Raymond Dalmau: From Harlem a Puerto Rico
Desde chiquito fue deportista y disciplinado. Leer el libro es como escucharlo hablar, habla sobre su nacimiento por carambola en Santurce, su madre, Conchita Pérez, estaba de viaje en la Isla, su crianza en Harlem y su pasión que rayaba en la obsesión por el deporte. Antes de llegar al básket fue nadador y pelotero. Ya cuando llega a la Escuela Superior escoge una escuela, la Benjamin Franklin, que le quedaba lejos, a dos rutas de guagua de distancia, en el East Side, porque tenía un equipo ganador de baloncesto.
El libro, escrito por Dalmau y su amigo Hiram Sánchez Martínez cuenta con un prólogo de Benicio del Toro quien pasó de fanático Pirata y de Raymond a amigo del baloncelista, esa historia también la cuenta en el libro. “Siempre había pensado, desde que me retiré y durante el tiempo que estuve dirigiendo, que debería escribir porque tenía una historia para contar”, explica el atleta sobre su proceso de escritura. “Quería hablar de como llegué a Puerto Rico y como fue la época en la que yo jugué y el impacto que tuvimos yo y los otros jugadores que vinimos de Nueva York”. Cuando apenas había escrito 19 páginas se da cuenta de que necesitaba a alguien que le ayudara a articular sus ideas tomando en cuenta la barrera del lenguaje es entonces que se inserta en el proceso Hiram Sánchez Martínez.
“Era importante que se hablara de esa historia y de esa dinámica”, dice el atleta que terminó con 11,592 puntos anotados en el Baloncesto Superior Nacional. Raymond llegó a Quebradillas siendo un adolescente de 17 años que apenas hablaba español y que no comía arroz y habichuelas. Vive en Puerto Rico desde entonces. Se ha insertado en la cotidianidad boricua desde sus inicios, incluyendo el trabajo comunitario, y tiene posiciones políticas sólidas, cree en la estadidad para Puerto Rico, cosa que es por todos conocida desde los 80.
El libro narra con candidez todo el proceso que lo lleva a entender la dinámica del País en todos esos aspectos. Pero la publicación es, más que nada, un recorrido por el baloncesto puertorriqueño de los 60 para acá, con una mirada que parte de la experiencia Pirata de Quebradillas, que pasaron del sótano a la cúspide del Baloncesto Superior, y que pasa por varios ciclos olímpicos incluyendo los Panamericanos de Winnipeg en el 1967, las Olimpiadas de Munich en 1972, los Panamericanos del 1979 en Puerto Rico, y las Olimpiadas de Moscú en el 1980 de las que Puerto Rico no participó. En sus memorias Raymond narra la transformación del baloncesto pasando de las canchas abiertas al coliseo que lleva su nombre. En Nueva York la cancha de la escuela era bajo techo y con tabloncillo muy distinta a la de Quebradillas en los 60. “Realmente era una cancha pequeña con el piso de hormigón pulido, con bleachers también de cemento y sin espaldar. Las bases o postes de los tableros eran tubos de hierro, los tableros de una lámina de metal (que llamaban tola) y las mallas de cordoncillo. Sin embargo, se trataba de una cancha de baloncesto, que era al fin y al cabo lo único que yo necesitaba para jugar”. Analiza detalles que van desde el arbitraje hasta decisiones administrativas de los dueños de equipos de la liga que ayudó a transformar llevando el 17 en la camiseta.
“Para mi era importante que Puerto Rico conociera, particularmente las nuevas generaciones”, dice, “cual fue el impacto y el impacto cultural de esos jugadores que vinimos de Nueva York. Yo no sabía prácticamente nada de Puerto Rico cuando llegué”, concluye.
Raymond Dalmau participará de un conversatorio con estudiantes adscritos al Programa de Servicios de Apoyo de Estudiantes (PSAE), atletas y la comunidad universitaria en general el miércoles 20 de marzo a las 11:30am en el Anfiteatro 1 de Estudios Generales en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.