures”) como “más altas que las de grana, dan su fruto en racimos como éstas, pero son más pequeños igualmente que sus granos amarillos, vidriados, muy duros y redondos, cubiertos de carne como las anteriores, y sirve de alimento a los cerdos”.
En el hablar jíbaro existe la expresión popular “duro como el collor” que describe una persona tacaña, dura y resistente como la fruta. La palabra collor también describe un grano inferior de café, que se seca con la cáscara sin pasarlo por la despulpadora, ya que muchos están verdes y son los últimos de la cosecha.
En las crónicas, Collores aparece con diversas grafías, como Coyores y Cayures. Es un topónimo bastante frecuente en Puerto Rico, que denomina barrios en Jayuya, Humacao, Las Piedras, Orocovis y Yauco. Entre estos, solo los barrios de Humacao y Las Piedras son colindantes. Aunque Juana Díaz colinda con Orocovis, y éste con Jayuya, sus barrios Collores se encuentran a sustancial distancia entre ellos, y no parece haber constituido una sola unidad territorial en la antigüedad. Collores es también un topónimo de sectores de barrios de Ponce (Barrio Maragüez), Bayamón (Barrio Santa Olaya), Guayanilla (Barrio Pasto), Utuado (Barrio Mameyes Abajo); y de quebradas en Aguas Buenas, Juana Díaz, Juncos y Cabo Rojo.
La toponimia nos ayuda a captar la poco documentada historia ecológica de Puerto Rico. Por ejemplo, cómo una especie como la Palma de Collores, cuya extensión y frecuencia se manifiesta en topónimos e hidrónimos antiguos a través de toda la Isla, sea hoy una especie muy escasa y desconocida para gran parte de nuestra población.
Bibliografía Mínima
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