Juanca
Esa muerte afecta, un poco, mi participación en esta presentación. Me quitó, más que tiempo, concentración. Los hermanos no se mueren todos los días.
Vuelvo de la funeraria a escribir apresuradamente el cariño que le tengo a Juan Carlos aka Bruno Soreno. Es de madrugada. Quizás el mejor momento para escribir sobre los cariños es de madrugada. Por lo menos para los noctámbulos.
Una vez le propuse a Juan Carlos que escribiéramos un libro de eulogías a nuestros amigos vivos. Le decía que cuando morimos, nunca oímos las eulogías que se hacen de nosotros. Que mejor las hiciéramos mientras estamos vivos. Empezamos a joder con eso. Hicimos chistes y nos inventamos varias mientras nos dábamos un palo y una cerveza cada uno en la Gran Parada. Pero ahí quedó. No lo hicimos. De igual manera que no hemos hecho 500,000 proyectos que nos inventamos, que hablamos, que soñamos.
Pero así es la creación. Son más las historias que se cuentan y no se publican que las que se publican. No puede ser de otra manera. En todas las artes. El bulshiteo es parte fundamental de la creación. Y Juanca/Bruno bulshitea un montón. Si no, ¿cómo hubiera podido escribir lo que ha escrito? No nos hagamos la paja con esto. La escritura es eso: inventar, pajarear y bulshitear hasta que se escribe, se corrige y se publica un texto y todos lo leemos como si hubiera sido bien fácil escribirlo y publicarlo.
Bueno, pero volvamos a las eulogías. Una eulogía es un escrito sobre alguien que ha muerto. Juanca no ha muerto. Pero no importa. Hay que imaginar que ha muerto. Como mi hermano. Bien muerto…
Entonces ¿qué decimos de Juanca muerto? Que fue extraordinario, (que lo fue, es cierto), que su obra durará más que él (lo que también es cierto), que lo quisimos muchísimo (cierto, también) y bla, bla, bla…
Su eulogía comenzaría así…
No recuerdo bien como lo conocí. Sé que fue aquí en La Tertulia. No somos de la misma generación. No lo había leído antes de conocerlo. No sabía quién era. En verdad no lo recuerdo bien. Lo que sí sé es que después de conocerlo hicimos click. Me encantó aquel flaco inteligente y buena gente, o sea, que nos hicimos amigos.
Estamos en una librería, nos gustan y disgustan algunos libros y somos “profesionales” hablando y bulshiteando.
Bulshitear en La Tertulia no conlleva riesgos. Aquí se viene a eso: a hablar, a opinar, a disentir, a leer, a abismarse en la discusión y en el debate. Es un lugar seguro. Lo más que puede pasar es que uno cambie de opinión.
Bueno, pero de lo que se trata es de escribir sobre el flaco que nos cayó bien y que ahora imaginamos muerto para hacerle una eulogía.
Ok. Estamos frente a su tumba [o a su féretro antes de incinerarlo]. Ahí yace Juanca/ Bruno Soreno. ¿Habrá muerto Bruno al morir Juanca? Ese dilema lo dejamos para después. Supongamos que ha muerto.
¿Qué puedo decir ante el dolor de verlo muerto? Que me duele. Muy bien. ¿Pero qué debo decir de él? Que lo conocí en La Tertulia, que nos hicimos amigos y que de ahí creció un amor que me duele hoy ante su tumba, que ese amor no dolía cuando estaba vivo porque era impredecible y riesgoso como todos los amores.
Que amarlo era asumir su gusto por el alcohol, sus desaparecidas, sus dormidas en la plaza o en la calle, sus dientes oscuros, sus meadas y su olor a meao. Que nunca renuncié a decirle que se estaba matando. Que nunca renuncié a llevarlo a tratamiento. Que nunca renuncié a verlo volver a beber aunque me doliera porque se estaba matando y nos estaba matando a todos y todas los que lo amábamos.
Pero ese flaco era extraordinario. Con ese flaco imaginábamos putas que lloraban ante el dolor y la soledad del cliente; musicólogos que se enamoraban de mujeres que cantan rancheras; cubanos y puertorriqueños que querían huir de las dos islas; escritores de cómics que vagaban cazando historias; documentales de embuste sobre artistas inverosímiles…
A veces, lo llamaba a las 7 de la mañana para pitchearle una historia y él me oía y se entusiasmaba con ella. Y reíamos, o llorábamos, o nos enfogonábamos con ella.
Hay que aclarar que ese flaco no quiso nunca ser un personaje. No quiso ser Bukowski ni el Boquio. Su alcoholismo nunca fue pose. Fue sólo eso, alcoholismo. Una fucking enfermedad que lo jodió porque se lo llevó.
Es fácil decir que se lo buscó. Que era débil. Lo jodón es bregar con esa dependencia. No pudo y se jodió. Pero no lo jodas con eso. Es fácil desde la sobriedad joder a los demás.
Pero, fuck it. No recordamos a Juanca por alcohólico.
Lo quiero recordar porque fue mi amigo y mi confesor de imaginaciones. Y porque nos regalaba historias. Sí, porque esa fue siempre su mayor preocupación; las historias.
Las historias nos fundan, nos hacen. Nos contamos historias a nosotros mismos para inventarnos y así conocernos.
Juanca ha contado la historia de su muerte, viviéndola. Se lo agradezco y lo sufro. Hubiera querido tenerlo un poco tiempo más. No ha podido ser.
Como quiera, cuando vuelva a despertarme con una historia enredada en las lagañas, lo imaginaré y lo llamaré y se la contaré y nos reiremos y nos querremos.
Juanca. No sé si esto te funciona como eulogía. Fue lo que me salió pensando en la muerte real de mi hermano y en ti.
Y ahora, Rafah va hablar de tu libro, de los nombres, todos los nombres de tu libro. Pero antes quiero que oigamos una canción de otro hombre a quien amo mucho aunque no lo conozca. Un hombre que con voz ruda acaricia la caricia con magia. Como tú, Juanca, que como un gigante con sus manos enormes filigranas un huevo minúsculo. El que canta es Tom Waits.
World Keeps Turning
On our anniversary
There’ll be someone else where you used to be
the world don’t care and yet it clings to me
the moon is gold and silvery
who knows where the sidewalk ends
well the road will turn and the road will bend
they always say he marks the sparrow’s fall
how can anyone believe it all
well the band has stopped playing but we keep dancing
the world keeps turning the world keeps turning
on his hand he wore the ring of another
the world keeps turning the world keeps turning
we broke the bank and we tore up the place
we disappeared oh without a trace
now the sun it falls into the sea
I know I’m the only one for me
I was so green and the dress you wore was yellow
the world keeps turning the world keeps turning
the sun is down and the moon is in the meadow
the world keeps turning the world keeps turning
put a hat on your head
will you paint the whole damn town red with me
well the band has stopped playing but we keep dancing
the world keeps turning the world keeps turning
on his hand he wore the ring of another
the world keeps turning the world keeps turning
Te quiero, cabrón. Y me alegra que aún estés vivo y que puedo seguir llamándote a las 7 am para pitchearte otra historia.