La escuela agonizante: segunda parte de La obsesión de medir
La escuela, una de las instituciones de encierro, está en crisis permanente y en reforma permanente como otras: hospital, prisión, familia. En Puerto Rico, como resultado de los proyectos de reformas educativas presentadas anteriormente, hasta existe una ley orgánica (149). Con razón las maestras han señalado que lo que hay que hacer es cumplir con esa ley. Cuando sean imperiosas las soluciones cookbook se puede leer esa ley. Y si no se cumplió esa ley por qué esperamos que la supuesta reforma propuesta, proyecto 1456, otro proyecto de ley, estimule a cumplir lo que está escrito, cuando de hecho ignora cuestiones planteadas en la ley orgánica. Lo que está escrito en ese proyecto es muy preocupante y no acentúa la escuela púbica, al contrario, la minusvalora, la menoscaba. Las soluciones jurídicas (pensemos en una ley con un título que fascina No child left behind) han causado estragos. Se fundamentan en premisas equivocadas, como eso de que la escuela pública ha fracasado, la escuela pública no sirve, la escuela pública es un desastre. ¿Enqué evidencia se fundamentan? En Puerto Rico, ¿se hacen investigaciones sobre este asunto? Esas aseveraciones, ¿se fundamentan en una prueba estandarizada encubridora de los advenimientos de una sala de clase? Esta conclusión de que la escuela pública no sirve, el maestro no sirve y los estudiantes son violentos es delusoria y no la acepto como argumento. ¿Por qué se repite que la escuela privada, con currículos por cierto casi idénticos a la pública, aunque a veces caducos, algunas con lineamientos y rutinas fundamentalistas insoportables para niños y jóvenes, con maestros muchas veces de menor preparación que los de la pública, trabajando en la precariedad del trabajo temporero, es mejor? ¿Mejor en qué? ¿Qué estudios se han hecho o qué análisis con evidencia argumentativa? Encontramos, como en el mito de la caverna, sombras fluidas, lugares comunes elevados a veredictos. Ya lo han explicado, con la autoridad de su formación académica y de los muchos años de admirable lucha las portavoces de las organizaciones magisteriales, la Dra. Aida Díaz y la profesora Eva Ayala.
El tema de la crisis de las instituciones de encierro se encuentra elaborado en los textos de Michel Foucault2 y Gilles Deleuze, entre otros. Recordemos algunos planteamientos. La escuela y las otras instituciones mencionadas pertenecen a una tecnología política disciplinaria del siglo XlX. Fueron idóneas para individualizar el poder y sujetar, para producir una política anatómica. Una forma de disciplinar que tiene que ver con los cuerpos. Esto así, porque a partir del siglo XlX, ya no era necesario utilizar la tecnología política anterior de las sociedades jurídicas del siglo XVll y XVlll (tribunales, la ley y el aparato judiciario). Entonces en la era de la sociedad disciplinaria se utilizó la medicina, la psiquiatría y la psicología como dispositivos de sujeción. Después, a partir del siglo XX y luego en el siglo XXl estamos inmersos en las sociedades del control, productoras de una bio-política que ha puesto en crisis a todos los lugares de encierro. Desde entonces se ha pretendido reformar, para administrar su agonía, entretener a las personas hasta que se instalen las nuevas fuerzas mencionadas.
Para decirlo concisamente, pasamos, de ser los sujetos encerrados de la sociedad disciplinaria a ser los sujetos endeudados de la sociedad del control, porque la deuda encierra sin necesidad de barrotes. El instrumento de control social principal es el marketing y en lo que atañe a la escuela la consigna es introducir la empresa en la escuela, como escribe Deleuze, la instalación progresiva de un nuevo régimen de dominación. Ya no se trata de disciplina, se trata de control. Ya no sería necesario que los estudiantes se sienten en una fila de pupitres, puesto que la tecnología informática permitirá un control continuo, ilimitado y una gran eficiencia (En Japón con chips o etiquetas inteligentes implantadas en los cuerpos de los estudiantes se transmite a sus padres el mensaje de texto que indica que están en la escuela). Pero la escuela está en proceso de mercantilización. Ya las universidades lo habían iniciado, como bien nos ilustró George Ritzer en su texto The Macdonalization of education. Nuestras universidades son muy solícitas para dejarse dominar por las empresas. De hecho, en Puerto Rico la mayoría se conciben alegremente como corporaciones empresariales, aunque algunas se revistan de apariencia religiosa. Si no pagas la costosa matrícula, no hay educación y no te salva ninguna deidad, porque a las deidades también las pasaron por la lógica del mercado.
En Puerto Rico, a esta altura, en la segunda década del siglo XXl, maestras y estudiantes habitan una planta física típica de una sociedad disciplinaria del siglo XlX, y al mismo tiempo, son asechados por los espíritus empresariales. Los estudiantes poseen más tecnología digital en sus dispositivos electrónicos que la existente en las escuelas. Es por esto que los reformadores y los buitres de las compañías que asechan a las escuelas prometen tablets, computadoras e internet de banda ancha, para atraer a los clientes. No puedo evitar pensar que con los millones que se han robado, era suficiente para pagar la tecnología, el internet de banda ancha en todas las escuelas y para que cada alumno trabajara en una pc, como hizo Brasil en el año 2009. Lejos de este sueño, han sido las maestras con sus propios recursos: pc, tablets, ipad, las que han tratado de superar esa fisura, esa brecha digital.
Los reformadores, personas institucionales por excelencia, con la mística de los llaneros solitarios: risa teatral y poses mediáticas junto a niños, saben que los incautos investirán la propuesta si miran los videos que la acompañan. Se observa una nébula de estadísticas (en Puerto Rico las estadísticas son una asignatura pendiente) revestidas de sensacionalismo que repite un lugar común, una frase que seduce: los estudiantes son el centro del sistema educativo. ¿En serio? Esta frase se parece a la de Los niños son primero. Recordemos que cuando los niños fueron primero quedaron últimos, especialmente los estudiantes de educación especial. Esta frase olvida que maestros y estudiantes, inmersos en un complicado sistema educativo, se construyen simultáneamente. El centro es flotante, ¿es el dinero de los fondos federales? En un sistema, el centro es lo que mueve o es un espacio vacío. Con estos gestos de lo que Guy Debord denominó la sociedad del espectáculo quieren introducir de golpe y sin escuchar las voces de quienes viven en el interior de cada escuela (únicas en su configuración), la parafernalia de la gestión estratégica. Un intento de encajar las inducciones y los dispositivos pedagógicos típicos de la sociedad de control, del gerenciamiento: entrar la empresa a la escuela, el espíritu empresarial en todos los espacios educativos, la supuesta evaluación creativa y el liderazgo adaptativo. Como escribió Silvia Grinberg,3 esta pretensión intenta lograr que la desigualdad educativa se convierta en una tarea de gestión. Sin hablar de la fila de interesados sin fines de lucro, que ya esperan para repartirse las escuelas.
El proyecto de reforma propuesto puede tener la consecuencia de crear ghettos en el sistema educativo público, nombrados con una argucia: el eufemismo de escuelas líderes. Si revisamos lo que ha ocurrido en muchas escuelas de los Estados Unidos, como se nos relata en el texto Teaching as Defiance, ((Teaching as a Defiance. Rethinking Schools (2015).))notamos que en muchas escuelas charter seha sustituido en el espacio-tiempo lectivo: la imaginación, las estrategias lúdicas, la creatividad, la colaboración, la curiosidad, el pensamiento crítico, por un método conductista: escalitas de medición que los estudiantes aborrecen y los educadores padecen. Esto porque según los reformadores, la escuela para ser exitosa debe ser una escuela corporativa con una lógica de mercado.
El examen, dispositivo pedagógico cuyo origen se remonta al siglo XlX, se sustituye por la evaluación continua que se promueve en la óptica de la gestión, conforme a la sociedad de control. No obstante, para decir que las escuelas no sirven y que la crisis educativa nos arropa, se utiliza la estrategia del examen: pruebas estandarizadas, la prueba puertorriqueña o Metas-PR como instrumentos para plantear una profecía autorrealizable: aprovechamiento académico deficiente. A mi juicio, en Puerto Rico no solamente habría que auditar la deuda para saber si es como se dice, cuánto es y quién hizo qué, sino que habría que hacer algo similar en el campo educativo: investigar si eso que se nombra como aprovechamiento académico, es como lo catalogan los reformadores, deficiente, un desastre, etc. No me parece que sea así y por esto cuestiono el uso de una prueba estandarizada como la medida para evaluar una experiencia educativa de tantas dimensiones y niveles. Una puntuación en una escala ordinal, ¿sustituye como información pedagógica a las evaluaciones de la maestra, sus rúbricas de cotejo, sus pruebas diagnósticas, el proceso de avalúo, sus planes instruccionales, su conocimiento del contexto de vida del estudiante, los eventos pedagógicos durante el semestre, la ubicación del estudiante según los marcos curriculares, las expectativas y los estándares, etc.?
Un estudiante analítico con un dominio de temas curriculares contemporáneos puede no pasar un examen de conocimiento tradicional, simple y estereotipado. Participó en clases excelentes pero se le sometió a un examen irrelevante y forastero a su experiencia didáctica. Otra asignatura pendiente es auditar los protocolos de prueba y revisar cómo fue hecha vis a vis el currículo, los estándares y las expectativas. Porque sabemos que son manejadas por corporaciones con una lógica de mercado como otra cualquiera. El hecho de que maestros de escuela pública participen en ese proceso no hace a la prueba un instrumento confiable y válido. Hay que ver los detalles y cómo se ata al currículo. El dominio del currículo no es unitario. Los estudiantes no pasan de un nivel a otro con automatismo sino que llegan con rezago y con toda la influencia de su historia de vida familiar. Por esto, este tipo de prueba de aproximación psicométrica es muy simplista.
Cuando estamos en una escuela vivimos simultáneamente en dos dimensiones, en una escuela analógica y en un mundo digital. Aunque suena dualista, lo utilizo para iniciar el análisis. Presenciamos unos dispositivos pedagógicos analógicos: pizarra, tiza, filas de pupitres, rutinas estereotipadas y sucesivas de la sala de clase, ritos disciplinarios jerárquicos, y conjuntamente, presenciamos una sociabilidad digital con dispositivos electrónicos, simultaneidad de imágenes visuales y auditivas, aplicaciones en los celulares, etc. Cuando visitamos una escuela, especialmente si es superior, ya no vemos como antes, grupos de estudiantes en conversación, sino estudiantes aislados que miran una pantalla o grupos en diálogos monosilábicos. Cada uno mira su dispositivo electrónico. Mientras la maestra da la clase, con tiza y pizarra los alumnos miran a las pantallas de sus dispositivos electrónicos, escuchan sus podcasts, navegan, etc. En lo que se ha denominado como una sociabilidad líquida. Ofrecemos una clase predominantemente auditiva en el mundo socializado del imperio de las imágenes visuales.
No sería exagerado decir que los alumnos descubrieron primero el mobile learning. Los dispositivos pedagógicos analógicos, como elaboró Grinberg, requieren: cuerpos dóciles, obedientes, esforzados, trabajadores, útiles y los dispositivos pedagógicos digitales producen cuerpos ávidos, ansiosos, flexibles, performáticos, hedonistas, narcisistas, hiperactivos, mutantes, consumidores. Ya los cuerpos no son tan dóciles ni esperan el éxito que les dará en el futuro, el trabajo: ya no es así. Los estudiantes notan que estamos en una época de precariedad laboral. Notan el desplazamiento de la cultura letrada, pues podemos encontrar personas sobre cualificadas en empleos temporeros, personas con una preparación académica impresionante, sub empleados y en el peor de los casos, desempleados. Los estudiantes presencian la declinación de la cultura letrada, que se hace concreta cuando se les repite un enunciado de conocimiento instrumental: —si estudias humanidades o ciencias sociales no encontrarás trabajo, tienes que estudiar ciencias, tecnología, contabilidad, administración de empresas, etc. Sabemos por ejemplo que en algunas universidades los departamentos de estudios hispánicos han sido amenazados de desaparición.
La forma de dominación en esta sociedad de control nos supera: una red de conexión digital que derrumbalos muros de las instituciones de encierro. Ya no se necesita el encierro para la sujeción. Recordemos el título del texto de Foucault: Las redes del poder. ¿Saben los reformadores que la escuela analógica agoniza o no solamente lo saben sino que quieren contribuir a su fin? ¿Por qué el criterio del cierre de escuelas públicas en Puerto Rico no fue, como oí recomendar al profesor Molineli, la fragilidad y el peligro en caso de terremoto? La escuela, ¿es el último espacio de resistencia, al mantenerse analógica cuando el control digital es casi totalitario? Como dice Grinberg la desgubernamentalización del estado no es falta de gobierno pues es un desplazamiento de las funciones del gobierno a la comunidad, la sociedad civil, la familia, las corporaciones sin fines pecuniarios, ¿las cooperativas?, las tecnologías del yo. Cuando para defender su reforma los reformadores repiten: —las escuelas seguirán siendo del estado, sabemos que lo que dicen es una media verdad, pues por la cocina ya entró la empresa y sus dispositivos. Después de todo el estado es un rehén del financiamiento empresarial. Eso de que siga siendo pública es una frase de difusión porque sabemos que el capital privado está en escuelas y universidades como la sangre en las venas. Las máquinas de refrescos en escuelas y universidades, ¿no están desde los años 80? Pero esas máquinas fueron una metáfora de la maquinaria privatizadora, visible e invisible, que se acercaba.
Una transformación educativa, ¿puede ser llevada a cabo por llaneros solitarios omniscientes, portavoces de unas redes del poder que quieren privatizar por encima de todo lo que compone el sistema? Aún predomina en el imaginario social el deseo de líderes mesiánicos. Recordemos que Paolo Freire, Iván Illich, Maria Montesori, Jean Piaget y maestros como Jaime Escalante, no se concibieron precisamente como reformadores mesiánicos. Al contrario, lo primero que ofrecieron fue una pedagogía crítica. No empezaron el diálogo con soluciones sino con preguntas. El imaginario de una sola persona que transforma es una metáfora poderosa de otras épocas, que desfigura aunque persiste, que repele y a la vez fascina. Los superhéroes casi siempre son hombres redentores: Zorro, Superman, Batman, el Llanero solitario. Ya no somos ingenuas. Los reformadores deben entender que sin la participación de maestros y estudiantes no hay cambio educativo posible, que la transformación de las formas de conocimiento ya se inició y ellos no la entienden, que la fuerza de las redes puede ser más poderosa que su intento de construir imágenes útiles para campañas políticas. La investidura estereotipada de una gestión de llanero solitario trotando de pueblo en pueblo para promover su reforma educativa ya no obnubila, espero. Tenemos que respetarnos a nosotros mismos, a nuestra capacidad de discernimiento.
La red es más poderosa que los nodos. Si el poder está organizado en redes, imagino que la resistencia puede estar organizada de igual modo. Si la escuela como institución de encierro ya no es relevante para las nuevas formas de poder y por lo tanto se va a dejar agonizar poco a poco, ¿qué formas de educación surgirán y cuáles serán los retos de las educadoras? ¿Se ha desplazado el papel del maestro? Las maestras y maestros han intentado integrar la tecnología y navegan entre las estrategias analógico-digitales, con sus propios recursos. Sabemos que los recursos en tecnología y materiales, no han llegado a las escuelas a pesar del presupuesto que le asignan al sistema de educación. ¿Sabrán los reformadores que una maestra con una aplicación de celular podría transmitir una clase como videoconferencia a la clase de otra maestra en otra escuela?, ¿Por qué no se hace cotidianamente? No hace falta que expertos en tecnología con contratos millonarios expliquen cómo hacerlo. Mis grandes maestros en tecnología han sido estudiantes de escuela superior pública, que he tenido el privilegio de conocer en bibliotecas públicas. No hace falta la privatización para integrar esta experiencia. ¿Por qué la insistencia en privatizar y a quién beneficia?
No podemos ocultar que está en proceso un cambio en los dispositivos pedagógicos y en las subjetividades que estos producen. Pero esto último rebasa la escuela por ser un cambio en la configuración sociopolítica y económica, lo que se ha nombrado como neoliberalismo. Como se señaló en el texto mencionado, enseñar en este contexto es un desafío. Podemos añadir que supone una gran valentía. De igual forma cuestionar en Puerto Rico es un anatema a diferencia de cuestionar en los Estados Unidos, donde existe una tradición crítica que ha detenido muchos despropósitos pedagógicos. Recordemos los estados que no aceptaron regirse por la ley No child left behind. Recordemos la resistencia de los educadores y de los padres que se negaron a someter a sus hijos a esas pruebas. Aquí el credo de que ni la escuela ni los maestros sirven se repite como una certeza, como un dogma. Un imaginario social de consenso muy sospechoso que nos puede ofuscar, pues parece una confabulación mercadotécnica. Es aceptar como una verdad que la única forma de educación tiene que ser forzosamente de alma y espíritu empresarial. Esto quiere decir que la primacía está en la lectura rápida, fast education y no en la lectura lenta y el pensamiento potenciado.
He notado en escuelas de la zona central de la isla, pizarras electrónicas en los salones. También he visto escuelas que no tienen casi ninguna tecnología digital excepto la que llevan estudiantes y maestros. En ambos contextos es posible ayudar a los estudiantes en el dominio de las destrezas básicas. Sin embargo, lo que suscita la agonía de la escuela es esa fuerza que nos rebasa y que ya tiene la tecnología diseñada en espera de la gestión que ejecute y prescinda de los salones cerrados y de los maestros: que deseche la escuela como la conocemos desde siglos pasados. Si se desecha la escuela como un lugar para potenciar el pensamiento y las relaciones dialógicas presenciales: ¿tendremos una escuela digital adormecedora, robótica, con una red omnipresente reguladora de los afectos y aliada en la conducción de las conductas?
La defensa de una escuela pública es la defensa del derecho a la educación. Pero subrepticiamente ese derecho puede convertirse en una utopía paralizada por el inicio de una ruta privatizadora. Convertir un determinado número de escuelas en ghettos de supuesto liderato, no es una solución que asegure la calidad en la educación, al contrario, es discriminatorio, entre otras cosas. Es hacer que todo cambie para que todo siga siendo igual. Aunque sus protagonistas no vean ningún problema con esta gestión.
La agonía de la escuela existeporque la escuela no ha muerto. Las experiencias de una escuela viva no las relata la sociedad del espectáculo. Experiencias fascinantes se viven día a día en el silencio. Experiencias pedagógicas que no encajan en una escalita métrica. La escuela puede renovarse como un espacio que resista y desafíe las intervenciones insidiosas de los rapaces que la quieren convertir en nichos para capitalizar. Vale recordar la pregunta que se hizo la educadora Silvia Grinberg, de si es posible una escuela post-disciplinaria. En el cruce de caminos en que nos encontramos muchas respuestas son posibles. Pero cada vez que se anuncia una reforma es como si un huracán atravesara la escuela. En momentos de crisis y amenaza de muerte, esa urgencia impide ver el horizonte. No hay que temer a la transformación de la escuela como institución típica de la sociedad disciplinaria. De hecho, siempre sufrimos esa función normalizadora, muchas veces en los márgenes. Pero casi siempre sabemos cuándo se presenta una transformación espuria que quiere, como dijo Jean Baudrillard hacer parecer verdad un imaginario que minusvalora la escuela. Las transformaciones educativas no son huracanadas, suele ser lentas, ocurren sin que nos demos cuenta.
Los huracanes pasan y se convierten en un mal recuerdo. Pero los huracanes reformistas dejan oportunidades: la de defender nuestro espacio pedagógico de intervenciones utilitarias. Defender el derecho que tiene un estudiante de aprender sin acoso en un espacio-tiempo no discriminatorio, participativo, sensible a las diferencias y los estilos de aprendizaje. Aprender con rigor académico. El derecho de aprender con alegría en forma gratuita, en un espacio donde puedan coexistir diversas estrategias pedagógicas tanto analógicas como digitales. El derecho de aprender en un espacio sin el ruido que producen los espíritus empresariales, que también pasarán.
- Deleuze, G (1991) Postdata sobre las sociedades de control, en Ferrer, C. (Comp.) El lenguaje lliterario. Nordan: Montevideo. [↩]
- Foucault, M (1991) Las redes del poder, en Ferrer, C. (Comp.) El lenguaje literario. Nordan: Montevideo. [↩]
- Grinberg, S. (2006) Educación y gubernamentalidad en las sociedades del gerenciamiento. Revista argentina de sociología, 4 num. 6 Unsam [↩]