En respuesta al artículo “El terremoto de 1918 y la ciudadanía estadounidense” por entender que tiene equívocos factuales y su análisis presenta errores de contexto.
En respuesta al artículo “El terremoto de 1918 y la ciudadanía estadounidense” por entender que tiene equívocos factuales y su análisis presenta errores de contexto.
Tanto Einstein como Hebert fueron grandes científicos que lograron adelantos pero demostraron ser misoginos, manipuladores y atropellantes.
No debe sorprender desconocimiento sobre la Insurrección liderada por el Partido Nacionalista en 1950, porque PPD y el ejecutivo federal lanzaron una campaña de descrédito contra los nacionalistas.
Cómo se revelan en la mirada de cuatro extranjeros las ansiedades masculinas y de templada superioridad imperial respecto a las mujeres puertorriqueñas.
El estudio del anexionismo, el estadoísmo o el movimiento estadista, así como el de cualquier otra ideología, es un territorio lleno de escollos. La aparición del fenómeno del “estadoísta no afiliado”, una práctica análoga a la del “independentista no afiliado”, es un elemento relevante.
La obra de Alfred Thayer Mahan está llena de las reflexiones e interpretaciones religiosas en las que vincula los principios religiosos con los esfuerzos bélicos e imperialistas de Estados Unidos. Para Mahan, las guerras eran un acto de progreso humano.
La construcción misma de la idea de la confederación antillana parte del sentimiento de justicia y asume como deber reclamar los derechos de las Antillas con la perspectiva de formar parte de una federación latinoamericana.
Y Albizu insistió en que somos Don Alguien de esta parte del planeta, con derechos humanos y políticos plenos, negados por el invasor, y lo hizo hasta el punto de inspirar el más profundo respeto y temor por la fuerza de sus ideas.
La función del Hostos como publicista cubrió parte considerable de su vida. Toda la del joven Hostos en España, toda la gestión revolucionaria en Nueva York hasta 1878 y con el reinicio de la Revolución Cubana en el 1895 retorna a la tribuna hasta 1900.
Fue el género que se impuso porque hablaba de los problemas cotidianos con sorna social, descaro político y tonadas trabajadas y pegajosas. Porque “cargaban con la rabia del marginado que quiere ser escuchado.”
El pasado 3 al 7 de diciembre se celebró en el Ateneo Puertorriqueño un simposio sobre El legado de Eugenio María de Hostos. Participaron personalidades nacionales e internacionales, especialistas en la obra de este ilustre pensador puertorriqueño.
La brutal explotación del campesinado puertorriqueño en la primera mitad del siglo 20 se debe presentar en un contexto sociológico que critique y subsane la ignorancia histórica sobre nuestra formación cultural rural.
Portugués, antesala rural entre la ciudad y los montes. Su historia es la de los orígenes de Ponce y de cómo un paso de río frente a una emblemática Ceiba evolucionó en un pujante poblado.
Podemos hallar en Hostos una cierta convergencia con esa teología revolucionaria capaz de cohabitar amable y fraternalmente, como sabemos, con propuestas del socialismo marxista.
El maridaje entre estudios culturales, memoria y crítica feminista tiene mucho que decirnos sobre como el colonialismo es deconstruido para tejer la unidad nacional e identitaria.
Las posibilidades de investigación son infinitas: las continuidades y discontinuidades entre el anexionismo, el estadoísmo y el movimiento estadista, su pasado y su presente, esperan por ser aclaradas.
Los jueces se han arrogado derechos que rayan en la inmunidad. No responden por sus acciones sino por otras consideraciones discrimitarias, políticas y en algunos casos hasta por venganza.
En Almost Citizens el historiador del derecho, Sam C. Erman, narra las luchas que dieron los puertorriqueños entre 1898 y 1917 para obtener la ciudadanía americana.
Las tangencias de los sucesos a favor de la salida de la Marina estadounidense de Vieques en 2000 y el Verano 2019 reflejan algo más que el carácter espontáneo del movimiento que caracterizó ambos procesos.
Hostos denunció los oprobios sufridos durante la época colonial por los pueblos que conoció, identificando su origen en las estructuras administrativas, políticas y económicas levantadas por España. De ahí la necesidad de procurar una segunda independencia.
Aferrándose a las decisiones tomadas en el Convento de Lausana de 1875, los masones cubanos y puertorriqueños trabajaron unidos para defender su jurisdicción sobre la práctica de la masonería.