Sobre el judío del que hablaste
Carta Abierta a Wilda Rodríguez
Desde que te conocí hace más de 30 años en la Ciudad de Nueva York, cuando eras la corresponsal del Nuevo Día y yo acababa de llegar a dar clases en City College, siempre sentí una gran amistad y un respeto por tu trabajo periodístico y político. Por eso fue una sacudida enorme leer tu artículo en el Nuevo Día Qué es lo que Quiere El Judío.Pensé al principio que fue producto de ignorancia, de ese antisemitismo que desgraciadamente permea nuestra sociedad, muchas veces a flor de piel y sin que la gente se dé cuenta. Sin embargo, al leer tu contestación publicada en 80grados, Sobre el judío del que hablé, me di cuenta de que el asunto es todavía más serio y preocupante.
Tus comentarios sobre los judíos son indiscutiblemente antisemíticos, racistas e ignorantes. Repites doctrinas odiosas que han sido pretexto para la violencia, persecución y masacres a través de los siglos. No es desde ahora que se acusa a los judíos de poseer control político y económico. Esa siempre ha sido la excusa para usarlos como chivos expiatorios cuando el poder lo necesita. La historia, especialmente la europea, está repleta de persecuciones, masacres y expulsiones en contra de los judíos que culminaron con el holocausto Nazi hace apenas unas siete (7) décadas.
El decir en tu contestación que la relación de los judíos con el dinero y el poder que da el dinero no es noticia y que está sostenido en la Biblia misma es antisemitismo clásico y sumamente peligroso. Pides que le preguntemos a teólogos. ¿A los de la Inquisición?
A estas alturas del Siglo XXI repetir como papagayo la propaganda de que los judíos predominan en el control del poder, la economía y la política exterior en los Estados Unidos es cacarear nuevamente el antisemitismo clásico. Pensé que tú, y muchos que desgraciadamente hoy se han quedado callados, entendían que el capitalismo no tiene bandera ni nacionalidad, religión ni etnia. El gran capital lo componen no solo judíos, sino anglosajones, latinoamericanos, europeos, chinos, cristianos de todas denominaciones, musulmanes, budistas, hindúes, etc. El gran capital es el gran capital. Traer a colación un artículo en un periódico israelí del alegado control que tienen los judíos sobre el Congreso de los Estados Unidos es ingenuo. No es Israel quien controla el Congreso, es el imperialismo quien controla a Israel como cabeza de playa en el medio oriente, como instrumento geopolítico para mantener inestabilidad en la región, lo que conviene a los intereses económicos y de política exterior de los norteamericanos y sus aliados. Sin el apoyo de los Estados Unidos al gobierno del Estado de Israel, no tengo duda de que el pueblo israelita llegaría a un acuerdo de paz satisfactorio con el pueblo Palestino.
Sorprende además que olvidas el apoyo consecuente a la lucha por la independencia de los judíos en los Estados Unidos. Mi propia experiencia me lo enseñó. Recuerdo cuando comencé mi carrera de abogado hace 43 años, mis primeros casos fueron representando militantes independentistas en el Tribunal Federal junto a los abogados y abogadas del Center for Constitutional Rights, en su inmensa mayoría judíos. El Puerto Rico Project del National Lawyers Guild subvencionó varios abogad@s que vinieron a vivir en Puerto Rico a capacitarnos para enfrentar la represión contra nuestros militantes en el Tribunal Federal. La inmensa mayoría, si no tod@s, eran judíos. Una de ellas se quedó aquí, formó su familia y ha aportado enormemente a las justas causas de nuestro pueblo.
Cuando representé a uno de los acusados en el caso de los Macheteros en Hartford y coordiné la defensa de estos, de los más de 17 abogados que participaron en ese caso, había dos puertorriqueños, dos anglosajones, tres irlandeses, un británico y el resto judíos. Y eso no es nada extraordinario, porque la verdadera historia de los judíos en los Estados Unidos es que en su inmensa mayoría llegaron de Europa, pobres, marginados y perseguidos. Muchos eran militantes socialistas. Jugaron un papel importantísimo en las luchas obreras del siglo XIX y del siglo XX hombro con hombro con los obreros italianos, irlandeses, polacos y con los puertorriqueños, como nos recuerda Bernardo Vega. La participación de los militantes judíos en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos ha sido inmensa y bien documentada. Esa es la historia que deberías de conocer y de la que deberías hablar y no la desacreditada propaganda antisemita.
Tienes razón al decir que no eres inocente, aunque sí creo que finges de inocencia. Y ya no basta con pedir excusas, es necesario dar el salto a erradicar el prejuicio del antisemitismo al igual que todos los otros perjuicios discriminatorios en nuestro País.
Cuando escribiste tu artículo sobre el fracaso del independentismo estuve de acuerdo en casi todos los planteamientos. Ahora me doy cuenta de que se omitió una de las grandes deficiencias que a veces padece nuestro movimiento, esa estrechez insular que muchas veces nos impide mirar más allá de nuestras fronteras y ponernos en el lugar del otro. Me pregunto si el triste silencio de muchos a tus escritos proviene de una visión equivocada de que condenar el antisemitismo es incompatible con apoyar los justos reclamos del pueblo palestino. Esa visión no la puedo compartir.
Me apena mucho más que revivas este antisemitismo en tiempos como los que vivimos, momentos en que en Estados Unidos resurge el racismo blanco, cuando han aumentado los crímenes de odio contra las diferentes etnias, incluyendo a los judíos. En el año 2015 nada más hubo sobre 900 incidentes de actos antisemitas en los Estados Unidos. Ha habido un incremento extraordinario en incidentes antisemíticos, algunos violentos, especialmente en las universidades y en ataques contra las sinagogas, incluyendo uno esta misma semana contra la sinagoga en Santurce con graffiti alusivo a la causa palestina. Tampoco puedes obviar el alza en el antisemitismo por la extrema derecha en múltiples países en Europa. Ataques que tus comentarios ayudan a justificar, incrementar y exacerbar. Ver Nazis marchando por las ciudades en Estados Unidos debería hacernos pensar a todos con mucho cuidado lo que decimos y promovemos, las consecuencias son serias.