La histeria del Zika
Esto no sorprende porque el mosquito que transmite la enfermedad es el mismo (Aedes aegypti) que lleva el dengue, virus que ha estado por estos lares desde hace 40 años, y el chikungunya, que nos visitó por primera vez en 2013. En noviembre de 2015, cuando el virus circulaba por la sangre de alguien que vino a Puerto Rico, o se relamía de anticipación algún mosquito en las entrañas de un avión del que emergió al aeropuerto mexicano de San Juan, la revista Science (27 noviembre 2016) dio la noticia de la epidemia apuntando al hecho que, a pesar de haber infectado a más de 600,000 personas (presuntos y probados) en más de 30 países, no había causado ¡ni hospitalizaciones ni una sola muerte! Este dato es particularmente importante porque esa fue la misma experiencia (cero hospitalizaciones, cero muertes) en Yap donde se comprobó, midiendo los anticuerpos contra el virus, que 73% (8,337 personas) de la población había sido infectada.
Hasta lo que va de año en Puerto Rico se han reportado 2,387 casos (entre los que figuran 339 embarazadas) y, como Puerto Rico es la isla estrella, tenemos 44 hospitalizaciones, 16 casos de Guillain Barré y una muerte. Por supuesto, esto es motivo para que la “emergencia médica” que vivimos nos haga diana de la fumigación desde el aire con un veneno que puede resultar peor que la enfermedad.
1. Muerte por Zika
Hablemos primero de la muerte que nos puso en todos los medios de comunicación. En el norte hicieron fiesta con la isla, a la que llamaron el “epicentro de la enfermedad” (algo que está más lejos de la verdad que el recién descubierto planeta del nuestro) en varias estaciones de TV incluyendo CNN y MSNBC, y los noticiarios en las estaciones de TV de Nueva York que vi con mis propios ojos. En mayo 5, El Nuevo Día publicó la noticia de “la primera muerte confirmada” por Zika. Pero lo que dice la noticia debería llevar a concluir a cualquiera que sepa bien su medicina que el sujeto no se murió de eso. Que estuvo infectado con el virus podría ser cierto (he comenzado a dudarlo), pero el hombre tenía hipertensión severa que fue tratada en el hospital antes de que se fuera a la casa, donde se desplomó y se dio en la cabeza. Supuestamente tenía plaquetas bajas, pero eso es típico de dengue, no de Zika.
Además, necesitaríamos ver los resultados y cómo se contaron las plaquetas antes de aceptar eso como causa del sangrado. En la autopsia tenía un sangrado intracerebral que le causó la muerte. Sorprende que a una persona mayor con alta presión, a lo mejor tratado incorrectamente, que se cae y se da en la cabeza y murió en febrero se diagnostique en retrospección que murió de Zika. Le escribí a El Nuevo Día y al ex secretario de Salud, Johnny Rullán, presentándole mis argumentos por lo cual desconfiaba que esta muerte fue causada por el Zika. No recibí respuesta.
2. Guillain Barré (mucha de esta información puede ser leída en la página del National Institute of Neurological Disorders and Stroke – ninds.nih.gov)
El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno del sistema inmunológico en el que el cuerpo ataca el sistema nervioso periférico. En otras palabras, autoinmune. Puede ser causado por muchas cosas, incluyendo virus. Aunque a veces puede poner en peligro la vida, la mayoría de los pacientes se recuperan, incluyendo los casos más severos. Algunos pacientes continúan teniendo un cierto grado de debilidad por la afectación del sistema nervioso. Según los Institutos Nacionales de Salud, es una enfermedad rara y aún no se sabe todo lo que la desencadena. La relación con virus es conocida, pero no se sabe exactamente qué es lo que hace el virus. Se presume que altera las células nerviosas del sistema periférico y eso hace que el cuerpo las ataque.
Porque otros desórdenes tienen síntomas similares a los del síndrome de Guillain-Barré, los médicos tienen que examinar e interrogan a los pacientes cuidadosamente antes de hacer un diagnóstico. Esto incluye no mencionarles la posibilidad de que han tenido algún virus a menos que el paciente no supla esa información espontáneamente. (“Your leading the witness”, habría dicho Perry Mason, si el médico le sugiere el diagnóstico al paciente.) Colectivamente, los signos y síntomas forman un cierto patrón que ayuda a los médicos a diferenciar el síndrome de Guillain-Barré de otros disturbios. Debido a que las señales que viajan a través del nervio son más lentas, una prueba de velocidad de la conducción neuronal (NCV) puede ayudar al médico en el diagnóstico. En los pacientes del síndrome de Guillain-Barré, el líquido cerebroespinal que baña la médula espinal y el cerebro contiene más proteína de lo normal.
La pregunta obvia es, ¿estamos seguros que tenemos 16 casos de Guillan Barré? ¿Quiénes los diagnosticaron? ¿Los vio un neurólogo o las diagnosticó un generalista? ¿Se les ha hecho medición de proteínas en el líquido cefalorraquídeo o conducción neuronal? ¿No tienen estos pacientes evidencia de más ninguna causa para la enfermedad? La razón por la cual hay que insistir en estas cosas es porque todo esto se ha usado para hacer de Puerto Rico un foco ¡maligno! de la enfermedad y un motivo para fumigar, acción que mata insectos indispensables para el sistema ecológico donde vivimos.
3. El embarazo y el Zika
El 11 de diciembre de 2015 Science reportó el dramático aumento en defectos congénitos, particularmente uno bastante raro en que el cerebro del feto no se desarrolla y la cabeza es más pequeña de lo normal llamado microcefalia. La posible asociación con Zika provino del hecho que se encontró el virus en el líquido amniótico de dos fetos que fueron diagnosticados con microcefalia por ultrasonido y en los tejidos de un bebé que murió horas después de nacido. Ya para enero 8 de este año en el noreste de Brasil los doctores reportaron casi 3,000 casos en un periodo de tiempo en el que normalmente se ven 150 casos. Curiosamente, algo que no se ha destacado en los medios: la mayoría de los bebés con microcefalia sus madres NO dieron positivo para Zika.
Ese resultado se ha racionalizado para concluir que sí es resultado del Zika. Algunos argumentos han sido: que los títulos disminuyen antes de que los midan; que los métodos aún no son lo suficientemente sensibles; que si han tenido dengue antes eso modifica la fuerza de la respuesta inmunológica contra el Zika. En otras palabras, especulaciones. Desafortunadamente, ya para fines de diciembre a principios de enero, se habían reportado casos de Zika en Puerto Rico, y comenzó la locura.
Un problema principal con todo lo referente al Zika es que el virus no produce mucha sintomatología y puede pasar desapercibida. Pero en Puerto Rico muchas veces la gente sufre enfermedades a base de lo que oye, y se declaran víctimas de ellas sin que haya mucha evidencia. En el caso de dengue y chikungunya los hallazgos clínicos son lo suficientemente conocidos para que un buen clínico los diagnostique. Pero, la única verdadera evidencia de esos dos virus y el Zika es medir los títulos virales y los anticuerpos contra el virus.
No quiero que me mal entiendan. No estoy minimizando lo terrible que debe de ser para una madre tener un bebé microcefálico. Pero tener la información correcta para que el pueblo pueda creer en un remedio que le es impuesto sin que para ellos haya una buena razón para hacerlo es indispensable. Tampoco estoy negando que puede haber una asociación entre microcefalia y Zika, pero la relación tiene que tener más que asociación. Tiene que tener absoluta causalidad, pero eso aún no está claro. En otras palabras hay que estar seguro que el Zika causa estos defectos neurológicos sin que medie otro factor o factores.
La microcefalia puede ser causada por desórdenes genéticos, exposición al alcohol, drogas u otras toxinas durante el embarazo, en particular durante el primer trimestre, a infecciones con rubeola (sarampión alemán), varicela, citomegalovirus, toxoplasmosis, sífilis, y anoxia cerebral. De modo que hay que asegurarse que estas causas son eliminadas en la pesquisa de qué fue lo que causó el problema. En muchos de los informes esas posibilidades no siempre se han eliminado como posibles causantes, o como agentes simbióticos con el virus que desata la anomalía.
No sabemos cuál es el periodo de gestación en que están las embarazadas que el Departamento de Salud está siguiendo. Pero un artículo en el New England Journal of Medicine (M.A. Johansson, L. Mier-y-Teran-Romero, J. Reefhuis, S. M. Gilboa, and S. L. Hills, Zika and the Risk of Microcephaly; N Engl J Med 2016; 375:1-4 July 7, 2016DOI: 10.1056/NEJMp1605367) indica que el mayor riesgo es en el primer trimestre y que las probabilidades de adquirir la malformación en el segundo y tercer trimestre es casi indistinguible (dos casos en cada diez mil embarazos) de la ocurrencia de microcefalia en la población general que no tiene Zika (un caso en cada diez mil embarazos). Por lo tanto hay que concentrar en el primer trimestre para intervenciones preventivas. También hay que evitar que durante ese periodo se echen al aire posibles toxinas que puedan contribuir al problema.
Lo otro que es muy extraño es por qué los casos de microcefalia abundan más en Brasil y en particular el noreste de ese país. Otro estudio reportado en el New England Journal of Medicine llevado a cabo entre noviembre de 2015 y febrero de 2016, descubrió que de un total de 93 neonatos o fetos con microcefalia en Brasil o relacionados a Brasil nueve (menos de 10%) de los 93 casos, tenía evidencia de infección con Zika y el virus se detectó en el tejido cerebral de los fetos o los neonatales, o en el líquido amniótico. En 4 casos, el virus se encontró en el cerebro pero no en los otros órganos en examen postmórtem. En la mayoría de los informes de casos y en series de casos, otras infecciones o exposición a sustancias tóxicas que se saben que causan microcefalia no fueron completamente excluidas. Un informe compilado después del brote de Zika en la Polinesia Francesa identificó 17 casos de malformaciones cerebrales, incluyendo algunos casos de microcefalia en fetos o recién nacidos. (Ver: Zika Virus as a Cause of Neurologic Disorders; N. Broutet, F. Krauer, M. Riesen, A. Khalakdina, M. Almiron, S. Aldighieri, M. Espinal, N. Low, y C. Dye;N Engl J Med 2016; 374:1506-1509April 21,2016DOI:10.1056/
Es evidente que en Brasil donde la concentración de microcefalia ha sido la más grande, el Zika no parece por sí solo la principal causa de la malformación. Si hay o no otros factores en la Polinesia Francesa, tampoco se sabe.
Desde febrero (reportado el 15 febrero 2016 en The Telegraph) de este año los oficiales de salud en Brasil han tenido que confrontar la acusación que el larvicida pyriproxyfen, que se usa para controlar el mosquito Aedes aegypti puede estar asociado con la exagerada incidencia de microcefalia reportada en un estado de Rio Grande do Sul, tanto así que su secretario de salud suspendió el uso del químico. Además un informe por un grupo argentino llamado Médicos en Pueblos Fumigados sugirió que el pyriproxyfen pudiera estar causando la deformidad.
Los oficiales lo negaron y lo siguen negando, y atribuyen que están en lo correcto –que el químico no es dañino– a la Organización Mundial de la Salud, quien en abril salió rápidamente en defensa del gobierno brasilero. Si hacemos lo que dice el CDC (que ya está diciendo lo bueno que es el insecticida Naled) y después comienzan a aparecer casos de microcefalia, ¿qué hacemos? Piensen cuántas demandas se suscitarían en contra del gobierno de Brasil (o el de aquí) si aceptan que el químico es por lo memos parcialmente responsable.
Evidentemente puede que el larvicida no sea la única causa de microcefalia, pero cómo estamos seguros que no ayuda a que el virus penetre en el sistema nervioso de algunos que están expuestos. De todos modos, según The Telegraph muchos expertos se preguntan qué ha producido la alta incidencia de microcefalia en Brasil, particularmente cuando eso no se ha visto en otros países donde la epidemia ha sido vasta. Aunque se han reportado (hasta febrero) 3,852 casos sospechosos de microcefalia, de los 1,200 estudiados hasta ahora solo 462 se han confirmado como verdadera microcefalia (hay una serie de indicadores diagnósticos que deben exhibir los afectados) y, de esos, solo 41 tenían Zika.
Conclusión: Sí, el Zika puede producir microcefalia, pero el riesgo de que ocurra es bajito y hay otros factores desconocidos que pueden explicar muchos de los casos relacionados al Zika.
Science, en una noticia recién publicada (17 de junio de 2016), indica que el número de casos en la región de Recife, donde se veían (supuestamente) 10 casos de microcefalia a la semana, ha bajado a uno al mes. Se ha sugerido la posibilidad de que el efecto de “resistencia en manada” (que la exposición al virus haya “vacunado” a la población) sea responsable de la disminución. De ser cierto, eso es mejor que la fumigación.
4. La respuesta en Puerto Rico: Problemas de lógica
A pesar de que el Zika no produce problemas significativos en la mayoría de los que padecen sus efectos, según el exsecretario de Salud de Puerto Rico y epidemiólogo, Johnny Rullán, (El Nuevo Día, 30 de junio de 2016) “aquí (sic) estriba lo más peligroso de este virus”. Aparentemente descontento porque no estén los hospitales y las salas de emergencia llenos de pacientes por el virus y haya ausentismo del trabajo en un país donde la gente tiene que trabajar, procede a decir que “las consecuencias [del virus] son devastadoras”. Procede a asustar a sus lectores con cálculos basados en donantes de sangre. Según él “durante 10 semanas, 5.2% de las personas que fueron a donar sangre se encontraron que habían sido infectadas por el virus del Zika”. Concluye el doctor Rullán que “180,657 personas residentes de Puerto Rico se han infectado en los últimos tres meses”. De este cálculo el doctor concluye que para el 11 de junio (hace un mes) tendríamos 25.8% de los casos que el CDC proyecta que se infectarán en Puerto Rico.
¿Cómo hizo Rullán este cálculo? Parece que multiplicó 5.2% por la población de Puerto Rico, lo que significaría que todo el mundo en Puerto Rico donó sangre en 10 semanas. Lo que tenía que decirnos es cuántos donaron sangre en ese periodo y que cifra es 5.2% de ese número.1 Procede a darnos otras conclusiones, pero a menos que no nos explique el misterio del cálculo, no son creíbles. También nos debió haber dicho cuántos donantes eran hombres y cuántos mujeres, cuántas de las mujeres están en edad reproductiva y cuántas no, y si el Departamento de Salud instruyó a los donantes rechazados a usar condones durante las relaciones sexuales. Tampoco nos dice si alguno de los 5.2% de donantes rechazados han sufrido Guillan Barré o han tenido bebés microcefálicos.
De todos modos, falto de esa información, eso no detiene al doctor Rullán y procede a la mantra que el artículo lleva por título: ¡O nosotros o el mosquito! La falta de lógica es asombrosa y raya en lo irresponsable, máxime cuando en el último párrafo de esta columna el doctor declara que en sus 31 años de médico epidemiológico esta epidemia es “la más seria que he confrontado”. Sorprende porque ha vivido por la de SIDA, que sí mató a muchos. Esta nos ha dejado hasta ahora una muerte sospechosa y dudosa, y 14 casos de Guillan Barré, la mayoría de los cuales se curará. Sorprende más porque el artículo termina con una apología en la que niega que tenga intereses financieros en la fumigación aérea, cuando el artículo es un llamado a la fumigación. Conozco bastante bien al exsecretario y lo considero un hombre honrado, y estoy seguro que no median esas consideraciones, pero con esto de la fumigación ha metido la pata.
Tanto así que ha preparado el camino, directa o indirectamente, para que este pasado domingo Sylvia Burwell, secretaria de Salud de los EE.UU. (no es médico) y Gina McCarthy, administradora de la EPA (Environmental Protection Agency) quien tampoco es médico, escribieran otra columna en El Nuevo Día diciéndonos lo acertado de la fumigación con Naled y Bti (un larvicida), y cómo se ha usado sin consecuencias en Florida, incluyendo Tampa y Miami, y Nueva Orleans. Lo más cínico es que la columna comienza apelando a nuestros sentimientos por la posibilidad que una de las 250 mujeres en cinta que tiene alguna evidencia del Zika vaya a tener un bebé con microcefalia.
El gobernador de la isla ha dicho que decidirá si se fumiga o no dependiendo de lo que digan los expertos. Ha conseguido a Rullán, Burwell y McCarthy. Se ha dicho que la fumigación costará 11 millones de dólares. Entre la gran consideración que siente Salud federal por nosotros no he oído que vayan a pagar ellos. Tampoco sabemos quién se beneficiará más del precio de la fumigación, en particular si son de aquí o son de allá.
El efecto a largo plazo de la fumigación sobre los normales y sobre los que padecen Zika es desconocido. No a la fumigación.
- Tenemos menos de diez bancos de sangre. El más grande me ha dicho que cada día donan de 30 a 40 personas. Digamos que 40 donan en cada uno de los diez centros (400) cada día de semana de cinco días laborables (o sea 2000 por semana); en diez semanas habrían donado 20000 personas. El 5.2% de 20000 es 1040. [↩]