Todos lo saben (Everybody Knows): subversión
Laura (Penélope Cruz) está casada con un argentino (Ricardo Darín) y vive en Buenos Aires. Regresa a su aldea en España para la boda de una hermana. La acompañan su hija adolescente Irene (Carla Campra) y su hijo de cinco. Pronto descubrimos que Laura fue novia de Paco (Javier Bardem) hasta que se fue de España hace 16 años. Paco está casado con Bea (Bárbara Lennie) y es dueño de un viñedo en el que trabajan una serie de transeúntes. Esa tierra ha de tener un significado especial en la trama que se desarrolla. Es el centro de atención material de la petición que emerge cuando Irene desaparece, pues sirve de colateral para el dinero del rescate. La tierra, una metáfora para el desarraigo de Laura, resulta ser salvadora. Laura ha huido de su entorno dejando a Paco atrás, pero la tierra que era de ella es ahora de Paco. No es, sin embargo, lo único que estos dos comparten.
En vez de la usual trama cuando de una película de secuestro se trata, Farhadi nos revela la felicidad que puede ser una boda española. Después de las bienvenidas y la alegre introducción de los personajes según los ausentes se vuelven a ver con los que se quedaron, el director-guionista desarrolla una visión de la familia española que es atinada en sus detalles y en las costumbres que los unen. Es una especie de homenaje a la boda que abre “The Godfather” (1972) que nos dejó claras las costumbres culturales de los italianos, incluyendo la maldad. Aquí, con su boda, Farhadi nos dice que la alegría y la maldad también pululan entre españoles (¿universal?). A propósito concentra en la música, en las sanas tradiciones que hermanan a las familias y a sus allegados mientras hay bebida y fiesta. Pero nos advierte que algo extraño, además de la prolongada ausencia de Laura, se está fraguando.
Mas, en vez de concentrar en el crimen del secuestro, Farhadi nos sumerge en las rencillas y las trivialidades que afectan a los familiares. El secuestro resulta ser un gatillo para que se disparen las balas de los rencores y los desagravios. La familia se convierte en un grupo de detectives y el único policía que aparece es uno retirado que les da acertados consejos. Es otro aspecto de este filme que se aleja de los clichés del género. La modernidad (lo “forense”), sin embargo, está presente: al video de boda contribuye un dron que revolotea sobre la recepción junto a las palomas y los gorriones del campanario. El guion deja caer breve y sutilmente y sin aspavientos el problema de la xenofobia y la situación de los emigrantes, de los que se sospecha, pero ese no es su tema.
No son solamente los desagravios familiares de muchos años que afloran, sino cómo la lucha de clases y la situación económica que infecta los corazones y los cerebros de los personajes se desbordan a los vecinos. Ese segmento social o familia extendida, los vecinos en la aldea cuyos chismes los hacen parte de la vida diaria, son partícipes de las verdades ocultas. Creen saber y muchas veces aciertan lo que ocurre más allá de su ojos y oídos. En una comunidad aldeana en que todos creen conocerse y todos saben. Es el mensaje del filme: todos saben lo que sus vecinos tratan de ocultar sin éxito.
Como hizo en “The Salesman”, Farhadi nos va ofreciendo soluciones a los misterios poco a poco. Algunos los anticipamos, pero los descartamos porque nos parecen muy melodramáticos y obvios. Pero cuando estamos considerando que el peso de las revelaciones ha de causar una catástrofe, nos vamos dando cuenta de que algunas son pistas falsas que nos llevan por donde no es. Por eso descartamos también las pistas que sí tienen peso. Sospechamos de los motivos y las aseveraciones de todos y por eso dudamos si el más grande secreto (que no puedo revelar) que emerge es cierto o no. Creemos tener la solución al misterio poco antes que termine la cinta pero, como otros aspectos de la trama, los detalles que no se mencionan lo que hacen es darnos de pensar.
El grupo de actores que se han dado cita es estupendo. Penélope Cruz es un modelo de la madre descorazonada por el peligro que amenaza la vida de su hija. Bardem se roba el filme con sus silencios, su abnegación y sus sacrificios ante una situación que coincide con el regreso de alguien a quien ha querido. Laura le causó dolor al irse y ahora se lo multiplica a su regreso. El filme, que sostiene nuestra atención en todo momento, se crece con la actuación de este magnífico actor.