Repetir la historia
El otro día me topé con un artículo en la prensa boricua que anuncia el inicio de la primera fase de la implantación de una ley que tiene como objetivo remplazar el español con el inglés en el sistema público de educación. Según el secretario de educación tomará 10 años efectuar el cambio en las 860 escuelas de la isla. De tener éxito, sólo las materias de español e historia seguirán enseñándose en la lengua de Cervantes.
Confieso que la distancia y mi ignorancia de los asuntos cotidianos en la isla primero produjeron en mí coraje al leer la noticia, pero mientras más leo sobre el tema, la ira da paso a la lástima. Sí, lástima, o pena, ante la falta de respeto que los funcionarios públicos demuestran ante el pueblo boricua. Estoy seguro que todos los funcionarios responsables por tal afrenta conocen el nefasto capítulo de nuestra historia de principios del siglo XX cuando los norteamericano impusieron la enseñanza en inglés por varias décadas. Nadie aprendió inglés y el programa fue un desastre total. Lo triste de todo esto es que todos sabemos que la historia se repetirá con el mismo desastroso saldo.
El problema es que a estos políticos no les importa la verdadera educación de las futuras generaciones. Todo lo contrario, apuestan al desastre. Me explico. Mejorar el sistema de educación en la isla significa un riesgo inmenso para el movimiento estadista. No es un secreto que en los sectores académicos de la isla el movimiento estadista nunca ha tenido mucha tracción. A la hora de la verdad, una buena educación lo único que hace en concientizar a la población sobre el descaro de la colonización. El estereotipo del estudiante radical independentista tiene su razón de ser. Es prácticamente imposible recibir una buena educación sin descubrir el hecho de que los norteamericanos siempre han usado y abusado los recursos naturales y humanos de la isla.
Aquellos que como Fortuño han recibido una educación de primera y optan por la política estadista lo hacen desde la perspectiva del negocio y del capitalismo.
«Bilingualism opens doors and provides opportunity to our children so they can shine and become successful in a labor market that is increasingly competitive and globalized,» dijo Fortuño a Latino Fox. El claro argumento de un lacayo corporativo. Por otro lado tenemos al secretario de educación diciendo que en la mayoría de los trabajos en la isla requieren uso del inglés “y que gran parte de los programas de televisión que llegan a través de cable se ofrecen en inglés y que en las salas de cine la mayoría de las películas se proyectan en ese idioma con subtítulos”, según El Nuevo Día.
¿Será que busca poder asegurarle a las agencias publicitarias de USA que están haciendo todo lo posible para que las masas entiendan toda esa publicidad que contamina los medios de comunicación? Ojalá fuese así, la realidad es mucho más nefasta. En últimas instancias la asimilación total es la consecuencia lógica del colonialismo. Primero Hawaii en el Pacífico y luego Puerto Rico en el Caribe. Por lo general toda plataforma estadista busca la integración total, por más que digan de equipos deportivos y certámenes de belleza internacionales, la estadidad implica un cambio de identidad total, una negación fundamental del ‘puertorriqueño’, un cajita en las solicitudes de empleo donde marcar con ‘x’. Esa es la realidad del lenguaje; sin inglés no hay estadidad.
El movimiento estadista sólo tiene sentido en términos comerciales, para aquellos que quieren explotar los recursos boricuas bajo el modelo norteamericano y para el enriquecimiento personal. Por lo tanto, nunca nos sorprende que dicho movimiento se alimenta, por un lado, de las corporaciones que quieren participar de la gran bonanza de ese capitalismo chueco, y por otro lado de las masas cuya limitada educación no les permite ver las falacias del discurso pro-estadista y pro-corporativo.
Aquellos que como Fortuño quieren traer la estadidad arrastrada por los pelos a la isla lo hacen no por un deseo genuino de mejorar la situación de Puerto Rico, sino en respuesta a ese sueño guajiro de prosperar acá en el norte a costa de la isla. En resumidas cuentas, Fortuño y sus secuaces ya se rindieron ante la situación de la isla y la usan sólo como trampolín hacia el norte. Poco les importa que este programa de educación va a ser un rotundo fracaso, ya que empobrecerá el escaso dominio del español y demás materias. ¿Cómo podemos pretender dominar un segundo lenguaje si todavía no dominamos el vernáculo? Poco importa si lo que pretenden es aumentar las filas estadistas con un pueblo cada vez peor educado.
Y conste que soy bilingüe y radico en Chicago. Una verdadera educación bilingüe es sin duda la mejor opción. Pero para dominar dos lenguas no hay que sacrificar el vernáculo. En efecto, si tan solo los gobernantes de esta isla invirtieran de verdad en la educación, la enseñanza del inglés, requerida por ley hace años, sería un éxito. Los recursos ya están disponibles, pero no conviene tener una sobrepoblación bien educada y capaz de detectar las deficiencias del sistema político y económico que impera en el presente y mantiene la inequidad social.
Podrán justificar la movida como quieran, pero al final del día la verdadera educación del pueblo es una amenaza para el status quo actual.