Ni ron de autor, ni bebida pirata; lo que encontré fue una bebida que en sus mejores momentos se va de tú a tú con cualquier cordial.
Ni ron de autor, ni bebida pirata; lo que encontré fue una bebida que en sus mejores momentos se va de tú a tú con cualquier cordial.
En el fondo de cada gancho de caña queda la fragancia que deja esa puertorriqueñidad desinhibida. Al final lo que queda es una bebida nacional cuya única patria es la Navidad.
Alberto se alejaba de lo que realmente buscan muchos bebedores de caña. Ese sentido de puertorriqueñidad genuina que no se ajusta a ningún gobierno.
Sentí que la imagen de un pitorro prófugo y nacionalista se esfumaba entre nuevas contradicciones. El ron artesanal iba dejando atrás una parte de su existencia fugitiva.
Estaba convencido de que un vasito de pitorro era mucho más que eso, de que contenía algo fundamental que de alguna manera misteriosa capturaba la historia y la cultura.