Transmodernidad y epistemes otras

I. Introducción
En este breve trabajo explicito la relación entre transmodernidad y epistemologías otras. Argumento que la pluriversalidad es un componente esencial en la construcción de la transmodernidad. Esta pluriversalidad se construye mediante un dialogo intercultural sur-sur. Con la finalidad de evitar que la apertura a la alteridad se pueda entender y ejecutar como un relativismo que puede llevar a la inmovilidad social, en este ensayo propongo como criterios de inclusión la defensa de la vida humana, el equilibrio entre lo local y lo global, el rechazo de una inexistente objetividad, la adopción del locus enunciatis de las víctimas, y la perene vigilancia ante nuevas formas de opresión.
El concepto de modernidad fue utilizado por primera vez hacia el final del siglo XV para distinguir un tiempo presente cristiano del pasado pagano y romano. Desde esta primera concepción quedaba ya claro que el punto de partida era el mundo clásico griego y romano, no el africano. Durante el renacimiento aún se daba la necesidad de volver a los clásicos, pero en la Ilustración esta necesidad sería desafiada y cuestionada y se va a optar por un escape, por una superación de la antigüedad clásica. La modernidad entonces se comprometió con la idea del progreso infinito y del avance racional de los órdenes morales y sociales.
Esta evolución obedece a cambios en las estructuras mundiales del comercio y del desarrollo militar y tecnológico. La primera modernidad se da a partir de 1492 con la conquista de América, la segunda modernidad se da en el siglo XVII con el dominio de los Países Bajos y llegamos así a la tercera modernidad en el siglo XVIII que se inaugura con la revolución industrial. La modernidad entendida desde Europa se inaugura en términos filosóficos con Descartes y en términos económicos y políticos con la Revolución francesa y la guerra de independencia de los Estados Unidos, (en el recuento hegemónico de la historia se oculta la Revolución en Haití).
En ese sentido, el proyecto de la modernidad es un proyecto de emancipación del despotismo o de la tradición para la naciente burguesía que ya colocaba a sí misma como la representación de lo que es ser humano y se instaura como el modelo único del ser, el saber, y del poder. Lo hace no de manera abierta y evidente, sino oculta. La presumida objetividad del conocimiento y la emancipación de la fe y de las tradiciones, no es sino la secularización de su fe en un ser único, trascendental, ahistórico que ha dado leyes al universo. La modernidad europea autocentrada hace de su particularidad una universalidad donde el resto de las civilizaciones son concebidas como atrasadas y el camino europeo se presenta como el único posible y necesario. La razón y la racionalidad se presentan como únicas formas de conocimiento del mundo.
En el presente trabajo, desde el concepto de transmodernidad de Dussel, me posiciono en contra de esta posición, y argumento que la liberación del Sur Global pasa por la construcción de una pluriversalidad que de voz a la alteridad y que permita el desarrollo de la vida humana. Hago esto, primero mostrando los límites de la modernidad y de las respuestas que se han dado desde el centro y que nos muestran que la transmodernidad desde la periferia es la mejor alternativa. Después presento el desarrollo del concepto en Dussel y sus características. La tercera sección responde a los cuestionamientos que se la han hecho al concepto, así como el criterio de verdad necesario en una pluriversalidad crítica.
II. Desarrollo
2.1 Límites de la modernidad
La modernidad presenta dos problemas. El primero es que se da preponderancia a una esfera, el conocimiento científico, negado otras formas de episteme como el sentir- pensar. Así mismo se argumenta que la modernidad es el triunfo de la razón. Sin embargo, se ignora que está basada en la irracionalidad del sacrificio. Es decir, el supuesto uso de la razón se convirtió en una razón instrumental al servicio de la reproducción del capital, no de la reproducción de la vida.
Ante el incumplimiento de la promesa de la modernidad a la humanidad de igualdad, libertad y fraternidad la literatura ofrece varias alternativas. La primera es continuarla. En esta posición sostenida por Habermas (1996) la modernidad en un proyecto incompleto, pero no fallido. Esta alternativa argumenta que el proyecto de la ilustración se vuelve más claro hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con la explicación que Max Weber hace del fenómeno del milagro europeo o de la excepcionalidad carácter de Europa con respecto a otras regiones. Para Weber, la modernidad se refiere al incremento en el proceso de racionalización en esferas autónomas, por ejemplo, la ciencia, la estética y la moral con sus propios criterios para juzgar las áreas donde son competentes (1946). Sin embargo, para Habermas, en esto consiste precisamente la limitante de la modernidad: en la absolutización de esferas particulares y sus características y que estas se toman como criterio para evaluar otras áreas.
Ante este escenario, el filósofo alemán presenta dos opciones. La primera es el establecer alguna de las esferas -ciencia, arte o moralidad- como la máxima autoridad. La segunda opción es buscar una nueva base para la continuación del proyecto de la modernidad. Habermas opta por la segunda opción y busca la continuación de la modernidad en su proyecto de la ética discursiva mediante el Principio de universalidad <<U>>, en el cual se asume el cometido de una regla de argumentación. En sus palabras, “En las normas válidas, los resultados y los efectos secundarios que se deriven de su seguimiento universal para la satisfacción de los intereses de todos y cada uno tienen que poder ser aceptados por todos sin coacción alguna” (1987, p. 158). El problema con esto es que Habermas continúa buscando la solución en la totalidad europea de ciudadanos libres e iguales y no toma en cuenta la colonialidad como momento fundante de la modernidad. Es decir, no piensa en la diferencia colonial que aún persiste, en la cual gran parte de la población mundial sufre discriminación, no goza de libertad, ni siquiera del ser y del reconocimiento de sus epistemes y por ende no le es posible participar en condiciones de igualdad; sin coacción. Lo cual, evidentemente hace imposible el proyecto Habermasiano en el Sur Global.
Una segunda alternativa es la posmodernidad. Sin embargo, no es una solución al proyecto de la modernidad ya que se encuentra determinada por esta misma. La conciencia crítica que se ha esparcido en los pueblos colonizados especialmente después de la segunda guerra mundial no puede ser contenida dentro del giro lingüístico o pragmático en el cual las actitudes post modernas tienden a basarse
Una tercera alternativa es la transmodernidad propuesta por Rosa María Rodríguez Magda quien en “Una reflexión ininterrumpida” (2013) indica que el prefijo “trans” busca señalar no solo la transformación, sino la necesaria superación de la Modernidad, incorporando las críticas de la postmodernidad. Así, para la filósofa española “La transmodernidad como etapa abierta y designación de nuestro presente, intenta, más allá de una denominación aleatoria, recoger en su mismo concepto la herencia de los retos abiertos de la Modernidad tras la quiebra del proyecto ilustrado”. (2013, p. 10) Dada la insistencia en tomar a Europa- así sea desde su propia periferia- como la guía de la historia, se entiende la crítica que el filósofo Latinoamericano José Guadalupe Gandarilla (2022) hace argumentando y mostrando cómo es que esta propuesta está atrapada dentro de la misma totalidad Europea y por ende sus alcances emancipadores son limitados, por no decir inoperables e inservibles para aquellas civilizaciones que estamos fuera de los países centrales.
Como es posible ver ahora, estas alternativas propuestas desde el centro son insuficientes, pues todas ellas, al igual que la modernidad, en tanto historia, se basan en la clasificación racial de los grupos humanos de tal manera que como Fanon,(1963) y posteriormente Quijano, (2020) han mostrado a la mayoría de la población- no blanca, no cristiana, no europea- le es negada del ser. Como Edgardo Lander (2020) argumenta, esta negación de su ser pasa por la negación de su episteme, es decir se niega la capacidad de conocimiento de saberes que nosotros los pueblos periféricos tenemos. Como demostraremos, desde la argumentación que hace Dussel, la verdadera liberación de la humanidad vendrá desde la exterioridad de este sistema euro centrado hacia un nuevo horizonte histórico: la transmodernidad.
2.2 Transmodernidad
Como hemos visto, la modernidad se ve a sí misma como la causa causada original donde Europa se provee de su propia fundación y el ímpetu para trascender el autoritarismo y la barbarie del feudalismo, inventar la ciencia, renovar la filosofía y rescatar a la democracia. Para ellos, nada de esto tuvo que ver con otros que no sean europeos. Contrario a esta narrativa, la transmodernidad recuenta la historia como una que incluye participantes de todas las partes del mundo, especialmente el rol del otro en su formación. En contra de la narrativa que sitúa una centralidad y una continuidad en Europa desde los griegos antiguos, el Imperio Romano, la modernidad, la postmodernidad, -como supuesta antítesis- y su superación, -la transmodernidad Eurocéntrica- el pensamiento decolonial muestra que Europa misma y su modernidad se origina el 1492 con la conquista de América(Dussel, 1994). La empresa colonial es constitutiva de la modernidad, no un hecho histórico ajeno ya que no sólo fue la rapiña de los recursos de la Abya Yala, sino también la negación ontológica de la alteridad por medio del ego conquiro lo que permitió a los europeos concebirse a sí mismos como el fin de la historia y guía de la humanidad.
La modernidad entonces oculta a la alteridad, pues se trata de un solipsismo epistémico en favor del capital. Pero ante esta opresión, se da también la resistencia. El de la liberación es el grito de los esclavos, el del instinto de vida. Este grito se da en la búsqueda del conocimiento con un interés claro, como también lo tuvo la ilustración del S. XIX. En “Enrique Dussel´s Liberation Thought in the Decolonial Turn” Maldonado-Torres (2013) presenta tres caminos para la transformación de la historia y del pensamiento. El primero de ellos son los inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos, particularmente los mexicanos y los chicanos que habitan en territorios fronterizos tanto al norte como al sur de la frontera. El segundo camino fue el que se presentó durante la guerra fría con el comunismo soviético. El tercer camino, que se abrió con el decaimiento de Europa, es el pensamiento decolonial donde el encantamiento por Europa que había permanecido en las independencias de las Américas había ya desaparecido después del holocausto. En palabra de Maldonado-Torres, “el propio giro decolonial se caracteriza por un desencanto generalizado con el eurocentrismo y una renovada afirmación de la descolonización como proyecto”.(2013, p. 18) Este desencantamiento del mito de la modernidad, continúa el filósofo puertorriqueño, llevó a Dussel a articular una ética de la liberación y la utopía ideal de la transmodernidad.
Maldonado Torres continúa argumentando que, si por un lado Habermas habla del proyecto inacabado de la modernidad, por el otro se puede hablar también del inacabado proyecto de decolonización. En ese sentido, la ética de la liberación de Dussel es al proyecto de la descolonización, lo que la ética del discurso es al proyecto de la ilustración de la modernidad, ya que provee principios normativos cuya aplicación avanza el proyecto de la decolonización. Así, la transmodernidad es la aplicación de la ética la liberación a la historia y el reconocimiento ético del otro como un sujeto de conocimiento y cultura.
El camino de la transmodernidad no ha sido fácil ni univoco. En el texto “Transmodernidad” (2022), Gandarilla muestra la evolución del concepto en el pensamiento Dusseliano. El filósofo mexicano muestra que un primer momento en la obra 1492. El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad, Dussel habla de dotar a la modernidad de aquello que es incapaz de cumplir y de ese modo llenar o cubrir sus aporías. Continúa Gandarilla mostrando que, en la misma obra, la transmodernidad se refiere a una co-realización por mutua fecundidad creadora de lo imposible para la sola modernidad. En ese sentido, la transmodernidad hace no una negación de la modernidad, sino una subsunción desde la alteridad de los ideales de la modernidad que son útiles a la vida. Hablamos entonces ya no de libertad, igualdad, y fraternidad, sino de liberación, equidad y solidaridad. Gandarilla termina su recuento histórico señalando que en el siglo XXI Dussel habla ya de una cultura pluriversal analógica que se aleje de la universidad excluyente de la modernidad.
Está pluriversalidad se fundamente en la solidaridad mutua y la no imposición de identidades culturales, políticas, económicas, como sí lo intentó Europa cuando se convirtió en el centro del mundo a fines del siglo XIX con la Revolución Industrial. Dussel explica que a nivel cultural esto produjo el fenómeno de la ilustración, cuyo origen se debe buscar en el califato de Córdoba, y que llevaría a Europa a tener las condiciones materiales que le convirtieron en el centro del mundo. Sin embargo, en estos dos siglos de centralidad no le ha sido posible a Europa eliminar el núcleo ético mítico de las culturas del oriente lejano. Tampoco ha podido extinguir el núcleo ético mítico de las civilizaciones amerindias qué tienen más de cinco siglos resistiendo.
En ese sentido, este saber que la modernidad/colonialidad ha trastocado a todas las culturas no significa aceptar, como si lo hace el multiculturalismo liberal, una inexistente simetría entre las civilizaciones.(Walsh, 2009) Por el contrario, la filosofía de la liberación parte del reconocimiento de que existe una diferencia abismal entre los países del centro y los países periféricos. Estas culturas exteriores son una fuente de riqueza cultural y de respuestas novedosas a las promesas que no cumplió la modernidad europea, por lo que siempre es necesario volver a sus núcleos ético-míticos originales. Sin embargo, también es necesario hacerlo sin caer en esencialismos que pueden resultar contradictorios a la preservación de la vida. Es importante entonces recordar la reflexión qué hace Boaventura de Sousa Santos hacia ese intento devolver a un pasado precolonial que busca una inexistente pureza (2009).
Así entonces, el concepto de transmodernidad indica la novedad radical de la irrupción de la exterioridad-de aquello siempre distinto- en el proceso de crecimiento y que asume los desafíos de la modernidad, pero a los cuales responde desde otro lugar. De hecho, la misma decolonización puede ser vista como un proceso permanente que completa, subsume, y exhausta los elementos emancipatorios de la modernidad, desde la alteridad. Esta alteridad la provee de la capacidad de responder con soluciones que serían absolutamente impensables para una cultura exclusivamente moderna como lo son las europeas y la norteamericana. En este sentido, una futura cultura transmoderna asume los momentos positivos de la modernidad, pero con una rica pluriversalidad producto de un auténtico diálogo intercultural.
Este diálogo intercultural que nos llevará y sostendrá a la transmodernidad inicia, en concordancia con el método ana-dialéctico, con la afirmación de la negación; esto es con la autovaloración de la importancia de la cultura propia qué ha sido negada por el proyecto moderno europeo. Está autoafirmación no significa una afirmación ingenua o apologética, por el contrario, debe haber una crítica de la tradición propia desde la misma cultura, debe haber entonces una autocrítica. Significa también el permanecer fiel a la cultura propia, pero subsumiendo los mejores elementos de otras culturas. Este proceso requiere un tiempo de maduración, estudio, reflexión y solidaridad entre las víctimas del sistema. Este es un proceso de resistencia cultural no solo a las élites de otras culturas, particularmente de aquellas dominantes, sino también a las élites aliadas con el eurocentrismo de nuestros propios países. Este diálogo crítico se da entre innovadores culturales críticos que busca recrearla mejorarla partiendo desde los presupuestos críticos de su tradición, pero atentos y en escucha de aquellas otras tradiciones que puedan servir a la defensa de la vida.
Es importante señalar que este diálogo es ante todo entre críticos en la periferia, es un diálogo sur-sur antes de que se pueda convertir en un diálogo sur norte. El intelectual crítico debe ser alguien localizado en el medio (in-between) como Gloria Anzaldua,(2016) en el pensamiento fronterizo como Walter Mignolo (Carballo & Herrera Robles, 2015; Mignolo, 2000), o en la retaguardia como propone Boaventura de Souza Santos (2010) El fin último de esta construcción de una cultura transmoderna no busca crear una cultura universal, sino que busca una pluriversalidad, es decir una episteme pluricultural que este inmersa en un diálogo crítico intercultural.
La propuesta de transmodernidad de Dussel como una meta narrativa, no significa un sistema cerrado hacia el cual deban estar limitados los conceptos contextos locales, sino que lo local impacta a lo global, a la vez que lo global inspira a lo local, en un reconocimiento de la finitud propia y reconocimiento de las condiciones cambiantes que pueden revelar o generar nuevas víctimas, por lo que se debe efectuar una perpetua modificación de la praxis, en favor de la vida. Así, los postulados propuestos por Dussel siempre están abiertos a la voz de la alteridad, nunca se cierran a la totalidad de un sistema que se piense perfecto y acabado.(2002)
En pocas palabras, la transmodernidad es entonces una nueva edad del mundo donde se da un proyecto de liberación político-económico, ecológico, erótico, pedagógico, religioso, etcétera, que ofrece inclusividad y solidaridad. En su más acabada versión, va más allá de la propuesta original de una verdadera universalidad que no se refiera solo a la particularidad europea y que incluya a la alteridad, para proponer que la participación de la alteridad de los pueblos colonizados se de en una pluriversalidad crítica. En ese sentido, el proyecto de transmodernidad en tanto proyecto de liberación, no busca sustituir un paradigma dominante por otro, si no en un ejercicio analéctico, hablar y actuar permanentemente desde la alteridad en favor de la afirmación de la vida.
Finalmente, es importante señalar que esta apertura a la pluriversalidad no significa un relativismo donde cualquier posición sea admisible y en consecuencia se oculten u obstaculicen luchas legitimas. Los criterios de inclusión y exclusión aquí expuestos son cuatro. El primero es la defensa de la vida humana, en especial la de las víctimas. El segundo el equilibrio en lo local y lo global donde uno no domine al otro. El tercero, es el rechazo a una inexistente objetividad, y por el contrario la clara opción por privilegia el locus enunciatis de las víctimas del sistema. El cuarto y último, el estar vigilantes de formas de opresión que no existan aún o que nos sean tan evidentes- como el adulto centrismo- pero que también niegan a grupos sociales como este caso lo son las niñas, niños y adolescentes (NNA).
Bibliografía
Anzaldúa, G. (2016). Borderlands/La Frontera: The New Mestiza (C. Valle, Trad.). Capitan Swing.
Carballo, F., & Herrera Robles, L. A. (Eds.). (2015). Walter D. Mignolo. Habitar la frontera: Sentir y pensar la decolonalidad (Antología, 1999-2014). CIDOB. UACJ.
Dussel, E. (1994). 1492. El encubrimiento del Otro. Pural editores, Facultad de Humanidades y Ciencias de la educación –UMSA.
Dussel, E. (2002). World-System and «Trans»-Modernity (A. Fornazzari, Trad.). Nepantla: Views from South. Duke University Press, 3(2), 221-244.
Fanon, F. (1963). The Wretched of the Earth (C. Farrington, Trad.). Grove Weidenfeld. A division of Grove Press, Inc.
Gandarilla Salgado, J. G. (2022). Transmodernidad. En M. Rufer (Ed.), La colonialidad y sus nombres: Conceptos claves (pp. 343-359). CLACSO/Siglo XXI.
Habermas, Jürgen,. (1987). Teoría de la acción comunicativa (4.a ed.). Tauros.
Habermas, Jürgen,. (1996). Moral Consciousness and Communicative Action (C. Lenhardt & Shierry Weber, Nicholsen, Trads.). The MIT Press.
Lander, E. (2020). Ciencias sociales: Saberes coloniales y eurocéntricos. En E. Lander (Ed.), La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. (2da ed.). UNESCO.Ediciones CIccus. CLACSO.
Maldonado-Torres, N. (2013). Enrique Dussel´s Liberation Thought in the Decolonial Turn. TRANSMODERNITY: Journal of Peripheral Cultural Production of the Luso-Hispanic World, 1(1), 1-30.
Mignolo, W. (2000). La colonialidad a lo largo y a lo ancho: El hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad. En E. Lander (Ed.), La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas (pp. 55-86). CLACSO. UNESCO.
Quijano, A. (2020). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En E. Lander (Ed.), La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales (pp. 219-260). CLACSO, Ediciones CICUS, UNESCO.
Rodríguez Magda, M. (2013). Una reflexión ininterrumpida. Anthropos. Cuadernos de cultura crítica y conocimiento. La condición transmoderna, 241, 9-12.
Santos, B. de S. (2009). Una epistemología del sur. La reivención del conocimiento y la emancipación social (J. G. Gandarilla Salgado, Ed.). Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales- CLACSO; Siglo XXI Editores.
Santos, B. de S. (2010). Decolonizar el saber, reinventar el poder. Ediciones Tricle.
Walsh, C. (2009). Interculturalidad crítica y pedagogía de-colonial: Apuestas (des)de el in-surgir, re-existir y re-vivir. USMA Revista (entre palabras), 3(30), 1-29.
Weber, M. (1946). Politics as a Vocation. En G. Hans Heinrich & C. W. Mills (Eds.), Max Weber: Essays in Sociology (pp. 77-128). Oxford University Press.