Repensar y superar
Desde el principio la Corte Suprema del país invasor decidió que Porto Rico, el país invadido, era propiedad, pero no parte del imperio. Propiedad se refiere a cosa, tierra, edificios, agua, cautivo esclavo, no a reconocidas personas, gente, humanos. Los invasores consideran inferiores a los invadidos y usan todos los medios posibles para convencerlos de que dizque lo son. Los gobernadores y otros funcionarios estadounidenses se referían con desprecio a los puertorriqueños como vagos, sucios, negros, asquerosos.
El racismo, que no tiene ninguna base científica, es evidente en estas expresiones. Las razas humanas no existen, sólo hay pueblos con distintas historias. Hablar de razas humanas es un intento de convertir en biológico lo que es social. La ideología de la supuesta superioridad de los capitalistas con respecto a los obreros y de los hombres con respecto a las mujeres, está cortada con la misma tijera biologista anticientífica.
La imposición del inglés como idioma oficial en la educación pública formó parte de ese invasivo proceso ideológico de desprecio del idioma, de la cultura de los invadidos. El juramento de la bandera y el canto mañanero del himno del imperio, se sumaron al incesante insulto. La imposición de su ciudanía en sustitución de la ciudadanía puertorriqueña, en medio de la primera guerra inter-imperial del siglo XX, se sumó al oprobio. Éramos aptos para ir a sus guerras, pero no para ser libres. Desde 1952 las llaman ciudadanía común y defensa común.
Bajo decisiones impuestas por el gobierno central de ese país, Puerto Rico ha estado dentro y fuera de sus límites económicos. Fue incluido en su sistema tarifario y comercial, que incluye el dólar y el comercio entre sus estados, desde 1900. En 1952 llamaron al dólar moneda común. Sin un período de transición las actividades económicas de toda índole de los puertorriqueños se enfrentaron en batalla desigual con las compañías externas, ahora internas, en un ambiente político hostil controlado por su estado central. Muchos componentes de la economía del invasor habían entrado en la etapa imperial, monopolista. La que existía en Puerto Rico en muchas actividades productivas estaba en tránsito al capitalismo.
Las ganancias obtenidas en Puerto Rico o a través de este país, están exentas del pago de contribuciones a ese gobierno central, a menos que se envíen allá, desde 1921. En ese sentido Puerto Rico ha sido un país extranjero. Durante el período de las compañías cobijadas bajo la sección 936 del código de rentas internas, la entrada de ganancias desde Puerto Rico a ese país, también estuvo exenta del pago de contribuciones al gobierno central. A eso se suma la exención contributiva aprobada por el gobierno parcial de Puerto Rico desde Operación Manos a la Obra, en 1947. En resumen para el capital externo Puerto Rico ha sido un paraíso fiscal.
Puerto Rico ha suplido agua, tierra, aire, fuerza de trabajo barata, infraestructura, exención ambiental, terrenos para las prácticas de guerra. Las compañías externas han controlado las ganancias generadas por los trabajadores puertorriqueños y por los trabajadores de otros países a través de malabarismos de contabilidad en el paraíso fiscal. El estado y la mayor parte del pueblo se han endeudado al borde de la quiebra.
En las décadas de los treinta, cincuenta y sesenta emigraban trabajadores y trabajadoras de los campos y pueblos hacia la capital y el noreste de ese país. Durante la crisis de 1974 al 1982 y la última década han emigrado cientos de miles que no han podido usar su fuerza de trabajo dentro del paraíso fiscal del capital externo.
Lo descrito ha ocurrido dentro de los límites de la relación imperio-colonia entre Estados Unidos de América del Norte y Puerto Rico. Salir de la crisis requiere conocer de forma profunda y superar los límites políticos, económicos e ideológicos dentro de los cuales surgió. Lo demás son cambios cosméticos, ineficaces, con fines electorales, que alargarían la lucha por la libertad.