Rivera Rosa: “En una tela puedo hacer lo que quiera y, además, trasciendo la tela”
Quiero forjar de ti como arcilla de mi tierra
Senderos iluminados por la luna / Ráfagas de vientos marinos / Ríos de agua brava.
(5 de septiembre de 2009) La Mirada (Colección Bijas, 2013)
–Rafael Rivera Rosa (Comerío, 1942)
“[…] Estoy descubriendo la figuración dentro de la abstracción”
–Rafael Rivera Rosa
«Esos “ríos de agua brava”, los “senderos iluminados por la luna”, las “ráfagas de vientos marinos” del poema de epígrafe son parte –lingüística y pictóricamente–, de la forja de Rafael Rivera Rosa, artista comerieño, quien al presente se alegra con la creación de su obra que incluye la abstracción, lo figurativo y lo digital, siempre cerca del grabado que en la década del ‘70 lo posicionó como artista en la mente del espectador de esos tiempos, aunque pintaba desde el ‘60.
“Yo en el ‘70 como artista, era pintor ya desde el 60 pero sostenía la práctica del grabado (segrigrafía), y la gente me conocía más por el grabado que por la pintura”, recuerda Rivera Rosa y su voz nos trae a la mente la memoria de esos tiempos, donde, sí, es cierto, se le conocía por el grabado: Betances, Los fósforos, etc. y nos parece verlo en la tienda/taller de Don Pepe Coss, en sus creaciones alzadas en las paredes y también con la presencia de su figura y estampa en ese lugar donde unos y otros artistas iban y venían para dejar sus piezas y para conversar con el padre de los tres Coss Pontón. La asociación de su obra con el grabado, agrega, respondió a que “[…] el grabado era política y esa era la salida.”
Platicamos con el artista en el modo de “a lo que salga” Unamuniano, sin pretensiones de abarcar todo, sino con el deseo de que Rafa comunique lo que quiere comunicar, no solamente al lector sino a los estudiantes de arte, desde dos posiciones: desde el ’70 hasta ahora y desde el 2015 hasta el ’70, también sin pretensiones de ser un tratado, ni un ensayo académico, solamente una conversa que muestre algunos de sus enunciados que merecen ser inscritos y algunos comentarios que tal vez conviden al lector a repasar –y profundizar– su obra desde aquellos tiempos del ’70 y sus grabados. Así pues, poco a poco fuimos repasando y anotando algunas cositas que añade, quizás, a lo que ya conoce el lector y espectador de las piezas de Rivera Rosa desde la década del 70. Sus 73 años los lleva “bien llevados” como por ahí se dice; exuda en su hablar, jovialidad seria, sentido del humor prudente, menciones serenas de su praxis artística, que combina con la alegría de enunciados de los jóvenes artistas del momento y del futuro que también engalanan estas horas de conversación con Rafa, en el Café Don Ruiz de Ballajá en el Viejo San Juan un 21 de julio.
La entrevista se produjo al habernos encontrado una tardecita en un restaurante y notar que mientras esperaba la comida (y después de comer) pintó en una de las “telas” (papel) que cubre la mesa; nos encontramos así y verlo y pedirle la entrevista fue casi lo mismo. Vinieron a la memoria los nombres no solamente de Rafael Rivera Rosa sino de Nelson Sambolín, de José Rosa, de Luis Alonso y de tantos otros que desde esa década dan vueltas en el imaginario artístico de este país y de fuera también.
Esta forja de Rafael Rivera Rosa que sigue activo mostrando al mundo sus creaciones, recientemente hace unos meses en una exposición en la galería Artífice en el Viejo San Juan, expo que vino luego de la del Museo de Arte de Bayamón, –Vértices de la Memoria-, locus en el cual se reconoce y enaltece la labor del artista, con programas especiales que los benefician y asisten en su praxis. Son muchas las exposiciones de Rivera Rosa, y entre ellas las ciudades incluyen, además de San Juan y Bayamón, a Ponce, Mayagüez.
Recuerda que desde el 1984: “Estoy haciendo pintura expresionista abstracta […] decido entrar a una puramente gestual…. Tuve una etapa donde el gesto era todo.” Y en cuanto a su proceso de creación apunta:
“Si tú ejecutas una pintura de la misma manera cada vez que te enfrentas a la tela, eso se convierte en un proceso aburrido, anticreativo. Yo descubrí que era allí donde yo tenía que bregar; después del primer brochazo empezaba a ejecutarla y cada vez que ejecuto una pintura me olvido de la anterior.”
Y al hablar de la estructura añade que hay que “descubrir” y “experimentar” con ella.
Y continúa hablando de su obra, mirando a quizás esos primeros brochazos en la tela la cual trasciende: “ […] al menos saben que son mías, pero que son planteamientos estéticos diferentes; he regresado a mi punto: abstracciones con especie de colores, sugerencias de atmósfera”, y habla de la pieza La silla en la playa que brinda la sensación de estar frente a la playa, al mencionar igualmente El perro y el pájaro azul, “diferente a la otra (La silla…) pero con una fuerza abstracta.”
Con fuerza habla del “estilo” al puntear que “ya el concepto de estilo está derrotado, ya tenemos la libertad”, y apunta a renglón seguido: “La gente no sabe que cuando uno se pone a pintar uno tiene una manera: pintura figurativa pero sale de la abstracción, se descubren personajes al manchar la tela y se termina con una pintura figurativa[…] terminaba haciendo personajes pero no lo sabía.” , y es aquí cuando dice: “Estoy descubriendo la figuración dentro de la abstracción.”, y menciona las piezas del coronel Buendía y de Pilar Ternera.
Conversando de los espectadores de antes y de ahora se acomoda en el sillón y con la claridad de pronunciación de cada una de las letras de las palabras que enuncia nos dice: “El mejor espectador es el que no conoce de arte, no viene con pretensiones, a esa persona la escucho mucho, dicen cosas que nacen de la honestidad, de la inocencia”, y enseguidita añade: “Yo no pinto para los críticos aunque son mis panas”. Recuerda que “tengo 73 años y me levanto a trabajar todos los días”, y menciona un proyecto de una retrospectiva que configura en estos momentos. Y añade” Yo llevo 12 años desarrollando una serie de pinturas figurativas paralelo a la abstracción”.
Relamiendo el recuerdo, trae a su memoria cuando “yo exponía al lado de Tufiño”, y recuerda las exposiciones de los maestros junto a los artistas emergentes lo cual “es importante porque no nos damos en el vacío, nos damos dentro de un espacio que se venía creando por los mismos artistas de la generación anterior; esa es la mejor escuela”, y se incluye dentro del grupo de Rafi Trelles, José Rosa, Luis Alonso. “Yo soy de ese grupo”, acota. Rivera Rosa se siente cerca de los artistas emergentes y para él “es importante estar cerca de ellos”, poco a poco “se van convirtiendo en iguales” y menciona las aperturas que a ellos ofrecen ahora Bayamón, Carolina y Caguas.
Añade, quien desde el 1996 hace trabajo digital y en el 2011 empieza la serie de carteles de homenaje. “Imprimo mis carteles de la computadora” aunque no hea expuesto los carteles de personajes importantes como Albizu, Julia, Edwin (Reyes), Oller, etc. De esta colección le regalará al Museo de la UPR los números 1 y 2 de la edición, y bien Rafa, quizás, enuncia: “[…] pa’cogerme tienen que correr mucho porque yo no me paro.”
En cuanto a su tesón, tanto en la praxis artística como en sus estudios, recuerda hacer en seis años su bachillerato y luego una MFA de Pratt, y cuando regresó comenzó a dar clases en el departamento de Bellas Artes de la UPR, y recuerda el aprovechamiento de esos años de estudio y sus incursiones en la vida académica en la UPR y en la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico (EAP), agradeciendo a Margarita Fernández Zavala su proyecto; en la EAP ofreció los cursos de Introducción a la Pintura; Gran Formato, y Pintura Avanzada. Al hablar de la Escuela y cómo la ve hoy día afirma: “La veo con mucha tristeza…allí está la crema, los que son; la UPR es totalmente diferente, hay prioridad en la cuestión académica, en la EAP son artistas”, enunciado proferido con fuerza serena y sin perder la esperanza de que la “tristeza” se convierta, de alguna manera, en gozo. En cuanto a su experiencia en la vida académica, apunta: “Creo mucho en el proceso de crítica, en discutir muchas cosas pero siempre con un propósito positivo; en lo que no funciona pero también en lo que sí funciona”. Y recuerda las críticas una vez a la semana y añade: “los estudiantes quieren escuchar… mi experiencia como profesor me enriqueció, y me fui con lágrimas en los ojos, literalmente con lágrimas en los ojos” y recalca: “Nunca me he jubilado de mi obra”, remachando que “todos los días, a mis 73 años, me levanto a trabajar”.
Rafael Rivera Rosa se crió en Nueva York y adjudica a la crianza en esa ciudad que “aprendí a defenderme” y su defensa, por así decirlo es su propia obra, y ¿por qué no? También detalles de su vida, y uno de ellos es el hecho de haber criado, ser padre de los dos hijos de su compañera de vida, y menciona a Ricardo Pons, conocido músico y director de Viento de agua; a esos dos hijos se unen la hija que tuvieron ambos (Rafael y Elena de Jesús) “la más chiquita que ya es una chef,” y “tengo otras dos hijas de un matrimonio anterior, para sumar cinco. “¡Por ahí viene una nieta”!, dice con regocijo el artista.
Paladea la “libertad” que proporciona el arte: “En una tela puedo hacer lo que quiera… y además trasciende la tela”, título de este ejercicio que resume algunos destellos de la conversación con el artista Rafael Rivera Rosa, quien le debe a Edwin Reyes el haber incursionado en la palabra poética de donde se desprende el poema de epígrafe.
Sus maestros fueron Lorenzo Homar, –de quien aprendió la “disciplina”–, Domingo García –de quien aprendí “la locura de la patria”–, y Carlos Raquel Rivera, “con él descubrí lo qué en esencia quiere decir la patria, el valor y el sacrificio”.
Los versos, con los cuales queremos abrir y cerrar este ejercicio, incorporados en el libro La Mirada, se los dedica a Elena de Jesús, su compañera por 43 años, a quien conoció cuando la misma trabajaba en el Centro de Investigaciones Sociales de la UPR y quien hasta el día de hoy es, como él enuncia: “mi centro”, y como avisa el texto poético “…mi tierra.” Su colega artista Awilda Sterling, al compartir con ella algunos destellos de esta entrevista, recuerda ese inicio de relación pues coincidió con el nacimiento de su primer hijo que hoy tiene 43 años.
Aquí los versos:
Quiero forjar de ti como arcilla de mi tierra
Senderos iluminados por la luna
Ráfagas de vientos marinos
Ríos de agua brava.
A otros niveles, senderos alunados, ráfagas marinas y ríos bravos, todo ello, y más, nos ofrece Rafael Rivera Rosa en su pintura.