Un rudo despertar
A ver, ¿qué, exactamente, puedo querer decir con esto? Definimos el sueño americano como «una multiplicidad de libertades y derechos en apoyo a la búsqueda de la felicidad y la independencia dentro de una sociedad abierta a todos por igual».
Me parece que esta es una definición que abarca la esencia de lo que la nación estadounidense simboliza ante los ojos del mundo. Desde su concepción poco más de 200 años atrás en manos de los founding fathers, hasta el presente, Estados Unidos se ha autoproclamado el defensor de la democracia y las libertades civiles, declarándole la guerra a todo lo que considera una amenaza a su mera existencia.
Por esta razón la nación de Jorge Washington ha invadido los más recónditos rincones terrestres para eliminar lo que considera patologías sociales, tales como el «comunismo» y el «socialismo». A estas supuestas patologías se les han sumado causas como la del estado de Israel, el fundamentalismo musulmán, y la batalla sin cuartel contra una yerba llamada cannabis. Abundan las causas y las guerras declaradas, de tal manera que no existe ya un rincón terrícola donde no exista algún interés estadounidense.
Sin embargo, si hurgamos más allá de la superficie, toda la mitología fundacional del imperio norteamericano se deshace en contradicciones y adicciones al lucro personal. Repasemos los puntos principales.
1. «multiplicidad de libertades y derechos»
Hecho: Estados Unidos encarcela más ciudadanos que cualquier otro país. Hecho: Los últimos 15 años han visto una no tan gradual eliminación de los derechos fundamentales concedidos por la constitución. De estos, el derecho a la libertad de expresión siempre ha ocupado un lugar especial en la historia de los EE.UU. Sin embargo, aún periodistas como Michael Hastings desaparecen tras curiosas explosiones inexplicables. La libertad de expresión ha hecho de Snowden, Manning y otros tantos más meros “traidores” al ejercer este derecho y desenmascarar programas que poco obedecen al espíritu de la constitución. Trayvon Martin perdió su vida porque su libertad personal no tuvo mayor importancia que el derecho de George Zimmerman de entrarle a tiros a cualquiera que él estime es una amenaza, sin importar el hecho de si es una amenaza real o no.
2. «apoyo a la búsqueda de la libertad y la independencia»
Hecho: En el año 2013, una persona que trabaja 40 horas a la semana al mínimo por hora permitido por ley tiene un ingreso que lo posiciona debajo de la llamada línea de la pobreza (below poverty line). Bienvenidos al sueño americano. ¿Qué se puede esperar de una sociedad cuyo modelo económico está basado en la deuda? Estados Unidos consume una cuarta parte de los recursos naturales del globo terráqueo. Le dicen el sueño «americano» porque no está disponible para nadie más. Los intereses nacionales del Tío Sam son más importantes que los derechos humanos del resto de la humanidad. Hecho: Al mismo tiempo que los EE.UU. defienden el derecho de los judíos de tomar Palestina para fundar el estado moderno de Israel, con todo y justificaciones bíblicas, a los aborígenes americanos que todavía sobreviven desterrados de sus tierras ancestrales se les prohíbe regresar y retomar sus tierras. Hitler utilizó el modelo de las reservaciones indígenas para la proliferación de sus campos de concentración de limpieza étnica.
3. «una sociedad abierta a todos por igual»
Jajajajajajajajajajajajaja… ay me meo!
Se cansa uno de señalar que el emperador anda en pelotas. Y encima lo tildan a uno de paranoide y se burlan de las «teorías de conspiraciones» como cosas inverosímiles e imposibles en una sociedad avanzada y moderna como la estadounidense. Y sin embargo, a lo largo de los últimos 50 años hemos visto cómo cada uno de los verdaderos defensores de la constitución han sido derribados y eliminados junto a tantos otros defensores de la paz y la justicia social. Los años de la década del 1960 están caracterizados por asesinatos políticos y por duros enfrentamientos sociales en pro de la igualdad de derechos civiles. En fin, los ciudadanos con discapacidades físicas no obtuvieron la igualdad de derechos ¡hasta la última década del siglo XX!
Poco ha importado la invasión de Puerto Rico y poco, si algo, han hecho los norteamericanos por tratarnos como iguales. Nuestro archipiélago ha sido y seguirá siendo puras propiedades de bienes raíces para ellos. Nuestra ciudadanía gringa –de segunda clase porque ni votar por el presidente podemos desde la isla– fue impuesta para poder aumentar los números de soldados sacrificados a los grandes intereses a lo largo del siglo XX.
De cara a este nuevo milenio que se nos abre ante nuestros pies, los boricuas tenemos que preguntarnos qué tipo de futuro queremos para la isla. El que defienda la estadidad a estas alturas, solo demuestra un profundo desconocimiento de la historia y una enorme negación del proceso colonial que ha sumido a la isla por más de 100 años. Por otro lado, aquel que quiera conservar la relación existente solo demuestra tamaña ignorancia ante la realidad. Ambas opciones solo se cumplen con la eliminación de lo netamente puertorriqueño.
Nunca ha estado tan claro que la única opción real y verdadera es la de asumir las riendas de la isla. No ha existido mejor momento que el presente para consolidar un auténtico progreso y dejar a un lado las nefastas prácticas de los invasores.
Ya lo llevan diciendo otros por mucho tiempo. Es hora de despertar y dejar de soñar con pajaritos preñaos. El detalle –y el tema de mi próxima columna– lo expresa Raúl Dorantes,escritor mejicano radicado en Chicago, mejor que nadie: la desobediencia es una precondición de la libertad.
Y se empieza diciendo «basta ya».