Ideología de la austeridad
El Plan de Ajuste Fiscal y de Recuperación Económica presentado por el gobernador exige sacrificios a la ciudadanía alegando que con el esfuerzo austero del país habremos de aliviar, a corto plazo, algunas de las dimensiones de la crisis que nos azota.
Demás está decir que la austeridad reclamada desde La Fortaleza, y con eco en la mayoría de la legislatura del pepedé, sus alcaldes y sus voceros radiales, es selectiva.
A todas luces, la intención no es aliviar la crisis económica y la insuficiencia fiscal del gobierno. Por el contrario, las propuestas favorecen a quienes dominan la estructura económica en prejuicio del resto de la población.
Notemos, por ejemplo, cómo este plan fiscal recomienda, entre otras cosas, eliminar la contribución mínima alterna, un mecanismo que le impuso un nivel de responsabilidad tributaria a las megatiendas establecidas en la isla.
Cuando sumamos el efecto que tendrá sobre el país medidas como esa, junto al desmantelamiento del Estado mediante políticas privatizadoras, como se propone en energía y educación; una reestructuración al sistema de retiro magisterial; y políticas para desmembrar las leyes protectoras del mercado laboral el resultado no es alentador.
Los pronósticos advierten un estancamiento mayor en nuestra economía con efectos nocivos en las condiciones de vida de trabajadores y profesionales, así como en el resto de la población, principalmente jubilados y desempleados.
Si examinamos bien, la receta lanzada por el gobierno puertorriqueño es la misma que experimentaron otros países, principalmente europeos, obsesionados también por reducir sus déficits con políticas públicas austeras.
Se trata de una doctrina –de la austeridad– expandida velozmente por muchos países de Europa hasta convertirse en un dogma para el manejo de las crisis financiera y las deudas públicas.
Paul Krugman, Premio Nobel en Economía, ha estudiado bien los efectos que han derivado esas medidas de austeridad que alentaron recortes en el gasto público, reducción de impuestos a las empresas y flexibilización en las normas laborales.
En su mirada a la experiencia británica y griega, por ejemplo, Krugman concluye que la investigación económica que apoyó el empuje de austeridad se desacreditó en tanto que, contrario a lo propuesto, sus efectos provocaron un empobrecimiento mayor de la población y nunca se logró impulsar el crecimiento económico prometido.
La respuesta efectiva, ha dicho Krugman, debió haber sido una expansión fiscal con programas de estímulo al aumento en el gasto público, tanto para crear empleos como para poner dinero en los bolsillos de los consumidores, al tiempo que hubiera una reducción de impuestos acompañado de un plan de desarrollo económico y una reestructuración de la deuda.
Algo debería enseñarnos la experiencia europea que se arrimó a la ideología austera. Mas no es así.
Al igual que ocurrió con Luis Fortuño, el gobernador Alejandro García Padilla está aferrado a la ideología de la austeridad que suscribe el neoliberalismo como antídoto para atender la crisis fiscal y económica del país.
Primero impuso la Ley de Sostenibilidad Fiscal (Ley 66 de 2014) que, entre otras cosas, redujo beneficios laborales, paralizó convenios colectivos y congeló la fórmula de ingresos de la Universidad de Puerto Rico. Esa medida se acompañó de una secuela de aumentos en varios impuestos.
Entonces, se nos hizo creer que esa receta nos permitiría acceso al mercado de bonos para obtener un préstamo que, a su vez, garantizaría estabilidad fiscal y ayudaría a reducir el déficit. Sin embargo, nada de eso ocurrió.
Ahora se disponen romper unilateralmente las relaciones laborales reduciendo el costo de los despidos, ampliando a un año el periodo de probatoria para nuevos contratados y aumentando el poder del gobierno y la empresa privada para alterar las condiciones de empleo, en lo referido a jornada y salario, lo que tendrá efectos en el poder colectivo de los trabajadores.
El plan también sugiere reestructurar la deuda, sin precisar cómo. Otras estrategias se ciñen a suplicarle al amo de la colonia que se ampare y nos envíe algunas migajas más de fondos federales.