Ars dilatoria (o el día uno del Gobernador)
Le sacaron el polvo a los manuales de alguna biblioteca y así se sucedió el primer día: con el incesante despliegue de metáforas médicas en la contestación a cuanta pregunta le hacían al gobernador recién juramentado. El abogado quería la bata blanca. Se posesionó en su toma de posesión, ofreciendo un diagnóstico que unía el dolor con el placer. La isla toda – en sus palabras – era a la vez un paciente y su médico, una autofelación incómoda para el primer día de cualquier administración.
Y después de la fiesta de pueblo, al día siguente, la explosión de la prisa y los números. Los fast-track fools en el four-track de sus respectivos deseos: Ahora, todo para ya, sin demora. A un gobierno es bien fácil sofocarlo con la almohada de la prisa, y las administraciones se conforman con la placidez de una siesta. A cinco días del garcíapadillismo, el choque fundamental – la compresión entre el centro que acaba de llegar y los círculos concéntricos cansados de esperar – produce el primer roce amatorio. Que si ya habido titubeo, reculeo, nebuleo. Se veía venir. Yo lo quiero ahora, por aquí. Espera un poquito, por allá.
Hay congelación de plazas y movimiento de la Guardia Nacional a las costas, en dos acciones simbólicas que pretenden marear mientras se busca el rumbo a ver si se encuentra. Pero hablar en la legislatura, pensar un poco, escucharse, no viene mal, aunque las promesas de un Citizen Kane legislador tarden un poco. Ya llegará la gran peleíta del cómo y cuándo de los 50 mil empleos.
Se veía venir. En la misa del primer día de enero, García Padilla – pío él – recordó «la oferta de las escrituras». Don Alejandro soltó las palomas. Al día siguiente, fue ungido y recorrió los 1,800 pasos desde el Capitolio a la Fortaleza, remangado, encorbatado. Nada dijo de velocidad. Lentos son los caminos de la medicina y la religión, si a eso es que se dedicará. Pero los fast-track fools también tienen sus carriles, sus pactos con el futuro y sus venganzas. Hoy un analista histriónico e histérico seguramente mencionará al comenzar su programa de radio que falta 1,000 y unos cuantos días para las elecciones.
*Publicada en El Nuevo Día y reprodcuida aquí con permiso del autor.