Estados Unidos, con Trump como pistolero en jefe, vuelve a cocinar la vieja receta del imperialismo: amenazas, cañonazos y la excusa de la seguridad nacional. Quiere el Canal de Panamá, Groenlandia y hasta la Franja de Gaza, como si el mundo entero fuera un tablero de Monopoly a su disposición. Nada nuevo bajo el sol. Desde 1898, Washington ha jugado al sheriff global, repartiendo golpes de estado, invasiones y tratados amañados para garantizar su dominio. Pero esta vez las cosas no son tan fáciles. A Europa y sus aliados ya no le pueden meter todas las cabras , y el mapa global se resquebraja con tensiones que recuerdan los tiempos previos a las grandes guerras. La partida sigue, pero las reglas están cambiando.