Imaginario social sobre el celeste imperio
El periódico La Democracia, publicó en 1894: “Un chino, pasajero del vapor que va para La Habana, paseaba hoy las calles de esta capital con el traje característico de su país. Escuchamos decir que le seguía un enjambre de chiquillos y personas desocupadas”.1 El Buscapié también publicó una nota sobre la presencia del mismo chino; sin embargo, este periódico señaló: “En el vapor correo iba de pasajero un chino que desembarcó en la capital, vestido con el traje característico de su país. Un enjambre de chiquillos y personas desocupadas le seguían por todas partes creyendo que era un obispo”.
La inmigración de los chinos a Puerto Rico implicó la llegada de un grupo de extranjeros poco usual. A diferencia de otros grupos foráneos que habían llegado, los chinos no compartían un idioma, religión o costumbres habituales en América. Además, estos nuevos inmigrantes poseían rasgos físicos distintos a los ordinariamente vistos en la Isla, entre otras características particulares. Ese desconocimiento racial y cultural fue una de las causas por las cuales los chinos no entraron a Puerto Rico como braceros escriturados.2
En la actualidad muchos ven a China como la primera potencia mundial y a los inversionistas chinos como los salvadores económicos de América Latina; y ahora en especial de Puerto Rico. Sin embargo, lo que pocos conocen, es que los chinos fueron el primer grupo de extranjeros excluidos legalmente de Estados Unidos. En 1882 en Estados Unidos se estableció el “Chinese Exclusion Act”, que fue la primera ley federal estadounidense que excluyó a un grupo migratorio por su nacionalidad. O sea que, la política migratoria de Trump ha tenido antecedentes remotos y secuaces históricos.
Cabe entonces preguntarse, ¿cuál era el imaginario social que existía en la Isla sobre los chinos y su país de origen? ¿Qué decía la prensa de Puerto Rico sobre este grupo de inmigrantes mundialmente conocido? ¿Cómo era presentada su imagen en los periódicos de esa época? Definitivamente, la prensa puertorriqueña del siglo XIX y principios del XX nos ayuda a entender la imagen que se construyó en la Isla sobre los chinos y su país.
Durante el siglo XIX, los chinos en América fueron llamados los “Hijos del Celeste Imperio”.3 La denominación tiene su origen en la dinastía Zhou, quien gobernó en China entre 1050 a.C. y 256 a.C. Durante dicho periodo, florecieron en el país asiático las artes, así como el deseo de los seres humanos de comunicarse con los inmortales. En esta época vivieron los grandes pensadores chinos de la antigüedad, como Confucio, y se inició la literatura china clásica. Los Zhou creían en la fuerza que emanaba del cielo, de allí provenía el poder de los emperadores. Llamaron a su emperador “Hijo del Cielo” y se autonombraron “Hijos del Celeste Imperio”. De ahí que mucha de la prensa de la Isla utilizara esta forma de referirse a los chinos.
En Puerto Rico se publicaron varias noticias sobre las costumbres y modo de vida de los chinos que fueron piezas claves en la construcción del imaginario social sobre ellos. Por ejemplo, el 17 de septiembre de 1890, La Revista de Puerto Rico publicó una noticia sobre las irregularidades en las costumbres de los hijos del Celeste Imperio. Entre los señalamientos se destaca que los europeos se quitaban el sombrero para demostrar respeto a una persona, mientras que los chinos se cubrían la cabeza. Que mientras para los europeos el templo era uno de los espacios públicos donde guardaban mayor compostura, los chinos conversaban en voz alta, reían y fumaban dentro de sus pagodas. Se afirmó que en China los hombres llevaban trenza y las mujeres pantalones. Que en el país asiático la comida comenzaba con el postre y acababa con la sopa, mientras que el vino se servía caliente. Se destacó con curiosidad que dos chinos al conocerse lo primero que se preguntaban era la edad, cosa que entre los europeos se repudiaba. Por lo regular, el europeo tendía a decir menos edad, mientras que el chino se la aumentaba.4 Por último, la noticia enfatizó que el Celeste Imperio era el único país del globo en que no se conocía el baile.5
Otra noticia donde también se apeló a las costumbres chinas se tituló: “Un pueblo raro”. En esta se señaló cómo los chinos hacían todo al revés. Los hombres llevaban el cabello en forma de trenza colgante, mientras que las mujeres lo usaban recogido en un moño. La lengua hablada se escribe y la lengua escrita no se habla. Los libros se leen de derecha a izquierda, y las notas se colocan en la parte superior. El color blanco se usa en lutos y las novias se visten de negro. Entre los chinos el apellido se coloca antes del nombre y los saludos se hacen apretándose cada cual la mano, en vez de estrechar la misma a la persona saludada. Los barcos se botan de costado y para montar un caballo se usa el lado derecho. Empiezan la comida con el postre y la terminan con la sopa y el pescado.6
La disciplina china fue otro de los elementos destacados que formó parte del imaginario social construido en Puerto Rico. El 17 de mayo de 1892 se publicó en La Democracia una noticia del North China Herald, donde se informó sobre la diferencia entre los chinos y los demás pueblos. Según el reportaje, los chinos no tenían nervios. Podían escribir, tejer, tallar o hacer cualquier trabajo durante todo un día, por difícil y aburrido que fuera, sin cambiar de posición ni sentir la más pequeña debilidad o cansancio. “Esta era una cualidad que parecía exclusiva del chino: solo se manifestaba en aquella raza y desde la más temprana edad”. La noticia también enfatizó que en China no existían niños traviesos como en otras partes. El silencio que se notaba en las escuelas era una de las cosas que más sorprendía a los extranjeros. En las horas de recreo, en vez de ponerse a jugar y corretear, se sentaban a conversar y a meditar. El ruido, sin embargo, no les molestaba y podían dormir cómodamente en medio del sonido más espantoso.7
Son muy interesantes las series de artículos que se publicaron en varios rotativos que produjeron la construcción del imaginario social sobre los chinos en la Isla. Por ejemplo, El País, a partir del 13 de julio de 1900, publicó una serie de tres artículos llamada “El Imperio Chino”. En sus publicaciones, se destacó la geografía de China al señalar que su superficie igualaba a Europa. Además, se alegó que el número de sus habitantes era imposible de precisar, pero que era un poco inferior a todos los países de América.
En esta serie de artículos se abordaron temas que iban desde el sistema de gobierno de China hasta su religión basada en Confucio. Sobre su sistema educativo, se enfatizó que las escuelas, puramente laicas, gozaban de un desarrollo extraordinario, por lo que era raro encontrar alguna persona que no pudiera leer ni escribir. También se hizo énfasis en que la nación contaba con 2,000 caminos imperiales, que junto con el gran número de ríos y la amplia red de canales que los enlazaban entre sí, hacían de ella una de las regiones del mundo más rica en medios de comunicación. Describió a la raza china como laboriosa, sobria y ansiosa de riquezas, que no descartaba nada para sacar provecho de su agricultura e industrias. Sin embargo, las inundaciones, las malas cosechas y las luchas internas entre provincias, y a veces entre pueblos, ocasionaban con frecuencia horrorosas necesidades que devastaban al país. Se señaló que, entre 1877 y 1878 murieron cerca de seis millones de personas; lo cual justificó la gran emigración a América del Norte. La serie de artículos terminó señalando que, a pesar de los viajes efectuados por eruditos observadores, se conocía muy poco sobre el interior de China.8
Otra serie de artículos llamado “Carácter Íntimo del Pueblo Chino” se publicó a partir de 1884 en La Instrucción Pública. En esta, se abordó sobre algunas costumbres y características del pueblo chino. Más que nada, se hizo énfasis en el castigo y la obediencia de sus habitantes. Los aspectos delictivos tenían una fuerte sanción legal de acuerdo a su sistema judicial.9
Un elemento característico de los chinos que siempre llamó la atención de occidente fue sin duda su religión. No faltaron noticias que abundaron sobre el particular. Una noticia publicada por La Correspondencia de Puerto Rico señaló que en China los cables telegráficos estaban colocados bajo tierra, no por conveniencia, sino por razones puramente religiosas. Por costumbre, los chinos veneran a sus muertos con el más profundo respeto y consideran un sacrilegio que se hiciera sombra sobre las tumbas de sus antepasados.10
Otras noticias describieron a China como una civilización adelantada, superior y con una completa estabilidad. Según un reportaje de La Instrucción Pública, esto se debía al principio religioso dominante que existía en aquel país. Según describió el artículo, los chinos no poseían ninguna noción de Dios, ni la palabra se encontraba en su lengua, sino que sabían únicamente que existía una fuerza universal, el cielo, que dominaba a toda la naturaleza. El emperador era hijo de esta fuerza, por lo que era el único que estaba en relación directa con ella. Por ello, se explicó que, de esta manera los chinos confundían la potencia espiritual con el poder temporal.11
Otros periódicos hicieron referencia a noticias que aseguraban que en China existía el canibalismo; así como, el consumo de perros y gatos. Esta visión alimentaria negativa de los chinos estaba acompañada de elementos que argüían poca higiene. El 16 de agosto de 1894, El Buscapié publicó una noticia sobre una epidemia que atacaba de forma horrible a los habitantes de Hong Kong donde morían centenares de personas a diario. Según la noticia, lo alarmante era que muchos de los chinos, que huían de la enfermedad, transportaban los gérmenes y la extendían por donde quiera que pasaban. Se destacó que, tampoco contribuían las pésimas condiciones de salubridad e higiene que acostumbraba tener la población china. Así, describían a estos como verdaderos focos de insalubridad.12
En la prensa del siglo XIX no faltaron anuncios haciendo alusión a los chinos. Diversos anuncios de tiendas y proveedores utilizaron el elemento oriental en sus promociones.
“Los chinos que hace poco estuvieron en esta Capital solicitaban con insistencia “El popular”, depósito de Américo Salas, calle de la Cruz número 10 pues traían noticia de la China de que en ese establecimiento se vendían zapatos baratos y al efecto compraron muchos pares”.13
Son varios los anuncios de reconocidas tiendas de ropa y calzado del periodo que no dudaron en utilizar las imágenes de los chinos para promocionar sus productos y comercios. Anuncios que componen lo convencional del periodo, una muestra del uso de lo asiático en la persuasión del sector comercial. Incluso, hasta el famoso Pepe Cid utilizó el imaginario social de los chinos para promocionar sus famosos sombreros.14
“En Pekín falleció un chino millonario, dejando su fabulosa fortuna para que fuese repartida entre todos los que resultasen ser sus parientes. Todos los periódicos del Celeste Imperio dieron la noticia; pero hasta ahora el único pariente que se ha sabido tenía el chino millonario es Pepe Cid, y eso que el parentesco viene de que el difunto chino no usaba otros sobreros que los que se venden en El Clak ¡Quién hubiera creído que hasta en la China estuviese Pepe Cid con su Clak!”15
Pepe Cid y su sombrerería “El Clak”, ubicada en la calle San Francisco número 51, se caracterizó por la singular publicidad que desarrolló para su establecimiento.
No faltaron las noticias que resaltaran uno de los apodos más comunes: “el chino”. Del pueblo de Manatí llegaron noticias del arresto de Juan Escobar, alias “el chino”, autor de varios robos. Sin embargo, el apodo o alias de “el chino” no era exclusivo para las personas, también se utilizó para nombrar animales de pelea. Una noticia destacó una prometedora contienda gallística, donde los campeones Trampolín, Bolero, As de Oro y Chino, se enfrentarían.16
Históricamente el imaginario social sobre la inmigración china al mundo ha experimentado varias etapas. En la época de la Ilustración, se representaron como “forjadores de sabiduría”. Durante el proceso de la expansión colonialista del siglo XIX, se convirtieron en el “peligro amarillo”. Y, con el establecimiento de la China Popular, fueron identificados como el “peligro rojo” que amenazaba con invadir al mundo como hormigas.
Los chinos no solo han sido representados como expertos en las milenarias artes marciales y poseedores de una legendaria sabiduría oriental, sino que también se les ha reconocido como una amenaza económica que podría debilitar la economía occidental.
En Puerto Rico existe evidencia sobre muchos elementos que incidieron para la construcción de un imaginario social sobre China y sus habitantes. Todas las noticias, reportajes y anuncios citados fueron publicados en periódicos de la Isla durante el siglo XIX y principios del XX. La prensa promovió visiones particulares sobre el país asiático, que pueden clasificarse en varias vertientes. Se presentó la cultura china como algo exótico y hasta extravagante, acompañado de una estructura de gobierno fuerte, disciplinado y con creencias religiosas muy distintas a las occidentales. La cultura y la educación de los chinos fueron vistas como superiores, implicando que debían emularse. Sin embargo, la higiene, la salud y la alimentación eran vistas como algo bárbaro y negativo.
La prensa en Puerto Rico realizó un gran esfuerzo por crear un imaginario social sobre China y los chinos. Sin embargo, esta construcción del imaginario estuvo plagada de visiones contradictorias. No existió un elemento fijo que caracterizara a los chinos, sino ambigüedad. Muy probablemente esto fue parte del desconocimiento que existía sobre el país asiático. El mismo que impera actualmente, con excepción de los masivos medios de comunicación, del Internet y el impreso “Made in China” tan común en la mayoría de los artículos de consumo general.
Aunque en la cosmovisión de la prensa en Puerto Rico hubo espacio para la superstición y la publicación de datos erróneos sobre China y sus habitantes, es importante reconocer su labor durante el siglo XIX y principios del XX en educar y proyectar noticias internacionales en la Isla. No todo lo informado sobre el país asiático y sus habitantes era completamente cierto. Se resaltó mucho su alimentación extraña, se exageró la figura del emperador y se desarrollaron burlas sobre sus prácticas religiosas. Es menester tener presente que en ocasiones la prensa exageró los hechos y noticias sobre los habitantes del Celeste Imperio. ¿Será que esto ocurre todavía?
- La Democracia, 22 de noviembre de 1894, p. 3 [↩]
- Véase el artículo, El gran dilema: la introducción de trabajadores chinos a Puerto Rico. En 80grados, http://www.80grados.net/el-
gran-dilema-la-introduccion- de-trabajadores-chinos-a- puerto-rico/ [↩] - Humberto Rodríguez Pastor, Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900): migración, agricultura, mentalidad y explotación. Lima, Perú: Instituto de Apoyo Agrario, 1989. [↩]
- En China, el joven trata de igualar la posición y dignidad que son propias de las personas mayores. Los envejecientes se veneran por su sabiduría, conocimiento y experiencia. [↩]
- Revista de Puerto Rico, 17 de septiembre de 1890, p. 567. [↩]
- Diario de Puerto Rico, 1 de enero de1894, p. 2. [↩]
- La Democracia, 17 de mayo de 1892, p. 3. [↩]
- El País, 13 de julio de 1900, p. 2; 14 de julio de 1900, p. 2 y 16 de julio de 1900, p. 2. [↩]
- La Instrucción Pública, 17 de agosto de 1884. p. 259; 24 de agosto de 1884, p. 260 y 31 de agosto de 1884, p. 276. [↩]
- La Correspondencia de Puerto Rico, 27 de junio de 1894, p. 3. [↩]
- La Instrucción Pública, 16 de octubre de 1881, pp. 347- 349. [↩]
- El Buscapié, 16 de agosto de 1894, p. 3. [↩]
- La Correspondencia de Puerto Rico, 6 de marzo de 1895, p. 3. [↩]
- Rafael A. Torrech, “Prensa, publicidad y opinión pública en Puerto Rico durante la Guerra Hispanoamericana” en Revista de Historia. Año III, número 5 y 6, pp. 63-96. [↩]
- La Correspondencia de Puerto Rico, 4 de febrero de 1897, p. 3. [↩]
- La Correspondencia de Puerto Rico, 20 de enero de 1891, p. 2. [↩]