11 al día: un reto
Hoy pago la leche y mañana el arroz
Si la persona lectora saca cuenta, con $11 al día solo podría comer lo más barato del colmado. Jugos artificiales y llenos de Rojo #40, embutidos baratos, espaguetis de lata, sopas “lipton”, arroz, habichuelas y carne importada congelada y barata. Pero si vuelve y saca la cuenta, sabrá que si paga la comida, no puede pagar el alquiler de su casa, la luz, el agua y otros artículos como efectos escolares o efectos del hogar. ¿Carro y gasolina? Ni pensarlo.
El 25% de los $214 que recibe nuestra familia modelo, equivale a cerca de $53. Esa es la cantidad que hasta hoy puede ser retirada en efectivo de las tarjetas del PAN. De esa cantidad se supone que se paguen otros alimentos que se compran en comercios locales o agrícolas y con eso muchas familias hacen malabares para pagar este mes el agua y el mes que viene la luz. ¿Les suena familiar?
Aunque la llamada y casi extinta -aunque arrogante- clase media de nuestra isla no recibe el PAN, sabe que tiene que hacer malabares para pagar este mes la Visa, el mes que viene el agua y el siguiente la luz. Sus malabares no han sido tan exitosos y por eso hemos visto cómo en los últimos años las ejecuciones hipotecarias han desplazado miles de familias de clase media del sector terrateniente (hipotecado-hipotecado) al sector de alquileres. Para que tengan una idea, en el año 2012 se ejecutaron 3,814 hipotecas.
¿De dónde pagan los plasmas?
Es un error pensar que el 38% de familias puertorriqueñas que reciben el PAN son iguales entre sí. También es un error pensar que son haraganas, que no buscan trabajo y que son el roto por el cual se va el dinero del país. Siempre habrá quienes participen en la economía informal y siempre habrá quienes quieran aprovecharse del sistema. Pero, ¿no hacen lo mismo las empresas foráneas que pagan los salarios de sus empleadas con fondos del gobierno? ¿Y no lo hacen también los bancos que recibieron millones de dólares de fondos públicos y cuyos accionistas tienen también no uno, sino varios plasmas, autos, casas y yates?
Pero pensemos. La tasa de desempleo en la Isla ha fluctuado alrededor del 17% en los últimos años. Esto quiere decir, que del grupo de personas que ha buscado empleo activamente, un 17% no lo ha conseguido. De hecho, las políticas gubernamentales de creación de empleos han fracasado estruendosamente pues ni siquiera han logrado garantizar la creación de empleo regular y a tiempo completo a quienes lo buscan. Y aquí viene la pregunta para pensar: ¿dónde diablos va a emplearse la gente de este país?
La segunda pregunta obligada es: ¿Quién es el “enemigo” aquí? Ciertamente, las personas que viven en pobreza y la clase “media” deberían reconocerse como una sola clase. ¿El opresor común? Miremos otra vez.
Dos o tres plasmas en algún residencial no pueden borrar una realidad: miles de familias de nuestra isla están ahora mismo pensando con angustia dónde vivirán el mes próximo y qué comerán mañana.
“Pobre de mí que solo pude irme de velero por una semana”
El otro día navegando por Facebook, me topé con un estatus interesante. Uno de mis amigos escuchó en una cafetería cómo dos mujeres -bien vestidas y acomodadas- se quejaban de que la cosa estaba mala y que solo habían podido tener como vacaciones un viaje en velero. A mí me sonaron igualitas que la Asociación de Bancos cuando hace media tours para llorar por su estrechez económica y quejarse de cualquier medida gubernamental que pretenda pedirles que asuman algo de responsabilidad económica hacia el país.
Mientras el número de familias que reciben el PAN aumentó un 13% desde el año 2005 y entidades como el Centro para la Nueva Economía nos advierte que el nivel de desigualdad en la isla es similar al de la década del 50, nuestro gobierno insiste en medidas económicas que entorpecen el desarrollo de pequeñas iniciativas empresariales y nos sigue sorprendiendo con nuevas y malas noticias sobre impuestos, regulaciones y persecuciones… ¿a quiénes? A las mismas personas de siempre.
¿Las iglesias que tienen emporios económicos y las empresas foráneas que se alimentan de las madres y padres obreros que trabajan a tiempo parcial y salario mínimo? Bien. Bienísimamente bien. La otra parte de ese grupo, la que se va de velero cuando las cosas están malas, está comiéndose algún cup cake de $5 en Plaza las Américas mientras llora sus penas. Con $6 más una familia de cuatro personas se ve obligada a sobrevivir el día en algún otro rincón de la Isla.
¿Hay o no hay?
¿Qué creen que hay? ¿Qué creen que no hay? Pues les cuento.
Hay gente haciendo muy buenas propuestas. Y con esto no me refiero a los analistas radiales, la vecina que comenta en Facebook o la gente que sin datos científicos va a foros de ciudadanía a proponer cosas que ignoran el trabajo hecho, los datos de estudios y las dinámicas sociales. Hay gente que desde organizaciones comunitarias serias, desde la academia o desde grupos técnicos ha hecho propuestas que realmente merecen ser consideradas y apoyadas.
Lo que no hay es un gobierno con la valentía para apoyar esas propuestas porque le ponen de malas con donantes y amigos. Son demasiado radicales, piensan. A veces les entiendo porque la verdad es que algunas de esas propuestas son destructivas. Destruyen privilegios, prejuicios, desigualdad y pobreza. Pero, ¿quién quiere destruir eso? No las viajeras en velero y su clan. Para que ellas y el clan tengan de sobra, los demás deben tener de menos. Esa es la fórmula.
¿Habrá PAN? Se preguntan algunas personas ahora. Pues la verdad es que seguramente habrá, pero no como la isla quiere y necesita, sino como nuestra situación colonial lo permita. Mientras, el PPD y el PNP se echan la culpa mutuamente de la legislación en proceso de aprobación en el Congreso. Así evitan crear, de una vez, un plan de desarrollo económico que parta de cero. Sí, de cero. Cero venta de influencias, cero vacas sagradas y cero manipulación estadística para garantizar las elecciones del 2016.
Ok. ¿Cuál es el reto?
Ya ustedes saben, o quizás no, que trabajo en el Proyecto Matria y que nuestra área de servicios a mujeres es el desarrollo económico. Cuando se trabaja el desarrollo económico con perspectiva de género y desde una base de derechos humanos, es inevitable cuestionar la estructura económica y las instituciones que la sostienen. Pues, ¿no es esa estructura y sus instituciones la que genera la violencia y pobreza que sufren nuestras participantes?
Así que hay no uno, sino varios retos.
El primero está dirigido al sector gobierno: ¿Serán capaces de mirar más allá de sus círculos de poder cotidiano para identificar recursos innovadores? ¿Serán capaces de reconocer que nos están haciendo perder tiempo valioso replicando estrategias de desarrollo económico cuyo fracaso estamos pagando como país? ¿Serán capaces de pensar en la gente real antes que en los bonistas?
El segundo reto es para la Legislatura: ¿Podrán actuar con la seriedad que amerita el momento y evaluar con personas expertas toda nuestra base legal de contribuciones, exenciones a iglesias e incentivos a empresas que no rinden informes sobre el beneficio que producen para el país? Pidan cuentas, deroguen leyes, creen sistemas transparentes y fomenten el flujo de recursos hacia sectores vulnerables que necesitan inyecciones de dinero para poner en marcha sus proyectos de país.
El tercer reto es para las organizaciones, con excepciones claro: Este es más bien un mandato ético. Dejen de mendigar adaptándose a los proyectos disparatados de algunas agencias donantes y hagan lo que saben que hay que hacer. Trabajen para garantizar dignidad a nuestras participantes y dejen de perpetuar las premisas sexistas, clasistas y racistas que les restan oportunidades de desarrollo. Si no saben de qué premisas les hablo, pregúntense por qué hacen lo que hacen. Detengan el asistencialismo. Fomenten el apoderamiento y la libertad. Excluyo del reto, porque no las considero parte de nuestro sector, a las iglesias que fomentan abiertamente el machismo y la homofobia. A esas hay que darles otro trato.
El último reto es para la persona que lee hoy: Deje de ser una mera espectadora que critica y luego sigue con su vida. Sepa que en realidad cuando hace eso no sigue con su vida. Solo está corriendo para huir de la violencia social que tarde o temprano le alcanzará. Después de todo, ser neutral, ser observadora o meramente encargarse de lo propio sin importar lo demás, es lo mismo que halar el gatillo que nos asesina como sociedad.
*Imagen de portada también por Jack Delano.