Hace un año, Gaza volvió a ser un campo de escombros y muerte tras los ataques de Hamas y la brutal respuesta de Israel. En esta guerra asimétrica, el gobierno de Netanyahu no solo busca neutralizar al enemigo; también huye de las acusaciones de corrupción que lo persiguen. Mientras Gaza arde, Netanyahu asegura su poder, distrayendo a su pueblo y al mundo de los juicios que amenazan su imagen. El respaldo de Trump y el Plan 2025 de la Heritage Foundation le dan vía libre para una ofensiva sin límites. Gaza queda atrapada en una trampa mortal, sin aliados ni refugio. La paz, para ambos pueblos, se desvanece bajo la lógica de una política despiadada y un conflicto que parece no tener fin.