La vuelta al mundo en 80grados
Hace unos días, sin ninguna fanfarria, la revista digital puertorriqueña 80grados alcanzó unos 25 mil amigos y amigas en Facebook, un número de seguidores superior a Radio Isla, Diálogo Digital o Radio Universidad. Según las estadísticas de Google Analytics, más de cuatro millones de páginas han sido vistas por los lectores desde su fundación el 15 de octubre de 2010. Medio millón de usuarios han visitado la revista por lo menos en más de una ocasión y en esas visitas han publicado al pie de algún artículo, en total, unos 200 mil comentarios. La audiencia semanal de la revista asciende a una población variable entre 35 mil y 45 mil lectores, no menos, alcanzándose a veces momentos extraordinarios –como la pasada semana– en la que se recibe la visita de 70 mil usuarios (edición en la que se publicó el ensayo “Puerto Rico odia las mujeres”, de Yoryie Irizarry).
Sería bueno recordarlo: de todas las revistas que se han fundado en los últimos cincuenta años, solo sobrevive el suplemento EN ROJO del periódico Claridad. Todas las demás de cierto alcance nacional han desaparecido, o bien rápidamente como Bordes, o tras varios intentos prolongados como Posdata, o bien después de un camino largo y tortuoso como sucedió con Puerto Rico Ilustrado, de El Mundo, y también con la de El Nuevo Día. Las revistas Zona de Carga y Descarga, La Escalera y Pensamiento Crítico, que tuvieron un singular impacto en su tiempo, también experimentaron una vida corta. Pienso, claro está, en revistas con cierta inclinación por la divulgación general, más allá de las que se dan en el marco de la academia (como la heroica Sin Nombre, de Nilita), todas ellas de una circulación ínfima.
Por eso creo que es hora de pensar la significación que tiene la revista 80grados, de solo tres años. Una gráfica provista por otro sistema de medición, el de WordPress, presenta el siguiente cuadro de “vistas” (una categoría que mide el número de ocasiones en que se “abre” una página de la revista).
Como se puede comprobar, el crecimiento de la revista ha sido constante. Desde el 2014 sobrepasa las 150 mil vistas al mes. En octubre de 2011 unas 30 mil vistas; en marzo de 2014, más de 170 mil.
Nadie del grupo fundador de 80grados tenía el capital, ni siquiera juntando todos sus bienes, que hubiera hecho posible una revista de esta envergadura. No meramente una revista que “circula”, sino que se lee de veras y se usa para debates importantes. Que se goza y disfruta por sus constantes vuelos a la imaginación y al pensamiento, sin perder de vista los problemas concretos de nuestra sociedad y el mundo.
Tiene sus detractores. “Dejad que las esfinges se pudran en su desierto”, recomendó una vez el querido Fernando Picó.
Tiene sus limitaciones. A veces luce como una revista de ensayos y artículos exclusivamente, con una ligera oferta editorial periodística. Se lucha para superar ese escollo.
Tiene problemas de organización. En la medida que se trata de una operación que combina trabajo voluntario y trabajo pagado, no podía ser de otra manera. Se trata de un modelo basado en la solidaridad y, en ese sentido, supone una sincronización complicada de voluntades y temperamentos que en otras entidades se resuelven con una nueva asignación de capital. Acá, no obstante, interesa la solidaridad más que cualquier otro mecanismo. Esa es la diferencia. Ya el país tiene suficiente subordinación a la publicidad y al gran capital. 80grados es otra cosa.
Y tiene sus obstáculos de financiamiento. ¡Y aquí llegamos! Sin apoyo económico, no es posible mantener una revista de este nivel de calidad, circulación, puntualidad, estética, y el enorme peso de memoria que demanda en las computadoras que alojan su compleja programación y sus contenidos.
Como estudioso del periodismo digital, he tenido la oportunidad de ofrecer talleres y conferencias que aluden a la trayectoria de 80grados y su modelo. La primera sorpresa de mis públicos, estudiantes y profesores de comunicación, es, invariablemente, su extraordinario alcance: hablar de decenas de miles de lectores y usuarios es algo inusitado en el mundo de las revistas culturales. En Barcelona, Navarra, Montevideo, Lima, Nueva York, Sevilla, La Habana o Buenos Aires, siempre la misma reacción, una sorpresa. En Puerto Rico, curioso, el dato pasa casi inadvertido.
En este año de 2014 todos los amigos y amigas de 80grados, todos los que crean en este proyecto, tendrán que ponerse de acuerdo para hacer la revista viable en el futuro. Por lo pronto, sobrevive, y su ámbito de precariedad es manejable, pero no a largo plazo. Esperemos que esta victoria sobre la ignorancia y la rutina tan sofocante de los medios comerciales sea duradera. Ojalá. Larga vida a 80grados.