Sabemos que recordar no es lo mismo que producir historia. El recuerdo puede ser individual, personal, privado. Se concibe como proceso íntimo. La historia presupone un ímpetu colectivo, supone pensar que un grupo o comunidad de algún tipo recuerda los mismos eventos y los considera formativos. En su libro fundacional Imagined Communities, Benedict Anderson invocaría estas recuerdos colectivos como parte constitutiva de proyectos nacionales, pero recientemente hemos visto cómo la memoria colectiva de una nación puede fragmentarse en miles de pedazos, puede ser producto mercadeable de cadenas de comunicación masiva o puede convertirse en materia de opinión.