Cine de Barrio: Un avance más de mi historia de Floral Park
Narración de Cine de Barrio:Un avance más de mi historia de Floral Park :: DURACIÓN 21:11
Esta es una colaboración entre 80grados y la Academia Puertorriqueña de la Historia en un afán compartido de estimular el debate plural y crítico sobre los procesos que constituyen nuestra historia.
Poca gente conoce que en una de las grandes fincas de Hato Rey que hoy ocupa Floral Park, hubo una vez un gran estudio de cine.[1] Fue creado por una sociedad de inversionistas americanos y puertorriqueños, se llamó Porto Rico Photoplay. La finca era propiedad del matrimonio de Eduardo González e Isabel Géigel.
El periódico El Mundo del 8 de diciembre de 1920 reseña una visita hecha a las instalaciones de la empresa: Tiempo hacía que estábamos por hacer una visita a la nueva corporación portorriqueña que ha sido la primera en escoger los encantadores campos de nuestra patria para desarrollar cintas cinematográficas… El oficial principal se la corporación está en la suntuosa casa del señor don Eduardo González quien es uno de los socios más importantes. Luego detrás están los terrenos que ocupan los talleres.
Hay tres edificios ya construidos: el primero está destinado como vivienda de los artistas; (los artistas principales vivirán en el chalé); el segundo como taller de carpintería… El tercero es el “studio”, o sea donde se tomarán las escenas de las películas… es un inmenso salón…
Citando al director interino del proyecto narra …Las primeras escenas de la película planeada se desarrollan en el río Grande de Loíza. Se usará también El Yunque como campo apropiado para el desarrollo de varias escenas. Se quiere obtener el sabor nativo de varias poblaciones perdidas en el interior, conservadoras aun de nuestras propias costumbres…
Para la segunda película pensamos tomar algunas escenas en la antigua iglesia de San Germán…
Las instalaciones levantadas en lo que sería poco después Floral Park comparaban con los mejores estudios del mundo. De estas edificaciones se hicieron fotos de gran calidad. La primera foto deja ver un Hato Rey con sabor a campo en donde aún existían vaquerías o hatos que caracterizaron el paisaje en las primeras décadas del siglo 20.
Tomada desde una de las torres de la casa del matrimonio González–Géigel, la foto es un tesoro para historiadores, urbanistas y para aquellos que valoran el paisaje como memoria. El lente enfocó un segmento de un Hato Rey semi-rural que poco después cambiaría para siempre en el proceso de convertirse en el centro de la ciudad.
Para los interesados en entender mejor el ángulo de la foto, incluyo un segmento del cuadrángulo topográfico de 1941 que muestra los mogotes (hoy desaparecidos) que se ven al fondo, al este de Hato Rey. En primer plano las instalaciones de los estudios. Luego los valles con antiguos hatos de ganado. A la izquierda, en la distancia, se aprecian las casetas construidas para el Campamento Las Casas en 1917 donde se entrenaron los militares puertorriqueños para la Primera Guerra Mundial. Los estudios cinematográficos le imprimieron un tono moderno al paisaje de Hato Rey. Pensándolo bien, si se hubiesen dado las condiciones para competir con Nueva York y Hollywood, desde luego no existiría Foral Park.
Tropical Love
En estos estudios se produjo la película silente llamada Tropical Love (Amor Tropical). Los artistas principales llegaron en el vapor San Juan el 10 enero de 1921. Entre ellos la actriz principal que habría de protagonizar la película: Ruth Clifford. La Porto Rico Photoplay no escatimó esfuerzos y comenzó a presentar desde entonces otras películas protagonizadas por ella en los teatros de San Juan. Conocían el negocio y el arte de la propaganda.
Ya en febrero habían comenzado a filmar en el interior del enorme edificio del estudio en Hato Rey. El asunto de esta obra es puramente criollo. Por ella desfila el tipo de nuestro jíbaro pálido y la azorada figura de la moza campesina, con traje floreado de largo talle, pañuelo de madrás en la cabeza de abundantes cabellos sueltos; chinelas roídas y pantorrillas sin más medias que las que Dios le ha dado…
La suerte nos deparó que viéramos a Ruth Clifford… le gritamos o admirable jibarita… tus vestidos deben tener ese olor salvaje de maleza que en las alturas de Yauco impregna los vestidos de las mozas que van al río o cogen café…[2]
Un gran público mundial, pero sobre todo americano, estaba ansioso de ver el exotismo y la sensualidad de lo que podríamos llamar el mítico e ilusorio noble salvaje que habitaba los trópicos. Naida García Crespo examina, desde las dinámicas de la construcción de una identidad nacional puertorriqueña, este complejo proceso que se despliega en las primeras cuatro décadas del siglo 20.
Con el proyecto de Porto Rico Photoplay, se actualizaba, desde la plataforma cinematográfica, el imaginario colonial de la nueva posesión caribeña.
En una segunda visita a los estudios, El Mundo tocó el tema de las inversiones. En casa de Eduardo González e Isabel Géigel estaban presentes un grupo de personajes de mucha envergadura. Ese día concurrió la prensa y varios empresarios locales. El presidente de la Porto Rico Photoplay, Albert E. Lee, Juan B. Huyke (abogado, educador y político) y Rafael. M. Pietrantoni, empresario de vehículos y piezas de autos.
Pietrantoni expresó, sin miramientos a lo que habían venido: todos los hombres de dinero deberían presentar su decidida cooperación en esa magna obra. Acto seguido compró diez acciones.
Por su parte, Harry Besosa, presidente de la Cámara de Comercio, también animó a los presentes a invertir en el futuro de la isla. Finalmente, Manuel Medina, de la casa comercial Ezquiaga. suscribió $10,000 en acciones de la corporación.
La Porto Rico Photoplay produjo en poco tiempo su primera película de largo metraje. Tropical Love se presentó simultáneamente en cuatro teatros en San Juan con el nombre en español Amor Tropical. El estreno tuvo lugar el 25 de octubre de 1921.
Todo estuvo bien coordinado, dos días antes Ruth Clifford se presentó personalmente en los teatros América y Rialto de San Juan. El público local quería ver en vivo a la jibarita norteamericana. Su campaña publicitaria estaba bien estructurada.
Casi todos los exteriores de la película se rodaron en los campos de Loíza y gran parte de los interiores en los estudios de Hato Rey. A los productores les interesaba el Porto Rico exótico y tropical, siguiendo la tendencia espectacularizante de la época.
El cine era una forma de escapar de los horrores de la Primera Guerra Mundial. Ídolos como Ramón Novarro, Rodolfo Valentino y Lupe Vélez acaparaban las taquillas. Porto Rico encajaba en la mirada del colonizador y el inversionista como un lugar remoto y sexualizado, pero no lejos de la costa este de Estados Unidos.
De hecho, algunas películas rodadas en Puerto Rico en esos años pretendían tener lugar en las islas del Pacífico del sur. La apropiación de estilos exóticos se dio también en la arquitectura, la moda y la literatura de la época. De esos años de los 1920s hay diseños como el del Ateneo y el antiguo periódico El Mundo en el Viejo San Juan que se inspiraban en la España musulmana.
Luego del estreno de Tropical Love, la Porto Rico Photoplay comenzó a preparar otro largometraje cuyo argumento ocurría en Marruecos. Para ello contrató a los cotizados Dorothy Gish y Monte Blue. Al parecer la película nunca llegó a completarse.
Entre los varios intentos por mantener a flote la gran inversión, la compañía aprovechó los pietajes que había tomado sobre paisajes de Puerto Rico desde el aire. Exhibieron sus producciones en los propios estudios de Hato Rey. El 23 de marzo de 1923, ante una audiencia de pilotos aviadores, la compañía presentó una serie de bellos panoramas de nuestra isla. Comenzaban a apelar a públicos locales para subsistir, ante el cuestionamiento del gobierno de que habían evadido pagar impuestos.
El 13 de marzo de 1923 en Caguas los cameramen de la Porto Rico Fotoplay filmaron a los niños de primer grado de la escuela Gautier Benítez ejecutando variadas combinaciones de calistenia. La compañía se proponía mostrar el film en la ciudad. Se trataba de pequeños proyectos que hacían las veces de relaciones públicas para la empresa. A la actividad estaban presentes la maestra Ana Luisa Sterling y el maestro Luis Biosca. Bernardo Huyke, el principal escolar, también estuvo presente. [3]
La tonadillera y el cine mudo
El rescate cultural y estético de España por sectores puertorriqueños cuando apenas se cumplían dos décadas del cambio de soberanía llevó a situaciones un tanto pintorescas que Porto Rico Photoplay auspició. En el país estaba de jira una famosa tonadillera española llamada Paquita Escribano. Fue filmada por Porto Rico Photoplay junto con muchas otras señoritas de San Juan y presentada en la pantalla del teatro Olimpo el 17 de marzo de 1923.[4]
Como el cine era mudo ella cantaría los temas filmados en persona, toda una curiosidad, imprimiéndole así a la película todo el calor y la vida de sus encantos artísticos. Paquita fue filmada cantando una selección de couplets y una bonita comedia titulada El amor es una cosa terrible. Resulto ser un canto de cisne.
Lamentablemente, la Porto Rico Photoplay cerró operaciones a mediados de 1923. El asunto fue precipitado por un asunto de evasión de impuestos que la Legislatura de Puerto Rico levantó contra la compañía. Los flamantes edificios en los terrenos del matrimonio González–Géigel fueron desmantelados y vendidos en pública subasta junto al equipo tecnológico.
Se dice que Juan Viguié Cajas compró parte de los equipos de la casa productora. Pero el cine no abandonó al futuro Floral Park que en 1941 se unió al inventario de cines en Puerto Rico, cuando abrió sus puertas el cine Floral Park.
Cine de barrio
Como todo vecindario que se preciara, Floral Park tuvo su propia sala de cine. Era un cine de barrio y su nombre era desde luego, cine Floral Park. Yo nunca lo conocí, pero preguntando a los mayores, muchos se acuerdan de haber ido a ese cine. Caminando por Floral Park en 2020, un amigo me contó que allí fue donde vio por primera vez un beso apasionado que ocupaba toda la pantalla.
El cine estaba en la calle Del Carmen (hoy San Antonio). Su edificio subsiste hoy, pero está clausurado. Su fachada, con todo y marquesina, es de un modestísimo estilo Art Decó. Me gustan las rejas que tiene a sus lados. Probablemente son de su época de gloria.
Carteleras
Tan pronto supe que el apellido del propietario del cine era Salgado, contrasté las fuentes que tengo investigadas sobre el apellido Salgado en Ciudad Nueva y Floral Park. Además, verifiqué los anuncios de las casas vendidas en ambas urbanizaciones.
Afortunadamente, en el censo de 1930 encontré al que, muy probablemente, fue el primer dueño del cine Floral Park. Su nombre era José G. Salgado, y tenía 29 años. Para entonces, era auditor del Negociado de Indemnización de Obreros y vivía en la calle Sierpes (hoy Pachín Marín) casi esquina con la calle Ydrach (hoy Suiza). Su esposa se llamaba Victoria Arroyo.
En el censo de 1940 el matrimonio de José G. Salgado y Victoria Arroyo vivía en la calle Ydrach (hoy Suiza) que hace esquina con la Sierpes. José Gorgonio Salgado tenía 39 años y era contable en la Comisión Industrial.[5]
Para más dicha, en un anuncio de la urbanización Ciudad Nueva, publicado en El Mundo del 17 de junio de 1927, aparece la casa que ya había construido el matrimonio en Ciudad Nueva. Estoy prácticamente seguro que el cine Floral Park fue construido, inaugurado y administrado por José Gorgonio Salgado.
Inauguración
En el periódico El Mundo encontré la fecha en la que con toda seguridad se inauguró el cine: el martes 29 de abril de 1941. Se presentó ese día la película Zona Tórrida con James Cagney y Ann Sheridan. Al día siguiente pusieron otra película llamada Suez con el galán Tyrone Power y la hermosa Loretta Young.
Busqué en los periódicos las carteleras para conocer las películas que se proyectaban en nuestro cine de barrio. Durante toda la década de los 1940 se publicaba en la prensa diaria la Cartelera Salgado del cine Floral Park, con buenas películas y mejores actores.Luego de cerca de seis años, el cine Floral Park deja de aparecer como parte de la Cartelera Salgado y se publica su programación en solitario. No sé si José Salgado vendió o arrendó el cine.
El 18 de diciembre de 1947 en el periódico El Universal se anunciaba como cine Floral Park con una serie por entregas. Resulta una metáfora estupenda, una de las películas se llamaba Una ciudad perdida… Ese mismo día aparecía otro anuncio de los cines Cobián con la película Los años han pasado. Ese podría ser el título de la sección. ¡Qué más puedo pedir!
De todas las películas que pude encontrar anunciadas en el cine Floral Park, me quedo con Lágrimas de una madre, la traducción al español de To Each its Own. Se proyectó el 5 de diciembre de 1947. Estaba protagonizada nada más y nada menos que por Olivia De Havilland, una de las estrellas de Hollywood más célebres de la década de 1940 y de la historia del cine, conocida por la famosa película Lo que el viento se llevó (1939).
La película es todo un melodramón. La trama ocurre durante la Primera Guerra Mundial. Una joven pasa una noche con un piloto en el frente y queda embarazada. El hombre muere antes de que puedan casarse. Para evitar un escándalo, la joven, entrega su hijo a otra persona, aunque permanece siempre cerca de él.
Con esa película, Olivia de Havilland ganó el Oscar en 1946. El hecho de que pusieran películas ganadoras de Oscars en el cine de Floral Park me indica que no era necesariamente un cine meaito como se conocían antes algunos de los cines de barrio.
El cine siguió operando hasta por lo menos la década de 1950. El 20 de enero de 1950 el cine Floral Park exhibía dos películas: Vuelven los reclutas con Abbott y Costello, la segunda tanda fue Alí Babá y los 40 ladrones con María Montez y Jon Hall. La primera está protagonizada por los famosos comediantes americanos de los años 1940 y 1950. La segunda, por la bella actriz dominicana María Montez y el norteamericano Jon Hall.
Como pueden observar, no se trataba de películas de segunda categoría. Ya desde la Segunda Guerra Mundial, el público puertorriqueño se había habituado a disfrutar las películas mexicanas o argentinas que igualmente contaban con grandes estrellas de la pantalla. El 15 de marzo de 1950 se anunciaba en el cine Floral Park, La hija del penal con la famosa y sensual actriz mexicana María Antonieta Pons.
El cine Floral Park aprovechó el auge de las películas mexicanas y continuó poniendo películas afamadas de esa industria. Sin embargo, tengo que advertirles, que algunas de estas películas se habían estrenado algunos años antes. ¿Sería una señal de su ocaso? El 7 de mayo de 1950 se exhibió Juntos pero no revueltos, con el galán mexicano Jorge Negrete y la guapa güerita Susana Guízar (1939).
Cierre (¿temporero?)
Hoy, como casi todos los cines de barrio, el de Floral Park permanece cerrado, sin uso alguno, los años han pasado, pero no necesariamente la imaginación tiene que recorrer el mismo destino.
En 1950, quizás con las miradas enamoradas de Susana Guízar y Jorge Negrete hacia el final de la película, se despidió el cine de nuestro vecindario. En ese año pierdo la pista del cine Floral Park en las carteleras de los periódicos. Al parecer nadie derramó una lágrima en aquel entonces. Pero ya les conté que en 1947 el público lloró a moco tendido con la película Lágrimas de una madre.
A mí me gustaría ver en ese cine las películas que he mencionado y otras más de aquellos tiempos. Imagino una vida renovada para el cine en nuestra comunidad. Por supuesto, vislumbro que se re-estrenaría con la silente Tropical Love producida en nuestro propio barrio. Habría que traer una pianola, para ambientar como es debido la película.
No puedo evitar traer a la pantalla mi otra profesión como planificador. ¿A quién pertenecerá el edificio hoy día? Los vecinos de Floral Park podríamos hacer un esfuerzo por recuperar esa memoria y proyectar allí, –aunque sea en streaming-, películas de ayer y de hoy. Ya tienen investigada y hecha una primera selección de películas que se presentaron en el cine.
Yo querría ver también allí, en el cine de mi barrio, las primeras películas que se rodaron en Puerto Rico, Un Drama en Puerto Rico (1912) que sólo dura diez minutos, donde aparece una recolectora de café auténtica con su canasto de bejuco colgando de la cintura. También Por la hembra y el gallo (1916) cuya trama sigue siendo muy contemporánea: un bambalán de pueblo y un peón de finca se enamoran de una linda campesina. El cine Floral Park resaltaría como un cine boutique muy especial y serviría de modelo para otros cines de barrio en cada pueblo.
El viejo cine podría funcionar al mismo tiempo como un salón de actividades comunitarias. Floral Park no tiene ninguno. Mi hermana Maribel recuerda que el Colegio Espíritu Santo utilizaba el cine para actividades especiales. Al comienzo, el cine rescatado del olvido no tendría ni siquiera que tener sillas fijas. Cada cual podría llevar su propia sillita de playa y hasta sus neveritas. Es el sueño quimérico que les propongo. Sería divertido y serviría como un lugar para conocer los vecinos y recuperar las memorias de buenas películas.
Para lograr esas cosas hay que tener imaginación, algún dinero, superar la permisología, pero sobre todo tener espíritu de lugar, que es lo que más me interesa cuando escribo este ensayo sobre Floral Park. No sería la primera vez que un vecindario se apropia de su patrimonio para usos contemporáneos. ¿Se animan?
[1] Vale señalar que antes de este estudio en Floral Park hubo intentos de desarrollar cine en Puerto Rico. Las primeras producciones son más bien reportajes de corta duración, no largometrajes. Rafael Colorado, Antonio Capella, Juan Viguié fueron nombres importantes en los inicios de la producción cinematográfica en Puerto Rico. El primer drama (no documental) fue creado por Rafael Colorado y se llama Un Drama en Puerto Rico; fue estrenada el 27de mayo de 1912. Otra película de Colorado se titula Por la hembra y el gallo que se estrenó el 1 de enero de 1916.
[2] El Mundo, 15 de febrero de 1921
[3] El Mundo, 13 de marzo de 1923
[4] El Mundo, 17 de marzo de 1923
[5] En el censo de 1940 el matrimonio Salgado-Arroyo tenía tres hijos:
Víctor Salgado Arroyo de 14 años, Fernando Salgado Arroyo, de 7 años, e Iris Belén Salgado Arroyo de 3 años. Todos habían nacido en Floral Park. Los incluyo con la esperanza que alguno de ellos, o sus hijos, vean esta historia y nos cuenten si lo saben, más detalles de la empresa del cine de nuestro barrio.