The Big Lie y la transformación electoral de EE.UU.
- Democracia sin demócratas
El sistema democrático diría Rancière padece de la “enfermedad de las palabras”, de una retórica superflua y contenciosa por exceso intrínseco al mismo. Hay excesos de palabras en demasía que no designan nada más que blancos.[2] Esa dialéctica es parte de su naturaleza. Las prácticas democráticas son riesgos y compromisos, pero también artimañas y trampas como veremos.
- La nueva “democracia constitucional” norteamericana.
Lo que se conoce en el argot político como el Big Lie ha tenido efectos concretos en los cambios a las leyes estatales para legitimar estrategias antidemocráticas[3]. El alegato de la base conservadora, de fraude electoral, incide en la crisis de la democracia y justifica la incitación a la insurrección. Lo que sigue es el mapa de un campo minado de hábiles tretas para cambiar las reglas del sistema de votación y de conteo de votos a nivel federal con el propósito de tomar el poder en las próximas contiendas: Presidente, Vicepresidente, Cámara y Senado. Leyes hechas a la medida para restringir, obstruir, suprimir y eliminar el derecho al voto, principalmente, a las minorías negras, hispanas y a los jóvenes.
El 6 de enero de 2021 las turbas republicanas, arengadas por Trump, asaltaron el Capitolio para tratar de cambiar unilateralmente los resultados de las elecciones.[4] La figura carismática de Donald Trump logró dar voz al sector supremacista conservador. Para avivar esa extrema derecha, que había estado arrinconada por los moderados del Great Old Party (GOP), para espolear a esa “mayoritaria-minoría”[5] que voceaba a soto voce sus odios a la democracia igualitarista. Trump los sacó del closet; le dio visibilidad a esos odios. Polarizó la escena política y sembró el terror de una entropía social enmascarada en ley y orden[6]. Se apoderó del Partido Republicano y gobernó sobre las cuerdas flojas de la legalidad institucional de las ramas ejecutiva, legislativa y judicial del sistema. En cuatro años nombró a tres jueces a la Corte Suprema, más de 200 jueces de apelación y una asombrosa obediencia a sus desvaríos y desplantes de los congresistas republicanos y de muchos jueces de distritos.
La intentona de golpe del 6 de enero fue solo un fire drill, pero el golpe de verdad será una treta “legal” para tomar el poder en las próximas elecciones. Las nuevas leyes del sistema electoral avanzan a toda máquina con perversa complicidad y precisión. La mentira reiterada metódicamente de un fraude electoral autoriza a los millones de republicanos de línea dura, a exigirles a sus legisladores estatales a vulnerar las leyes -sin contemplaciones éticas- siempre y cuando les sirva para ganar. Los que sí trataron de cambiar los resultados de las elecciones de 2020, están maquinando en las legislaturas de los swings states y de los battlegrounds como Wiscosin Arizona, Georgia, Michigan, Pennsylvania, para comprar oficiales electorales y Secretarios de Estado para controlar las certificaciones de los resultados de las elecciones. La ofensiva contra los derechos de votación en Arizona, Georgia, Iowa, Montana, Nevada, Texas y Florida será suficiente para ganar los colegios electorales.[7] En Arizona, la narrativa trumpista basada en acontecimientos que nunca sucedieron, abrió el camino para contratar a una compañía llamada Cyber Ninyas, a llevar a cabo una auditoría del sistema de votación, con la agenda de fabricar -a como dé lugar- un falso fraude. Hecho éste que se ha ido replicando en otros estados rojos que perdieron por poco margen, con el objetivo de mantener vivo la mentira del fraude y la pretensión delirante de restituir a Trump.
El simulacro de probar el fraude es parte de la estrategia legal. Los legisladores le dan acceso a información confidencial del padrón electoral distrital a estos Ninyas nebulosos y las consecuencias de manosear esa información le da al Partido Republicano ventaja electoral. Bajo estas condiciones, no debe llevarnos a minusvalorar lo que está pasando con la manipulación de las leyes que rigen el derecho al voto. Leyes que decidirán la contienda legislativa y presidencial, que hacen la diferencia entre un estado progresista, a un estado reducido en derechos civiles.
Lo que se está tramando a nivel estatal, está en las pequeñas tretas de los estados republicanos y en las complicidades veladas de la mayoría conservadora de la Corte Suprema[8]. La legislación estatal conservadora se ha movido para obstaculizar el voto negro y diluir el voto demócrata con leyes, mapas distritales manipulados y hacia la intervención de las demás minorías. No se trata aquí de daños colaterales de ciclos electorales, en los que las aguas de la polarización regresan al bipartidismo. Se trata de una incubación de leyes de supresión al voto y de una guerra política con nuevas reglas flexibles para que los conservadores ganen en el medio término de 2022 y en las elecciones generales de 2024.
Al nivel estatal, un primer plan es la supresión del voto en siete u ocho estados suficientes para recuperar los colegios electorales que perdió Trump. Sumado a otro plan, también a nivel estatal, de nombrar a oficiales electorales militantes y nuevos secretarios de estados, que podrían cambiar los resultados del conteo si las contiendas están cerradas. En el nivel federal el plan es asegurar (vía una Cámara controlada por republicanos) que se niegue a certificar un ganador demócrata.[9] El ardid de esta previsible “bomba electoral”[10] es perfectamente “legal” y será la fórmula del desastre electoral y de la retaliación demócrata de una posible guerrilla urbana de baja intensidad[11].
La concentración de poder que tendrían sin oposición partidista significativa, podría cambiar las reglas del juego electoral. La partidocracia republicana se encamina hacia un “ecosistema autoritario” del estado de derecho actual. “The lessons Republicans have learnt from that -afirma Daniel Ziblatt- is they don´t suffer any electoral consequence from their base […] in fact they´re rewarded for it […] that suggest they´ll continue to try to do this until they pay an electoral price for it […]”. [12] Según Ziblatt las democracias mueren en las casetas de votación: “People use elections to get into power and then, once in power, assault democratic institutions”,[13] y el estado de derecho vigente sufrirá cambios retrógrados. Los esfuerzos republicanos se han concentrado en suprimir el voto y “re-mapear” los distritos congresionales (el gerrymandering) que le daría más ventaja partidista.[14]
- La transformación del sistema electoral
Esto no es una teoría, es una estratagema de control orquestada que presagiaría la derrota electoral del Partido Demócrata y un nuevo desafío para los derechos civiles. El 74% de votantes republicanos creen en el fraude de las elecciones y en la presidencia ilegítima de Joe Biden. La lógica de los map-makers en el gerrymandering es diluir en pequeños números de distintos distritos congresionales para disolver el voto demócrata[15]. La Corte Suprema del juez presidente John Roberts decidió no intervenir sobre los mapas congresionales estatales, incluyendo los casos de gerrymandering partidista bajo el racional de que ese ejercicio es legítimo del poder de los estados.[16]
Ese manejo distrital les asegura ganar colegios electorales pues con solo ganar un puñado de estados pueden asegurar el triunfo. Según el Brennan Center de NYU identificó cuatro estados con mayoría legislativa, Georgia, Florida, Texas y Carolina del Norte que tienen las prácticas más extremas de gerrymandering lo cual es suficiente para retomar la Cámara en el 2022[17]. Así, las cosas, las legislaturas republicanas llevan la delantera. Los mapas que se están dibujando identifican con bastante precisión dónde están las concentraciones partidistas y las minorías étnicas y de clase.
Se trata de los derechos que tienen los estados para controlar sus propias leyes de votación. Sin embargo, los jueces conservadores del Supremo se han manifestado sobre asuntos de derechos de voto que favorecen políticamente a los republicanos. Los Jueces Samuel Alito, Neil Gorsuch, Justices Thomas, Brett Kavanaugh, favorecieron la intrusión de la corte en leyes estatales para ayudar los esfuerzos pre-electorales de Trump contra el voto por correo y adelantado. Campaña que se usó para acusar de fraude al Partido Demócrata y sistematizar el Big Lie. El juez presidente, escribió varias opiniones al Congreso para que limiten la Sección 2 del Acta de los Derechos del Voto (VRA) que aplica a nivel nacional. En el 2013 la Corte de Roberts incapacitó el núcleo del VRA de 1965. El juez Alito en 2018 apoyó la política de Ohio para remover votantes infrecuentes en las listas y ha apoyado mapas de re-distritos a favor de los republicanos de Texas. Tal ha sido la andanada conservadora que la jueza Elena Kagan, protestó ante la proliferación de tácticas discriminatorias de supresión de votos: “efforts to surpress the minority vote continue… what is tragic here is that the Court has (yet again) rewritten –in order to weaken- a statute that stands as a monument to America´s greatness, and protects against its basest impulses”.[18]
Y es que el Partido Republicano no puede ganar sin restringir el acceso al voto, por eso se ha convertido en experto del gerrymandering y en leyes estatales que obstaculizan el voto de las minorías. Leyes antiéticas que están en los límites de las normas. Mientras que por otra parte, los demócratas perdieron la aprobación del Acta For the People Act, renombrado Freedom to Vote Act [19].
¿Qué sucede entonces si finalmente no logran aprobar el Freedom to vote Act, antes de noviembre 2022? Se pregunta Greenfield en Politico, y esboza un ominoso escenario electoral basado en los cambios que ya han aprobado las legislaturas republicanas. Las amenazas no se limitan a restringir el derecho al voto, sino que alcanzan el nivel post-electoral, con reglas para después de los votos contados. Le han dado suficiente poder a los trabajadores en el poll que puedan retar los resultados, de modo que puedan arrogarse el poder de certificar candidatos o de rechazar resultados. Las elecciones de 2020 fueron un ejercicio calculado para lo que se avecina[20]. El Partido Republicano lleva maquinando con agendas antidemocráticas, apoyadas por las élites y por la base del partido. Lo cierto es que se avecina un asalto sin precedentes a la democracia representativa.
- Los viejos odios
El racismo sistémico con sordina siempre ha estado desde la fundación del GOP, pero ahora con las migraciones masivas y la reducción demográfica de blancos, los odios racistas se han agravado. De ahí la empatía al líder fuerte, a las ideas autoritarias y a la violencia política “in order to safe our country”[21]. Esos viejos odios supremacistas son miedos a perder un american way of life que hace tiempo no existe. Es el “odio a la democracia”, a los derechos civiles, a las políticas de bienestar social dirigidas a las minorías étnicas, a los más vulnerables. La razón de la polarización política es el racismo y el estado benefactor. Son los viejos odios de los republicanos conservadores.
Una encuesta de la Universidad de Washington sobre el movimiento MAGA, revela que el 95% de los defensores del movimiento, desconfían en los resultados electorales presidenciales. El 90% cree que el voto debe hacerse más difícil. El 85% desconfía en los resultados de las elecciones congresionales[22]. Estos porcientos revelan la hostilidad de una mayoría de votantes republicanos hacia el sistema democrático. En otro cuestionario de la American Perspective Survey, el 39% de los republicanos aprobaron que “si los líderes electos no protegen a América el pueblo debe actuar, aunque signifique violencia”.[23] Estudios realizados por las científicas políticas Lillian Alason y Nathan Kalmoe, el 83% de los republicanos creen que los demócratas se robaron las elecciones y están dispuestos a apoyar la violencia post-elecciones[24].
Con la máxima de que “nadie está por encima de la ley” los republicanos seguirán aprobando nuevas leyes electorales para legitimar el robo ´legal´ de las próximas elecciones. Lo desconcertante es que tanto la élite como la base lo exigen, lo recompensa y al que no lo haga, lo castiga. Han renunciado a la ética, a la evidencia y a la verdad. La derecha conservadora ha cooptado el Partido Republicano y el sistema electoral democrático estadounidense ha creado de este modo las condiciones materiales y subjetivas para socavar sus mismos instrumentos.
Es antiético, pero legal; antidemocrático, pero constitucional; arbitrario, pero válido; injusto con las minorías, pero cae dentro de las ´nuevas normas´. La utopía política del “make america great again”, amenaza en convertirse en autocracia y la democracia americana en un gran desengaño.
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NOTAS
[1] En Mark Mazower, La Europa negra, ed. B, S, A, Barcelona, España, 2001. P.38
[2] Jacques Ranciere, Los nombres de la historia, eds. Nueva Visión, Buenos Aires, 1993, p29
[3] El Big Lie, es un fenómeno sociológico de control e intimidación con la mentira del fraude. Ver David Atkins, The New Jim Crow Laws aren´t Just about Supressing Democratic Voters, Political Animal, 3/27/21; Tommy Christofer, GOP belief Trump will be reinstead increases by a third percent, Join Media (ITE), 11/14/21.
[4] Como adelanté en mi ensayo el intento de autogolpe de estado. Ver La democracia bestial: Trump contra Trump y el fin de los medios, 80 grados.net, octubre 16, 2020.
[5] Rod Graham sociólogo plantea que en dos décadas, debido al cambio demográfico, los blancos -como grupo racial dominante y de poder y privilegio- serán una minoría con una narrativa peligrosa y amenazante para la democracia del país. Según William Fray del Brookings Institution, los blancos, de acuerdo al censo, serán una minoría en el 2045. (49.7% blancos, 24.6% hispanos, 13.1% negros, 7.9% asiáticos y 3,8% mulriracial. “America will be a majority-minority country”, en Many white Americans feel threatened by the increasingly-and their fears is dangerous (roderickgraham.com).
[6] Los linchamientos de policías a afrodescendientes, la represión a los manifestantes y las persecuciones se multiplicaron en las ciudades de los estados del sur. El movimiento mundial de Black Lives Matter, fue la respuesta. (Ver exoneración de cargos del caso de Kayle Ritterhouse).
[7] En David Smith, Is America heading to a place where it can no longer call itself a democracy?, The Guardian, 6/5/21.
[8] El juez Samuel Alito del Supremo en votación conservadora de 6 a 3 sobre las restricciones de votación en Brnovich vs Democratic National Committee argumentó: “the mere fact that there is some disparity in impact, does not necessarily mean that a system is not equally open or that it does not give everyone an equal opportunity to vote”. En (Shelby County vs Holder, 2013) el juez presidente John Roberts escribió varios memorando urgiéndole al Congreso que limite la Sec. 2 del Acta de los Derechos de Votación que aplica a nivel nacional. En, Ari Berman, Supreme Court gives light to GOP voter suppression laws, Mother Jones, 7/5/2020.
[9] Si las anteriores no funcionan, activan el Plan D (golpe de estado “legal”). Ver otras estrategias electorales “legales” de los republicanos en David Smith, Is America heading to a place where it can no longer call itself a democracy?, The Guardian, 7/12/21, op cit.
[10] Smith Thom Hartmann en Alter Net, op cit.
[11] Ver, Steve Bannon Vows to Take Over Entire U.S. Election Apparatus in Unhinged Rant, de la Redacción (Staff), Second Nexus, 12/25/21.
[12] En Daniel Ziblatt y Steven Levitsky, co-autores de How Democracies Die.
[13] Ziblatt, op.cit.
[14] El gerrymandering, se remonta al 1812 cuando el Gob. Elbridge Gerry de Massachusetts, aprobó un nuevo distrito que tenía la forma de una salamandra.
[15] El gerrymandering demográfico, se considera una ´ciencia´ en el que los republicanos son pioneros. En David Lure, Conservatives on the Supreme Court are trying to quietly toss aside federalism y Four justices made plain their intent to void efforts to facilitate voting rights, Gen, 7/26/21. En Brad Reed, Warning lights are blinking: pollsters sound alarm on shocking data on GOP voters, Raw Story, 8/9/21. En Bill Blum, The Supreme Court won´t restore voting rights but abolishing the filibuster will, Salon, 3/3/21.
[16] El gerrymandering -basado en la raza- es ilegal a nivel federal. Pero, probar discrimen racial en una corte suprema es muy difícil. Ver John Krusel, Supreme Court decision could off gerrymandering ´arms race´, The Hill, 08/07/2021
[17] Ver Data Firm–Target/ Smart; página 2.
[18] En Ari Berman, Supreme Court gives green light to GOP noter suppression laws, Mother Jones, 8/7/21.
[19] Freedom to Vote Act, aplica a nivel federal para proteger sus elecciones. Ver sumario en Wendy R. Weiser, Daniel I. Weiner, y Dominique Erney, Congress Must Pass the ´For the people Act´(2021); Brennan Center for Justice Annotated Guide to the For the People Act of 2021. https://www.brenancenter.org/our-work/research-reports/vrm.
[20] El New American Thinktank advierte que “están ocurriendo cambios radicales en los sistemas electorales estatales. Procedimientos que ponen en riesgo unas elecciones justas y libres […], en Smith, op cit.
[21] Caitlin Dickson, Alarming finding: 30 percent of Republicans say violence may be needed to save U.S., poll shows, The Daily Beast, 11/1/2021. (Tomado de Yahoo/News)
[22] Panel Study of the MAGA Movement, University of Washington, en Zack Beauchamp, The Republican Revolt Against Democracy, Vox, 8/ 14/21. Ver en Alia Shoaib, Donald Trump supporters baffled and divided over his claim that Republicans won´t vote in 2022 or 2024, Business Insider, 16/10/21
[23] American Perspective Survey, enero, 2021, ibid. P.6
[24] Ibid.3