Cada cual, en última instancia, ha de llegar a ser su propio maestro. Pero para ello hay que rodearse, desde la niñez, de genuinos educadores.
Cada cual, en última instancia, ha de llegar a ser su propio maestro. Pero para ello hay que rodearse, desde la niñez, de genuinos educadores.
Y he aquí que nace así este libro: fresco, prístino y fervoroso, como un ejercicio de libertad frente a la ansiosa vocación contemporánea de servidumbre.
La programación de todos los aspectos de la vida obliga a vivir en una huída hacia delante, por así decirlo. Mejor dicho: no se vive, se desvive y sobrevive, con atolondrada agitación y despilfarro de energía.
No tiene sentido pensar en términos de pesimismo u optimismo; de esperanza o desesperanza. De entrada lo que hay que hacer es estar en lo que se hace, y entregarse de lleno a la práctica.
El asunto que debo enfatizar es que las enseñanzas del Buddha forman parte de un interés mucho más amplio que se remonta al conjunto de la filosofía antigua.
Por más que la banalidad del capitalismo, la imbecilidad y el apocamiento intelectual prevalezcan, ahí está intacta la dignidad de lo más excelso para todo aquél o aquella que esté en la disposición de cultivar su mente y afirmar no sólo su vida sino la del universo entero.
He leído «Inquietud de la huella. Las monedas místicas de Angelus Silesius» de Ángel Darío Carrero, como quien sigue la escritura de un descubrimiento poético. Pienso que la poesía es su asunto fundamental.
La «compasión», bien entendida, es inseparable de la sabiduría y, con ella, del reconocimiento del sí mismo del otro, esto es: de la singularidad irrepetible de toda forma de vida, y no solo de la vida humana.
Autarquía significa hacerse cargo de sí, bastándose a sí mismo, lo cual conduce a una forma de vida basada en lo que podría llamarse la auto-suficiencia. Se trata de una aspiración…
Mientras que la estupidez es una condición y la idiotez una decisión, la imbecilidad puede considerarse como el efecto estructural de una confección planetaria de la cultura.
El último libro de Mara Negrón, titulado De la animalidad no hay salida, es un libro a leer, es decir, un texto cuyas páginas se ofrecen a la mirada e incitan al pensamiento.
No tiene sentido juzgar la vida, ya que el valor de la vida es absoluto, es decir: absuelto de todo juicio de valor, indiferente a toda valoración humana o divina. Se puede entonces afirmar que el valor de la vida equivale a cero.
No es frecuente hoy en día encontrar un grupo de personas comprometidas con el estudio de un legado del pensamiento. Es ése el caso del Taller del Discurso Analítico, a celebrarse los días 4 y 5 de mayo, en el Museo de las Américas, lleva por título «Lo que insiste».
En esta propuesta de una otra Universidad, el asunto fundamental consiste en actualizar la tradición histórica de la Universidad y, por ende, en pensarla de nuevo a la luz del porvenir de la cultura.
El texto que sigue fue leído en la librería La Tertulia de Río Piedras el 24 de abril de 2009, con motivo de la presentación del libro Fragmentos del habla de Fernando Cros (San Juan, Editorial de la Universidad de […]
El amor se transforma en regocijo. El regocijo no es una alegría pasajera o la superación de la tristeza, es la beatitud del amor. He ahí la más noble aspiración. Emerge así una nueva trinidad nacida de aquella noble aspiración: la ecuanimidad, la compasión y la sabiduría.
El desgraciado paralelismo consiste en esto: el Estado de Israel ha malogrado la estrella de la misma manera que el Estado nacional-socialista alemán banalizara la esvástica.
Expresar es procrear. Pues la “realidad”, tal como se presenta a nuestros sentidos y al acto de la percepción, es de por sí insólita y enigmática.
Una voluntad de auto-destrucción impregna hoy todo el tejido social, y se traduce, día a día, en el letargo del ánimo, los suicidios, la violencia criminal, la parálisis institucional, la imbecilidad y el ensimismamiento.
La filosofía es, desde antiguo, un método de vida, una preparación para la muerte, una persistente investigación y un inagotable descubrimiento de nuevas maneras de entender y percibir el mundo.
Las muertes pesan. Es todo el peso de la existencia el que se deja sentir con cada una de ellas. Sean cercanas o lejanas, nos toquen o no, se sienten. Y, sin embargo, de lo que se trata siempre es de vivir.