Cien años de soledad oriental

Lo que comenzó con la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917, ese acto imperial inglés, que prometió una tierra ajena a un pueblo sin consultarlo, se convirtió en un proyecto de despojo sistemático. Khalidi no deja margen para la ambigüedad: la historia de Palestina está marcada por la imposición de un poder extranjero que despoja y margina, pero sobretodo, borra.
El escritor palestino no relata únicamente eventos históricos; reconstruye una memoria que desafía la narrativa hegemónica. La Nakba, esa «catástrofe» de 1948, no es solo el desalojo físico de miles de palestinos, sino la fragmentación de una identidad colectiva. Pero en el relato de Khalidi, esta pérdida no define al pueblo palestino. Cada despojo colonial ha sido respondido con resistencia, cada intento de borrar una identidad ha sido enfrentado con una reafirmación de existencia. Khalidi rinde homenaje a una lucha que no es solo militar, sino también cultural, política y espiritual.
A lo largo de la obra, Khalidi desarma los mitos que han legitimado el proyecto sionista. Argumenta que no se trata de un destino inevitable ni de un acto de justicia histórica, sino de un proyecto colonial que sigue las mismas lógicas que otros: apropiación de tierras, desplazamiento de poblaciones indígenas y construcción de narrativas legitimadoras. En este sentido, compara la experiencia palestina con otras experiencias de colonización, inscribiéndola en un marco global de despojo y resistencia.
La narrativa no es fría ni distante. Khalidi incorpora su historia personal y familiar, convirtiendo su experiencia en una ventana hacia la colectividad. Las memorias de su familia, desplazada y fragmentada por el conflicto, son el testimonio de una nación que resiste pese a los intentos de ser borrada. Es esta dimensión personal la que humaniza el relato, recordando al lector que la historia no son solo cifras, sino vidas que han sido desarraigadas y reconstruidas una y otra vez.
El autor también dirige su mirada hacia el papel de las potencias internacionales. Khalidi es contundente al señalar la complicidad de actores como Estados Unidos, cuyo apoyo incondicional a Israel ha perpetuado el sistema de opresión. Esta alianza no solo garantiza la continuidad de la ocupación, sino que también refuerza una estructura global de injusticia que trasciende Palestina.
Pero esta no es una historia de derrota. Khalidi insiste en que la resistencia palestina es el corazón de esta narrativa. Desde las primeras revueltas contra el mandato británico hasta las actuales formas de lucha política y cultural, el pueblo palestino sigue defendiendo su derecho a existir, a recordar y a decidir su futuro.
100 Years of War on Palestine no es solo un libro de historia. Es un manifiesto ético que exige descolonización, justicia y reconocimiento. Khalidi no solo ilumina el pasado; interpela al presente y nos obliga a mirar hacia un futuro donde la dignidad y la autodeterminación sean más que ideales abstractos.