Huertos orgánicos: alternativa insuperable
¿Qué haremos el día en que no lleguen alimentos al supermercado? ¿Estamos preparados para un evento como este? Lo ideal sería ir al patio y cosechar lo que hemos sembrado, pero para la mayoría de la población esto es algo improbable. Hoy día muchos observan con escepticismo o dejadez el cambio climático; la accesibilidad de alimentos de consumo a nivel mundial nos presenta grandes retos que los gobernantes, expertos y la ciudadanía deberían evaluar.
Según nos explicó el agrónomo Franklin Román, agente agrícola del Servicio de Extensión Agrícola (SEA) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, “hemos observado que los efectos negativos en la toma de decisiones sobre el uso de los suelos de alto valor agrícola en Puerto Rico nos ha colocado en una situación crítica en lo que se refiere a la conservación de los suelos y nuestra capacidad para producir alimentos a nivel local”.
Y es que durante las pasadas décadas, nuestro país ha perdido de forma irreversible gran parte de los terrenos que tenían un alto valor agrícola. Desde 1992 al 1998 nuestra Isla perdió unos 280,000 acres. “Los profesionales de este campo debemos estar pendiente a lo que tiene que ocurrir antes y después del proceso de producción y desarrollo de los suelos agrícolas; por eso es importante que los agricultores, las comunidades y los individuos identifiquen sus necesidades y busquen soluciones a través de actividades que propicien la mejor utilización de los suelos”, afirmó Román.
Si revisamos el último Censo Agrícola realizado en Puerto Rico podemos observar cómo se han reducido el número de fincas; el mismo refleja una reducción de un 11% de fincas durante un periodo de 5 años. En el caso de los suelos agrícolas, se observa que en el año 2002 teníamos alrededor de 690,687 cuerdas, mientras que para el 2007 existían 557,528 cuerdas; esto representa un 19% menos del suelo del país destinado a la agricultura para esa fecha. Sin embargo, si tomamos por ejemplo el municipio de Patillas, en comparación con otros municipios, el Censo al que hacemos referencia reflejó que para esa misma fecha este municipio costero poseía uno de los mejores porcentajes en acrecentamiento de cuerdas dedicadas a conservación y cultivo, aumentando a un 31%.
“El municipio de Patillas es uno de los pocos municipios que tuvo un cambio positivo y eso es debido al compromiso de los agricultores y la comunidad, comprometidos en preservar ese acervo de tierras… La agricultura orgánica es esencial en este proceso ya que además de generar un beneficio individual, ayuda a mejorar el entorno y el desarrollo de los distintos ecosistemas”, abundó Román, quien actualmente dirige la Oficina Local del SEA en Patillas.
Los huertos orgánicos, que están en pleno auge, se promueven como alternativa alimentaria. Los alimentos orgánicos se producen con el fin de nutrir el organismo humano protegiendo la salud de los consumidores, preservar el equilibrio ecológico del lugar donde se producen y están libres de sustancias tóxicas o químicos potencialmente dañinos a la salud, además de disminuir el empleo de energía. Los cultivos orgánicos son fertilizados preferiblemente mediante la elaboración de compostas con la finalidad de volver a dar al suelo los nutrientes que entrega a través de los alimentos.
Precisamente en Patillas, una familia dedicada al cultivo orgánico, desarrolla huertos bajo un proyecto educativo y experimental de agricultura orgánica llamado ¡Desde mi huerto!. Raúl Rosado junto a su esposa Ivonne Reverón han establecido en el Barrio Real de Patillas su propia finca dedicada al cultivo de este tipo de actividad agrícola. Raúl, natural de Ponce, buscando un lugar donde establecerse llegó a este pueblo de la Isla sin proponérselo. “Llegué a Patillas por casualidad, vivimos en una pequeña finca recién comprada en las colindancias del Río Patillas que viene del Bosque Carite, lo escogimos por su localización estratégica cerca de San Juan”, nos dijo. Ivonne, al igual que su esposo, estudió hotelería, y luego se iniciaron juntos en la siembra. Ella aplicaba lo aprendido de un viaje que realizara a Costa Rica, donde experimentó con plantas medicinales y eco-aldeas. Raúl por su parte, tras una vivencia íntima se inició en la agricultura y decidió cambiar su trabajo de cocina en la industria hotelera, buscando otras alternativas. “Comencé a hacer huertos caseros para luego poder desarrollar una finca… fue bien interesante comenzar a promover este servicio. Comenzamos con un vivero de plantas, composta, fuimos creciendo, hasta que ya damos cursos completos, talleres de preparación de huertos y dispersión de semillas para personas que quieran aprender o establecer su propio huerto casero en su casa, apartamento o en sus comunidades”.
Ambos comparten las labores administrativas, se ayudan en el proyecto, que es una empresa de familia, junto a su hijo Joaquín de 3 años, que ya disfruta del huerto y la siembra. “Pero él prefiere las gallinas… así que estamos tratando de complementar el huerto con la inclusión de aves y poder usar el estiércol”, expresó orgulloso Raúl, padre también de una recién nacida de nombre Caraya, o luna, en lenguaje taíno. “Practicamos la alimentación vegetariana, llevamos más de 6 años trabajando la agricultura limpia y sana que llamamos orgánica. Nos apasiona trabajar la tierra y comer lo que ella nos provee. Nuestra misión es educar y ayudar a las personas que quieran empezar en la agricultura orgánica o hacer su propio huerto en el hogar”, nos dijo por su parte Ivonne. Para esta familia la agricultura es un bien posible, es una realidad, una apuesta de futuro. “Debemos cambiar esa imagen que se nos muestra en ocasiones de que el agricultor es una persona que sufre bajo el sol; lo cierto es que es un trabajo arduo, intenso, pero tiene grandes recompensas, mucho más allá de un cheque mensual… hay que aprender a vivir de ese proceso”, expresó Raúl.
Su proyecto recibe voluntarios desde otros países que tienen fincas orgánicas y desean viajar, conocer nuevos cultivos y experiencias agrícolas. Según nos explicaron, entre los dueños de finca y los visitantes se hacen acuerdos de trabajo por intercambio, de esa manera llegan personas de todas partes de Europa, Asia, etcétera. “¡Desde mi huerto! es un trabajo de rehabilitación agrícola, desde la perspectiva personal, es conectar a la gente con la tierra más que nada. Porque si lo describes solo como agrícola, la gente piensa en químicos abonos, pesticidas… Es sentir y trabajar la tierra como si fuera uno”, añadió.
Actualmente, Raúl es el presidente de la Cooperativa Orgánica Madre Tierra, organizada en el año 2000, por un grupo de personas que se unieron para buscar alternativas a la alimentación o a la distribución de alimentos que ya existía. Sus facilidades ubican en la Calle César González, Placita Roosevelt, local 469-B en Hato Rey. Entre las actividades de la cooperativa está el Mercado Orgánico, que pronto celebra su décimo aniversario realizándose cada primer y tercer domingo del mes, donde exhiben productos agrícolas, venta de alimentos frescos o preparados, veterinario holístico, clínicas de masaje, plantas, frutas y vegetales, artesanías y música. Según su presidente, esta cooperativa tiene una labor bien especial, porque promueve que el agricultor salga adelante con su cosecha y que venda a precios razonables. Para obtener mayor información sobre el proyecto, el mercado orgánico y talleres puedes visitar su página ¡Desde mi huerto! o llamar al teléfono (787) 202-0392.
[Esta nota se publica gracias a la alianza entre 80grados y Prensa Comunitaria]