Robar o no robar es el dilema
Estuve robando toda una noche con unas chicas y chicos cuyas lecturas clásicas y contemporáneas por Facebook me despertaron la gula y el placer. Esa noche he sido ladrona y no me arrepiento. Entre uno de los pecados capitales (la gula) y otro en la tabla de los 10 mandamientos (robar), no sé si mañana me vendrá el arrepentimiento. Hoy es hoy. No faltará alguien que comience con discursos de moralidad y me dirija los pasos para ser una ciudadana correcta, una mujer madura que actúa según su edad, sexo y profesión. Creo que esto es algo que siempre quise hacer. Esos chic@s y yo robábamos libros en PDF, sobre todo los de poesía. Me sentí viva igual que en esos momentos de la historia de la humanidad donde el caos toma la palabra, y la protesta y la rabia acumuladas dictan la acción a tomar.Nota de la autora: Usaré solo pocas veces el símbolo @ para unirme a aquell@s jóvenes que piden una mayor justicia en los asuntos de la lengua y el género. Para evitar confusión, mientras vamos reconociendo esos cambios, seguiré de forma tradicional sin el uso de @
No veo en esta acción una diferencia de fondo ideológico con respecto a aquellos actos efectuados por chicos y chicas de Chile desde los últimos meses del 2019. Intentan destruir las bases y estructuras de un mundo en crisis. Después de los jóvenes chilenos hubo una ola de repeticiones que me hicieron pensar que se estaban produciendo movimientos sociales como los de 1968. No me pregunten cómo llegamos a esa página de Facebook destinada al “librocidio” contra el mercado capitalista del libro que, a su vez, aumentó más la represión al experimentar una crisis de rentabilidad con las librerías y marketing de lecturas del que sabemos a qué lugar condenaron el género de la poesía. Prefiero no dar el nombre del grupo, ni contar cómo ni quién inventó esta página para ladrones de libros. Por si la policía de los medios llegara, me dispuse a obrar rápidamente porque, como se habrán dado cuenta algunos, este fenómeno se observó primero con el robo de películas y música en YouTube, donde encontrábamos piezas de coleccionistas para cinéfilos de todo el planeta. Tuvo un final triste el robo social y filantrópico. Peor aún, muchos de los clásicos del cine en blanco y negro no se encuentran gratis y eso también, si no lo sabes, es ilegal. Por eso, ¡A robar!, es la consigna antes de que desaparezcan los clásicos y autores favoritos.
Como si del cielo cayera maná, golosinas y billetes para hacernos ricos, los iba guardando en un archivo que titulé Libros en PDF. Fui veloz, y la alegría crecía y crecía ante los nuevos títulos mientras con el cursor bajaba de persona en persona, ellos y yo, contagiados por el saqueo. Esa noche llegué a encontrar a las editoriales más prestigiosas, a las casas dedicadas a la poesía, por lo cual el placer me arropaba como una ola de rapto místico; reconocí en las listas a muchos editor@s con quienes me senté alguna vez en la misma mesa durante festivales o encuentros de poesía, y me dispuse a robarles sin remordimiento. Con frenesí, sin vergüenza. Hoy no me interesa analizar el bien y el mal, lo confieso. Los libros iban desde poetas griegos hasta poetas populares todavía vivos. Esta vez, voy a saltar los protocolos, la política de lo correcto y de cualquier llamado a la conciencia. Estoy de cabeza en el placer absoluto y recuerdo a Sade inevitablemente: «La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino del prejuicio». La apropiación resulta un descaro a los ojos de los que tienen bibliotecas y poder adquisitivo. Y, desde el punto de vista de todos los profesionales, empezando por el y la escritora, tales actos resultan absolutamente censurables y deben ser corregidos con el palito de abollar o enderezar ideas (Mafalda). Sin embargo, la música de las esferas está tocando ahora y la física cuántica se pone a prueba en estos hechos concretos de la cotidianidad y los medios sociales. Por supuesto que trae confusión este tipo de robo, como el amor de Robin Hood y su amada, con sacerdote incluido y ladrones intrépidos por una buena causa. No solo de pan vive el hombre y ¿qué haces si para el pan de la lectura en las librerías no tienes un duro o te va a costar un ojo que no puedes darte el lujo de perder si por el otro estás tuert@ o miope? ¿Morir de hambre?
¿Morir de amor platónico por los libros? Una biblioteca es parte de una identidad pero si ha sido resultado de un robo, ¿qué indica la existencia de una biblioteca así para y por el pueblo, cuando el símbolo $ desaparece para dar paso a la palabra “Gratis”? A la hora del repartimiento de las grandes bibliotecas en manos de intelectuales a los pobres con ganas de educación no le están destinados los libros. A mí me costó mucho hacer una la cual perdí por razones que no vienen a cuento. Por otro lado, cuando se emigra y no existen librerías ni editoriales con libros en tu lengua comienzas a entender el valor de esos libros que se te prohíben por pobre, corrijo, pobretón y pobretona que es como se les mira a los que ejecutan tales robos. Si alguna vez fuiste dueñ@ podrías, en la rueda de la fortuna, pasar a ladrón. Estoy al otro lado dentro del circuito indefinido geográficamente de los medios sociales de la cibernética. Esta biblioteca de libros PDF que nadie autorizó a publicar por Facebook no me la arrebatará nadie. Son míos e invisibles al ojo. No ocupan espacio y me los podré llevar conmigo en cualquier viaje real o astral. Si bien no soy de las y los que piensan que todo tiempo pasado fue mejor, el arte de vivir co(n)funde lo mejor del presente y el pasado. Estos libros no están hechos del papel que acostumbraba a oler y tocar con el mismo gesto y sentido que dramatizan catadores de vino, aspirando con religiosidad ese olor peculiar parecido, se me ocurre, al de catedrales viejas, bibliotecas, museos de historia natural. Somos dinosaurios volviendo a la vida, tomados de la mano con el logotipo del pajarito y de instagram. El olor de los libros no estará. Tampoco las revelaciones de un papel sutil al tacto, su calidad de seda y de cera en ediciones exquisitas. A veces no tocabas la hoja de un papel sino el pétalo de una rosa. En verdad les digo, será una pérdida y una ganancia el libro en pdf en cuanto a la relación con el objeto bello. Ahora es el libro insertado dentro de un circuito social que muchas veces peca de inodoro e incoloro, anestesiante, alienante. De este modo se co(n)funden y liberan nuestras conciencias sin prejuicio y vertiginosamente sin pensarlo mucho.
La paradoja se encuentra en este tipo de experiencia vivida del robo por Facebook. Es la vida corriendo ante nuestros ojos. Es la soledad acompañada con los libros gracias a los «pdfilos» que suben a Facebook los maravillosos pdf de la literatura universal. No hay tiempo que perder. Robemos al placer mismo esta posibilidad de tener todos los libros que soñamos en las ferias y no pudimos leer. Desquitémonos por esa aberración de envolver con plástico el libro para mantener a los ladrones a raya. Imaginen la abolición de tal casamiento concertado entre libro y lector sin haber probado el beso de la primera estrofa o párrafo. El castigo para el rater@, ladronzuel@, pill@, atracador@, cac@, manquí, asaltante, cuatrer@ de libros, como quiera llamársele, consistiría en no poder siquiera hurgar las primeras páginas. Por favor, enternézcanse. ¿No recuerdan con ternura haber visto a los ladrones tempraneros midiendo las horas de una agenda clara de biblioteca, los conocidos ratones de biblioteca en las librerías, dispuestos a quedarse en un punto fijo hasta que terminaban de leerse un libro entero, por lo general, costoso? ¿No te preguntaste admirado, y cuándo comen? Salían por la puerta triunfantes como nosotros esta noche del robo por Facebook. Así se hicieron y formaron muchos lectores de poesía clásica universal que no heredaron de sus padres libros ni bibliotecas. De un pueblo lector y trabajador es de quién hablo. De quienes asisten no a colegios y liceos privados sino a escuelas públicas sin bibliotecas por ningún lado. A aquella persona que descubrió 18 u 80 años más tarde que los privilegios de una buena y exquisita educación no le llegaron a tiempo a su barrio, ni el sabor de la lectura escuchó de boca de sus padres. El día que leyeron, transformados en ángeles caídos, cayeron en el vicio como “yonquis” necesitando la próxima dosis, buscándola en las plazas, preguntándole a anticuarios por libros extintos. Los verán puntuales en el mercado negro del libro, neófitos serán donde estuviera el libro sagrado que le fue negado.
¿Quién roba a quién es la cuestión?
¿De verdad creen que hablan el mismo idioma un escritor con sueldo (no poeta), editor, librero, o distribuidor a lo largo de la cadena alimenticia y carnívora del mercado del libro con este lector naciente que lleva consigo el fuego interno que lo abraza? ¿Cuál declaración bien estudiada según la que, de común acuerdo, se decide quién roba a quién, dónde y cuándo empezó el robo, en qué cuna de los derechos inalienables que profesa una supuesta igualdad de educación se diga, contrario a lo que oímos, que el que roba es el robado? Porque cuando se decide el precio de un libro al ladrón no se consulta. Con espíritu altruista de robo y con una disciplina de hierro los “pdfilos” han robado a los dioses del olimpo. Justicia poética. Si no fuiste uno entre ellos, tal vez olvidaste el placer de otras infracciones que cometiste a tus quince o veinte años cuando todavía te conmueves y lloras de alegría a moco tendido sin importarte si te ve nadie. De pie o sentados, los ladrones de librerías y Facebook hemos y habremos de robar todos los días y las noches. La minoría vende, hace capital para luego comprar. La minoría que es la mayoría sueña comprar o roba como respuesta a la distribución de los bienes. Con cara y actitud de quien no quiere la cosa, disimulando, los recuerdo y me infiltro. Yo soy él y la otra según la ley del espejo. Devorábamos un libro por semana tal vez, pero fue imposible tras la “genialidad” del muro plástico. Por Facebook no se abandona la escena del crimen con el libro en las manos sino en la memoria (del computador). Es cierto eso de que se vuelve al lugar del crimen. La página de Facebook sube una docena de libros por día. Saltemos estas paredes de contención y seamos subversivos desde nuestras trincheras en Facebook. No todo es tan terrible como lo cuentan. Soy optimista. Brindemos desde nuestras casas por esta noche de robo armado. Si quedo ciega frente a la pantalla –mis ojos posiblemente cansados, adoloridos y vencidos por la luz– habré entrado a la oscuridad saciada y feliz. Borges y Bradbury me entenderían. Siempre habrá una ceguera lúcida con personajes ciegos (Saramago, Sábato, Llosa), y alguien que nos recite versos al oído antes de morir para una biblioteca escondida en la memoria. ¿Será esta la Biblioteca de Babel? Desde Salomón llegando a Sor Juana, pasando a los tiempos modernos con el pajarito de twitter, digamos adiós y cantemos “Me vale…”(la moral detrás). Y por si acaso existiera el riesgo, fin del mundo y castigo de dioses, perder mi computador y mi archivo portátil con toda mi nueva biblioteca en pdf, profetizada entonces por un bibliotecario argentino que soñó una biblioteca infinita y caótica, guardaré el archivo entero por dropbox y google drive. Es posible también que, muy pronto, esos chicos y yo hagamos una biblioteca virtual después del saqueo. Los libros serán gratis como el aire que respiramos.
______________
Próxima entrega de Mis Facebook Stories: “Siete Pecados Capitales y los Tres Dones”
Posdata: Doy homenaje a aquellos como Luis López Nieves y su equipo de trabajo en la construcción de la Biblioteca Seva de cuentos. Es verdad fue uno de los primeros que se adelantó a los tiempos. Y a la editora de «Extreextremos», la primera revista latinoamericana de cine online en los años noventa. Seguramente, si googleamos, la biblioteca virtual de poesía universal, exhaustiva, justa con mujeres, niñ@s, pobres y ricos, ya existe. El plagio es inevitable con cada segundo que pasa “ Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.” Homenaje al artista y diseñador Manuel Araneda Castex por la trilogía de Gonzalo Rojas, en memoria de los libros hermosos que me quedó grabada después de una Feria del libro en Guadalajara donde el poeta Gonzalo nos leyó. Sí, la misma donde estuvo Juan Gelman. Confieso que he vivido, comido y bebido como dicen los dos Pablos de Chile.