¿El séptimo arte? Aquí lo tienen en todo su esplendor: narración, belleza y mensaje.
Narración de ¿El séptimo arte? Aquí lo tienen en todo su esplendor: narración, belleza y mensaje :: DURACIÓN 06:04
The Wonderful Story of Henry Sugar (NETFLIX)
El gran cuentista de niños, Roald Dahl (1916-1990), ha encontrado sin saberlo el perfecto traductor de sus obras a la pantalla: Wes Anderson. Hay que recordar que Dahl no era alguien que de verlo uno podía descifrar que era escritor de cuentos para niños: media seis pies y seis pulgadas y era parco en público. Además, había participado de la batalla aérea de Grecia, era un héroe de guerra y espía. Sin embargo, y a pesar de sus muchas debilidades personales (era antisemita), es difícil verlas en sus escritos. Anderson, ha adaptado cuatro cuentos de Dahl para la pantalla. Esta primera entrega dura 41 minutos y es una delicia visual. Su mensaje altruista le añade al encanto del filme, que tiene la marca inconfundible de la estética del director-guionista.
Ayuda enormemente que el elenco superlativo de la cinta, se ha acoplado al ingenio, no solo del cineasta, sino al de Dahl. Sin duda, eso se debe a la estupenda adaptación de Anderson del cuento al cinema que los actores han reconocido como un reto para que su interpretación esté entre la hiperrealidad que le imparten al filme los platós – Anderson no titubea en mostrar que los espacios que muestra son falsos- y la fantasía que es la historia que se está narrando.
Henry Sugar (Benedict Cumberbatch) es el seudónimo de un soltero que usa su fortuna heredada para financiar sus hábitos de juego. Un día, se topa con un libro con el informe médico de Imdad Khan (Ben Kingsley) un hombre que afirmaba que podía ver e interactuar con el mundo a su alrededor sin usar los ojos. En otras palabras, viendo sin ellos. Después de presenciar a Imdad completar hazañas inverosímiles en un programa teatral, un médico, el Dr. Chatterjee (Dev Patel) entrevista a Imdad; este le cuenta la historia de su vida. Cuando era un joven fugitivo en un circo ambulante, buscó un gurú conocido como El Gran Yogi (Richard Ayoade) , que podía meditar mientras levitaba su propio cuerpo. Aunque de mala gana, el Gran Yogi le enseñó a Imdad su método de meditación, lo que le dio a Imdad sus habilidades. Aunque los médicos querían estudiarlo para ver si descifraban su talento, el Yogi murió durante la noche antes de que comenzaran a estudiarlo más a fondo.
Toda la narrativa está enmarcada en la voz de Roald Dahl (Ralph Fiennes) quien es el que nos cuenta la historia (Henry Sugar era uno de los pseudónimos del escritor). Para que consideremos su duplicidad (la de Dahl), todos los actores haces papeles dobles. Esta idea de Anderson funciona muy bien porque nos damos cuenta de que el escritor de ficción nos tiene a su merced. Se puede esconder o, mejor, desdoblarse en uno de los personajes de su historia.
Henry comienza a practicar las meditaciones de Imdad siguiendo al pie de la letra sus instrucciones: mirar la llama de una vela a la altura de los ojos mientras imagina el rostro de la persona que más ama en el mundo, algo que tiene que hacer por lo menos durante tres años. Llega el momento que Henry logra ver a través del reverso de las cartas cual es. Con esta habilidad, Henry va a un casino y gana £ 30 000 en el blackjack. Pero en vez de regocijarse, se siente insatisfecho de tener esa facilidad para ganar dinero sin mucho esfuerzo.
Lo que da lugar a la enseñanza del cuento. Al tratar de deshacerse de la plata, Henry casi provoca una estampida de avaricia súbita y, por poco, va a la cárcel como resultado de su desprendimiento tonto. Un policía (Fiennes, nuevamente) le sugiere que busque una causa que tenga valor social y que tenga en mente el bien común. lo arroja desde su balcón a las calles de Londres. Después de casi provocar un disturbio público, un oficial de policía le sugiere que busque una forma de caridad más formal. Henry decide viajar por todo el mundo, ganando dinero en los casinos con su habilidad bajo diversos disfraces y estableciendo una red de hospitales y orfanatos exitosos. Dos décadas después, Henry muere a causa de una embolia pulmonar que sabía que le provocaría la muerte: podía ver el coágulo a través de su piel. Su contable encarga a Roald Dahl que escriba la historia bajo el seudónimo de Henry Sugar.
La delicia que es el breve filme se agranda por el talento visual de Anderson , la cinematografía de Robert Yeoman, la edición fílmica de Barney Pilling y Andrew Weisblum y, por supuesto, de los directores de escena Cathy Featherstone y Anna Pinnock. Propongo Oscar como “short subject” para Anderson cuando llegue el momento.