Santiago de las Mujeres
Recientemente estrenó en una de las salas de Fine Arts Cinema Café en Hato Rey el documental “Santiago de las mujeres” de la boricua Rosamary Berrios. De principio a fin este maravilloso trabajo audiovisual además de ser un gran aporte al estudio de nuestra cultura, proporciona a través de sus imágenes, un registro etnográfico formidable. Es decir, en el podemos observar con detenimiento ciertos detalles relacionados a la cultura loiceña y su gente. Si bien existen estudios y documentales anteriores (Alegría, 1949; Martínez Sosa, 1982), este filme puertorriqueño nos ofrece una nueva mirada sobre la Fiesta de Santiago Apostol en Loiza y nos redirige la atención hacia aquellas vidas/personas que la hacen posible.
Para los antropólogos Carlos Duarte y Carlos Santana (2008), “el ejercicio de la antropología de las imágenes puede considerarse una labor de carácter etnográfico…las imágenes deben ser vistas en su dualidad de caja de resonancia histórica y en su capacidad de revelar el pasado”. A través de sus sonidos y sus colores, “Santiago de las mujeres” nos adentra en aquellos espacios cargados de historia, sentimiento y devoción. El rostro de Hilda Pizarro, su protagonista principal, aparece junto a un conjunto de flores mientras sus manos van creando ramos para su venta. Una animación y música oriunda le dan comienzo al mismo. Imágenes del Santo, personajes, paisajes de Loíza y un ambiente lleno de cotidianidad introducen la temática al espectador.
La fiesta de Santiago Apostol en Loíza posee unas características singulares y es una de las tradiciones culturales más antiguas que se puedan registrar en el archipiélago borincano. De acuerdo con estudios anteriores, la celebración de este día nos llega por medio de la Conquista de América y la transferencia del calendario litúrgico católico a esta parte del mundo. Según Jerone Dewulf (2019) “en el contexto de la batalla por el control de la Península Ibérica, Santiago el Mayor, también conocido como Santiago Apóstol, había llegado a gozar de una tremenda popularidad entre los íberos católicos y llegó a ser adoptado como santo patrón de los ejércitos español y portugués bajo el nombre de Santiago Matamoros/São Tiago Matamouros, que significa Santiago, el asesino de moros” (p. 30). Ahora bien, ¿como una tradición de origen ibérico término en manos de una comunidad afrodescendiente?
Recientemente, varios autores han establecido una conexión directa entre muchas de las festividades afrocatólicas practicadas en las Américas y la conversión independiente del Reino del Kongo (ubicado en lo que hoy se conocen como la países del Congo y Angola) al catolicismo a principios del siglo XVI (ver Fromont, 2019). Debido al alto número de esclavizados africanos provenientes de la región bantú que llegó a Puerto Rico, especialmente durante la Unión Ibérica (1580-1640) (ver Alegría, 1985; Alvarez Nazario, 1974; Badillo & López, 1986), es muy probable que dicha devoción ya estuviera sincretizada antes de llegar a nuestras costas (ver Dewulf, 2021; Fromont, 2019). En palabras de Cécile Formont (2019), “muchos aspectos de prácticas religiosas africanas que pudieron haber sido moldeadas en Kongo y en Angola, como lo son el uso de estatuas de santos y cruces en diferentes rituales, pueden ser fácilmente malinterpretados en las Américas como nuevos sincretismos criollos” (p. 10; traducción mía). Un ejemplo de esto ha sido la asociación de Santiago Apóstol con la deidad yoruba Shangó, de la cual no se ha encontrado evidencia alguna en Loiza (Harris, 2001). Por el contrario, y esto lo deja entrever el documental, lo que si podemos observar es una tradición afrocatólica arraigada en nociones de parentesco, etnicidad y religiosidad popular.
En Loíza Aldea, pueblo habitado en su mayoría por afrodescendientes, la figura del Apóstol está representada por tres imágenes, cada una de las cuales está asociada a un sector de la población; de tal forma que nos encontramos con la existencia de tres Santiagos: el de los hombres, el de las mujeres y el de los niños. Las tres versiones del Santo serán homenajeadas individualmente en un día determinado, durante las festividades. Estas imágenes, con las cuales es representada el Santo, son propiedad de una persona distinta la cual se conoce como la “mantenedora” del Santo. Generalmente, quienes han mantenido las imágenes en su casa lo han sido mujeres. Por ello, “Santiago de las mujeres”, además de ser el título del filme en alusión a la imagen del Santo, también es un homenaje en vida a estas mujeres “mantenedoras” y su devoción por Santiago Apóstol.
La directora y productora, Rosamary Berrios, nos va conduciendo por la vida de ocho mujeres valerosas que han asumido el gran compromiso de continuar con esta tradición de raíces afroibéricas y compartida en ambas partes del Atlántico. El afán por mantener este legado ancestral y la profunda fe que envuelve se hace sentir cuando otra de sus protagonistas declara: “El día que no pueda puej’ alguien de mi familia lo cogerá…alguien de la familia tiene que cogerlo!”. La idea de cuidar la imagen del santo nos recuerda al rol de las mayoralas al interior de las cofradías afroperuanas durante el siglo XVII. En ocasiones, las mayoralas alcanzaban el puesto de tesorera y otras desempeñaban una labor importante en la decoración de la Iglesia el día del Santo (Apodaca, 2022). Por otra parte, las cofradías afrohispánicas solían cargar imágenes, banderas e insignias durante las fiestas patronales. Todo esto implicaba (e implica aún hoy) una forma de resistencia furtiva, término sugerido por el antropólogo Manuel Apodaca Vélez para describir estas manifestaciones culturales.
Además de resaltar la importancia histórica que poseen las fiestas en honor a Santiago, el filme puertorriqueño centra su mirada desde las historias de sus protagonistas: mujeres afrodescendientes, trabajadoras e humildes que poco a poco van relatando su vida; algunas como devotas y otras como “mantenedoras” del Santo. Sin embargo, aunque cada una de ellas posee un relato particular sobre su vida, hay algo que las une: las Fiestas de Santiago Apóstol. Es decir, la religiosidad popular, en tanto apropiación de creencias y prácticas religiosas a un nivel popular y fuera de las normas de los grandes sistemas (Bowker, 2003), adquiere una dimensión central en sus vidas. El hecho de que las imágenes estén en las casas de unas familias que por generaciones han sido los custodios, nos dice mucho sobre las relaciones de poder entre el pueblo y la Iglesia. El único momento en que las tres imágenes aparecen juntas en la Iglesia es al comienzo de las novenas, es decir, nueve días antes de la celebración. El día de Santiago, 25 de julio, solamente la figura de Santiago de los Hombres es permitida que entre en la parroquia del pueblo y pernocte al interior de esta. Al otro día se celebra una misa en su honor y la imagen vuelve a pasearse por la calles antes de regresar a la casa de su “mantenedora”.
Ya lo había expresado antes nuestro fenecido e ilustre historiador Fernando Picó (2003): “La religiosidad popular puede atestiguar muchas cosas, pero ante todo es afán y sentido religioso mismo lo que revela. En particular es importante señalar el papel de las mujeres en este terreno, que es propiamente suyo, en contraste a la religiosidad institucional, monopolizada por el clero.” (p.101). Esto lo podemos observar claramente en el documental cuando sus protagonistas aluden a una genealogía matrilineal que por siglos ha conservado esta tradición religiosa en honor a Santiago Apóstol. A pesar de las controversias que históricamente hayan podido suscitarse entre la Iglesia y las “mantenedoras”, no cabe duda que el sentido de pertenencia y la devoción femenina expresada a través de la celebración de estas fiestas en honor a Santiago ha sido mayor que el deseo institucional. El tiempo quizás ha erosionado los orígenes de su practica pero la creencia se ha mantenido intacta gracias a estas mujeres y el pueblo que las sigue.
“Santiago de las mujeres” es un llamado a la herencia ancestral. No tan solo nos recuerda la importancia de una tradición afro-íberica que aún pervive entre nosotros, sino que también nos acerca la vida de quienes custodian dicha tradición. El ejercicio de conocernos a nosotros mismos practicando la exterioridad, o lo que en antropología se conoce como otredad, nos sirve para comprender los procesos históricos por los cuales ha atravesado el Caribe y en particular los puertorriqueños. La celebración de las fiestas a Santiago Apóstol en Loíza y sus tres versiones, posiblemente sean los vestigios de una práctica ancestral organizada en sus comienzos por una cofradía. No obstante, como toda religiosidad popular el sincretismo devocional hacia Santiago quedo en manos de un sector de la población: la comunidad afrodescendiente, en especial la de sus mujeres.
A partir de la convergencia de ritos y creencias provenientes de la religión católica, prácticas que han sido asimiladas por ellas como producto de la tradición ancestral y de sus trayectorias laborales, la mujeres cobran identidad propia. Son ellas, las “mantenedoras”, que junto al pueblo loiceño ha conservado viva una tradición que podría ser considerada de longue dureé; al margen del clero y mediante la autogestión. Santiago de las mujeres el documental es una muestra de resistencia, empoderamiento y religiosidad popular al interior de una comunidad afrodescendiente. Es un llamado a no olvidar estas tradiciones y honrar la memoria de quienes la han mantenido viva.
Referencias
Alegría, Ricardo. (1949). Las Fiestas de Santiago Apóstol en Loiza Aldea [Película]. Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan, Puerto Rico
________ (1956). “Las Fiestas de Santiago Apóstol en Loiza Aldea”. Revista de Ciencias Sociales, UPR-Río Piedras: San Juan, Puerto Rico.
________ (1985). “Notas sobre la procedencial cultural de los esclavos negros de Puerto Rico durante la segunda mitad del siglo XVI”, Revista del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, julio-diciembre (1), pp. 58-79.
Álvarez Nazario, Manuel (1974). El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico, contribución al estudio del negro en América. Instituto de Cultura Puertorriqueña: San Juan, Puerto Rico.
Apodaca Valdez, Manuel (2022) Cofradías Afrohispánicas. Celebración, resistencia furtiva y transformación cultural. Brill: Boston.
Badillo, Jalil Sued & López Cantos, Ángel. (1986). Puerto Rico Negro. Editorial Cultural: Río Piedras, Puerto Rico.
Bowker, John (2003) [2000]. «Folk religion». The Concise Oxford Dictionary of World Religions. Oxford University Press.
Dewulf, Jerome (2019) “Sangamentos on Congo Square? Kongolese Warrios, Brotherhood Kings, and Mardi Gras Indianas in New Orleans” en Afocatholic Festivals in the Americas: performance, representation, and the making of Black Atlantic tradition / edited by Cécile Fromont. University Park, Pensilvania: The Pennsylvania State University Press.
_________ (2021). “Rethinking the Historical Development of Caribbean Performance Culture from an Afro-Iberian Perspective. The case of Jankunu.” New West Indian Guide 95, pp. 223-253.
Duarte C. & Santana C. (2008) ¿Antropología visual? Universidad Nacional de Colombia. https://www.humanas.unal.edu.co/colantropos/files/3114/8581/8552/antropologia_visual.pdf.
Fromont, Cécile, 2019. “Introduction”. In Cécile Fromont (ed.), Afro-Catholic Festivals in the Americas: Performance, Representation, and the Making of Black Atlantic Tradition. University Park: The Pennsylvania State University Press, pp. 1–19.
Harris, Max, (2001). “Masking the Site: The Fiestas de Santiago Apóstol in Loíza, Puerto
Rico”. The Journal of American Folklore 114(453) pp. 358–369.
Martínez Sosa, Luis (1982). Las Fiestas de Santiago Apostol en Loiza [Película]. Producciones Vejigante:San Juan, Puerto Rico.
Pico, Fernando (2003). “La religiosidad popular es religiosa”. Vírgenes, Magos y Escapularios. Imagineria, etnicidad y religiosidad popular en Puerto Rico. Centro de Investigaciones Sociales, UPR-Río Piedras, pp. 99-102.