Conciencia, responsabilidad y acción
Los espiritistas hemos sido culpables en parte. La hegemonía de los religiosos en la isla, mayormente de los sectores fundamentalistas vinculados a su vez con los sectores más conservadores en la política, estigmatizó a los estudiosos del espiritismo codificado en los 1850’s por un francés con el seudónimo de Allan Kardec, como una práctica indeseable, supuestamente condenada por las sagradas escrituras.
Del otro lado del panorama, los científicos se resistían a hablar del espíritu y tachaban de supersticiosos a los que hacían sesiones para comunicarse con un mundo invisible e intangible. Los de izquierda, lo rechazaban por el solo hecho de ser una práctica espiritual, interpretando incorrectamente modelos teóricos que proclamaban la debilidad del religioso y el uso de la espiritualidad para ostentar el poder.
Así que como a ninguno le éramos simpáticos, preferimos enclaustrarnos en nuestros centros espiritistas y hacer calladamente alguna obra social. Al menos así ocurrió a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Mientras tanto, muchas familias católicas mantenían disimulado en el hogar el famoso librito de oraciones de Allan Kardec, que no era de su autoría pero resultaba una forma apropiada de vincular la devoción religiosa con la filosofía secular y de avanzada del espiritismo.
Pero no siempre fue así. Para principios del siglo veinte los espiritistas en Puerto Rico estaban pública y activamente comprometidos con las causas sociales. Aprendieron de la relación con un mundo espiritual y fueron influenciados por este en sus luchas por los derechos de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, ancianos y pobres. Así fue documentado en una prensa espiritista, como lo fue El Iris de Paz y que magistralmente documenta Nancy Herzing en su libro del mismo nombre.
Como establece en el historial sobre espiritismo en Puerto Rico que publica en su página La Casa de la Almas:
En su reunión del 1905 la Federación [Espiritista, fundada en 1903 en Mayagüez] estableció un programa para sus miembros: cada centro debe establecer una escuela nocturna para enseñar a leer y escribir a cualquier persona que lo solicitara; cada centro debía tener una biblioteca con los principales escritos espiritistas y otros temas filosóficos; cada centro trataría de establecer un hospital local para proveer asistencia libre de costo a niños pobres, ancianos e impedidos. En su sexta reunión en el 1908, algunas de las resoluciones adoptadas tenían un profundo carácter social: oposición a la práctica de la pena de muerte; el promover la creación de bibliotecas públicas y cooperativas de hogares; el establecimiento de día de trabajo de ocho horas, entre otros.
La divulgación del espiritismo en Puerto Rico comenzó para finales del siglo diecinueve, mayormente a través de los libros enviados a la isla por los estudiantes que viajaban a Francia y España. Fue una divulgación elitista, entre familias de recursos económicos e intelectuales, muchas de las cuales tenían arraigadas ideologías liberales. Como cita el historiador don Lidio Cruz Monclova, para esos tiempos, la prensa local hacía referencia a prácticas espiritistas realizadas en lo que catalogaban de “tertulias elegantes.” Los más pobres no tenían acceso, pues no sabían leer. Cayó muy bien entre los de la pequeña burguesía que luchaban por separarse del régimen monárquico y católico de España.
Pero las tertulias elegantes en la isla, algo más serias que las que dieron origen al estudio del fenómeno de las mesas parlantes en Paris, eran realizadas en hogares donde estaban expuestas a servidumbre de otros niveles socio-económicos. Hay que recordar que para entonces, las reuniones de este tipo estaban prohibidas por el régimen colonial. Los sirvientes, muchos de raza negra, observaban cómo sus patronos hablaban de una comunicación con un mundo invisible el cual para ellos era familiar en sus prácticas religiosas. La comunicación mediúmnica era fundamental en las religiones africanas y afro caribeñas que practicaban, así que fueron incorporando el término espiritismo para generalizar la comunicación con ese otro mundo.
Surge así una práctica sincrética de un seudoespiritismo de pobres y negros, del cual se quisieron alejar algunos de los de las tertulias elegantes. Todavía para muchos el espiritista, como en el famoso cuadro La consulta de Jorge Rechany, evoca a la anciana mulata, con tabaco en mano, altar de santos y mejunjes de botica haciendo conjuros para la buena suerte o alejar los malos espíritus.
Pero en este siglo veintiuno, a poco más de ciento cincuenta años de haberse publicado El libro de los espíritus donde por primera vez en la Historia se acuña el término espiritismo, un grupo de jóvenes profesionales espiritistas han revolcado el avispero de los kardecianos boricuas.
Han convocado para el 22 de febrero próximo en la Biblioteca Municipal de Bayamón, la Segunda Reunión Fraternal Espiritista de Puerto Rico con el lema «Conciencia, Responsabilidad y Acción». La primera, hace un año atrás, provocó reacciones entre los más conservadores con dinámicas ponencias, retando al verdadero espiritista a activarse en causas como combatir la pena de muerte. Culminó con la entrega de la Primera Medalla Allan Kardec al fundador de Iniciativa Comunitaria, José Vargas Vidot.
Miembros de la Escuela Espírita Allan Kardec, organizadores del evento, han estado activos este año en manifestaciones públicas contra la pena de muerte, frente al Tribunal Federal, y en servicio directo a personas sin hogar y usuarios de sustancias controladas a través de Iniciativa Comunitaria.
Instituciones espiritistas de toda la isla, como el Instituto Renacimiento en Mayagüez, capitaneado por el veterano líder espírita Dr. Flavio Acarón, el Centro Espírita Francisco Simonet de Humacao, bajo la dirección del cardiólogo Dr. Pablo Serrano, el Cándido Cotté Cepero de Arecibo, la Escuela Moral de Caguas, el Lumen de Ponce, INESIP y otros más en toda la isla, llevan muchos años realizando una importante labor educativa.
Ahora el llamado es a la acción social, a poner en práctica los fundamentos éticos de la filosofía espiritista y tirarse a la calle a provocar cambio. Como dice la invitación:
Hoy día son muchas las personas que desean un mundo menos violento y más solidario. Mientras se practican más actos de bien, se multiplican las organizaciones sin fines de lucro que ofrecen servicios fraternales y más individuos desean hacer cambios positivos y duraderos; otros, simplemente esperan que los cambios lleguen de afuera… Ante ese panorama, la filosofía espiritista, como propuesta racional y contemporánea, nos invita a la acción constante. La aurora de un mundo mejor, está en la frontera de la Conciencia, la Responsabilidad y la Acción…
Nota: Interesados en la actividad pueden acceder a los detalles aquí o llamando a los teléfonos (787) 717-6524 ó (939) 940-5673.