¡Vida Eterna a Antonia Martínez Lagares!
Ponencia leída en la Octava (8va.) Jornada de la Muerte de Antonia Martínez, Plaza Antonia Martínez, UPR, Recinto de Río Piedras.
Más que distinguir entre héroes, heroínas y mártires, prefiero aseverar que los mártires son una variedad singular sublime de los héroes. Su sufrimiento y mártirilogio los remonta a la jerarquía más alta de los precursores de la raza humana.
Si hacemos un inventario histórico de los héroes y mártires notamos que a primera vista hay la necesidad de rescatar la aportación de la mujer y resaltar la obra y legado de todas las mártires y heroínas, incluidas las de nuestra patria. Porque de los mártires y héroes de la Década del 30 brillan portentosos los mártires de la Masacre de Ponce, los mártires de la masacre de Río Piedras y los jóvenes gloriosos y valientes que abonan el terreno de nuestro legado histórico: Elías Beauchamp e Hiram Rosado, vengadores de los asesinatos de los estudiantes de Río Piedras, asesinados estos últimos a sangre fría en los cuarteles de la policía colonial. Así también brilla inmarcecible nuestro Cristo negro e insigne maestro y apóstol Don Pedro Albizu Campos, héroe por su sacrificio y ejemplo y dirigente histórico de nuestra nación como ninguno, perseguido, encarcelado, difamado y asesinado con radiaciones por largos años que luego le produjeron la muerte.
Así también José Rafael Fefel Varona, dirigente estudiantil y de la FUPI en la década del Sesenta, que mientras estaba en una actividad de solidaridad con el pueblo de Vietnam, como parte de sus funciones como delegado de la Unión Internacional de Estudiantes, al notar que la aviación yanqui ametrallaba el lugar y que un joven universitario dominicano salió de su trinchera, sin duda alguna salió de su lugar seguro para protegerlo con su cuerpo. Fue impactado por fragmentos de metralla en la cabeza, que le produjeron estado comatoso y al año falleció en un hospital en la Unión Soviética. ¡Qué ejemplo¡ ¡Qué valor¡ ¡ Qué Nobleza¡ ¡Qué humano tan especial y solidario! Países como Vietnam y Cuba inmortalizan su memoria bautizando universidades y edificaciones públicas con su nombre. Aquí falta mucho por construir los pedestales que se merecen nuestros héroes y heroínas.
Antonia Martínez Lagares es la primera mujer mártir de la nueva lucha de independencia. Nació en Arecibo el 22 de abril del 1949. En el año de 1970 cursaba su cuarto año en el Recinto de Río Piedras y en ese mayo obtendría su grado de bachillerato en educación.
Antonia era un ser especial producto de su época histórica. Ningún humano, ningún fenómeno humano escapa a las influencias nacionales e internacionales de su tránsito por la vida. Al filo del año 1970 Antonia era parte de la vorágine y acontecer nacional y mundial, pero sobre todo universitario.
Hace un tiempo escribí lo siguiente:
«La universidad, en toda civilización avanzada, tiene el rol de gran cerebro de la misma, el gran periscopio, los ojos que miran, la inteligencia que escudriña todos los procesos internos y del mundo en que vive. Como inmenso submarino, puede estar construido de acero sólido y si su periscopio está dañado, será ciego artefacto ensimismado en sus achaques internos pero enajenado del mundo exterior. Si la universidad como gran cerebro o submarino está construido de cristal transparente entonces podrá ver y comprender toda la inmensa flora y fauna y toda la materia y el agua que le rodea y será más precisa en su función de estudiar y atender sus problemas para resolverlos y transformar ese mundo exterior.
«Las Universidades son hermanas siamesas del país, son como sus órganos vitales. Los dolores y enfermedades de Puerto Rico, las enferman y estremecen. Pero como se trata del gran cerebro de la nación, las universidades son las instituciones más valiosas, son las joyas de la corona, las colmenas geniales que son enjambre en los momentos álgidos y panal en los sosiegos, siempre produciendo la miel del conocimiento. Representan la esperanza, garantía y contingente de avanzada para ayudar a diseñar, junto a otras fuerzas e instituciones, el proyecto nacional necesario para nuestra permanencia en el tiempo y en el espacio de los habitantes en nuestro terruño y la interacción mutua con nuestros nacionales que residen en la metrópolis y demás naciones del mundo.
«En 1948, el acto dictatorial del Rector Jaime Benítez de controlar la libre expresión de los alumnos, prohibiendo el acto digno y elemental de izar el símbolo patrio ante la llegada a sus predios del hombre más grande, preclaro, digno, eminente y perseguido que ha dado nuestra historia- Don Pedro Albizu Campos- provoco la ira, protesta y rebelión de las inteligencias universitarias que utilizaron como medio ético de lucha la huelga.
«En reacción a esa gran huelga, en ciernes del macartismo, ese garrote de la dictadura burocrática se hizo más brutal, y la administración burocrática expulsó a los líderes estudiantiles y profesorales, luego en 1950 abolió los consejos estudiantiles creados desde 1941 (su primer Presidente fue el eminente abogado Yamil Galib y vocal Don Ricardo Alegría), prohibió toda manifestación de expresión, vedadas reuniones, manifestaciones, repartición de hojas sueltas. En fin la instauración de una dictadura.
«Y para remachar esa dictadura, se impuso la enseñanza militar mediante contratos entre el Departamento de Defensa Norteamericano y la burocracia universitaria. Se injertó el arte de disparar y matar como pretendida actividad universitaria y se le otorgó el rango académico a los maestros del crimen en el «arte» de las guerras de agresión, con derecho a permanencias, sueldos, licencias y grados a simples sargentos que enseñaban «yes ser» y «no sir».
«Por eso la lucha contra el ROTC y el militarismo era en esencia una lucha de reforma y democratización universitaria, con el ingrediente de que a su vez era una lucha eminentemente antimilitarista y antiimperialista. Que tomó prominencia con la guerra de agresión al pueblo de Vietnam y la secuela de profundas críticas y luchas que generó esa guerra salvaje.
«Así de bajo, en una fosa, enterraron la verdadera vida y procesos universitarios.
«El terreno estaba fértil para la protesta y acción de las inteligencias más preclaras. Por eso comenzaron a surgir organizaciones estudiantiles, la FENEP desde 1932, la FUPI en 1956, los socialistas, las organizaciones profesorales y sindicales. Fruto de esas luchas se consiguieron pequeñas pero importantes conquistas en la década del Sesenta. En pocos años hubo mártires y héroes que constan pintados al óleo por la querida y fenecida pintora Emely Vando. Ya en 1970 iban junto a los estudiantes los óleos de los héroes Hugo Margenat, Fefel Varona y Antonia Martínez, y les acompañaba el espíritu del taxista Adrián Rodríguez, asesinado por la policía en el motín de 1967 cerca del histórico museo donde se exhibe el Velorio de Oller.
«Al cabo de más de una década de lucha se lograron restablecer los consejos estudiantiles por decreto de la burocracia, se autorizaron la realización de protestas y actividades, aunque restringidas, y la difusión de la prensa estudiantil. Se logró primero la modificación de requisito a voluntario el servicio militar del ROTC. Conquista maniatada porque de los 130 créditos de graduación, 8 serían electivos del ROTC y el estudiante que los tomara sólo tenía que aprobar 130 créditos, pero el que no tomara los 8 créditos electivos del ROTC tenía que tomar 138 créditos para graduarse. Realmente un timo. Luego, la aprobación de resolución por el Senado Académico, institución del profesorado, rechazando el ROTC como actividad universitaria; y más adelante, el referéndum estudiantil requiriendo la salida del ROTC, participación estudiantil y la permanencia o salida de Jaime Benítez. Se aprobaron en la afirmativa las primeras dos.»
Pero no fue suficiente, previo a referéndum el 4 de marzo de 1970, los estudiantes y un grupo patriótico estudiantil femenino organizaron una protesta contra la presencia de reclutadores del servicio militar obligatorio dentro del campus universitario. Las organizaciones estudiantiles de derecha junto a los cadetes del ROTC se enfrentaron a los estudiantes y se desencadenó un motín. El Rector Jaime Benítez ordenó la entrada de la Policía al Recinto comandada por el Superintendente Torres Massa. Apalearon, persiguieron y golpearon sin piedad a los estudiantes.
Antonia Martínez, su personalidad, su inteligencia, estaba impactada de variadas maneras por esos fenómenos. Antonia vivía en un hospedaje en la Avenida Ponce De León, cerca de la intersección con la Avenida Gándara. Eran cerca de las 6 de la tarde del 4 de marzo de 1970. Antonia estaba en el balcón de su hospedaje en un segundo piso y observó cuando la policía golpeaba a mansalva a unos estudiantes. Su indignación, compromiso, valentía la llevaron a gritar a los policías la palabra «asesinos». El policía miró hacia arriba al piso y balcón donde estaba Antonia. Sacó su arma de reglamento, calculó premeditadamente y apuntó el arma hacia Antonia y le disparó. El disparo penetró la cabeza de Antonia y laceró el cuello de su amigo Celestino Santiago, quien ofreció la versión de estos hechos. La llevaron al Hospital Auxilio Mutuo pero estaba muerta.
Antonia fue asesinada. Se sabía el nombre del guardia que disparó. Durante las vistas senatoriales sobre los asesinatos de los dos jóvenes patriotas en el Cerro Maravilla un policía declaro bajo juramento que la policía manipuló la evidencia y acusaron a otro policía que no tuvo que ver con el incidente y salió por ello absuelto de los cargos. Al verdadero culpable nunca lo acusaron. Tampoco hubo acusaciones por el fraude hecho con la evidencia. El crimen de Antonia, así como los asesinatos de los jóvenes y mártires patriotas Luis Angel Charbonier (11 de enero del 1974) Santiago Chagui Mari Pesquera (24 de marzo de 1976), Carlos Muñiz Varela ( 28 de abril de 1978), los mártires de Maravilla Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví (25 de julio de 1978, Ángel Rodríguez Cristóbal (11 de noviembre de 1979) quedaron impunes, todavía no se ha enjuiciado a los culpables, excepto que en cuanto a los mártires de Maravilla se acusaron y sentenciaron a policías y oficiales de segundo rango, pero no se llegó a las esferas del alto poder gubernamental que ordenaron y planificaron los asesinatos.
Aún con la muerte de Antonia y las protestas masivas y denuncias que trascendieron con su muerte, el ROTC permanecía dentro del Campus. Tuvo que llegar la gran confrontación del 11 de marzo de 1971, con un saldo de tres muertos (dos policías y un cadete del ROTC) para que se decidiera por la burocracia universitaria sacar la milicia de los predios del Recinto de Río Piedras.
A mí la muerte de Antonia me tocó con particular dolor, influyó mucho en mi derrotero. En enero de 1970 había comenzado su práctica docente en la escuela superior Juan José Osuna. Yo estudiaba en esa escuela y Antonia fue nuestra maestra practicante de la clase de español y salón hogar bajo la supervisión de nuestra maestra Tomasita López. Antonia tenía 20 años, nos llevaba 3 a 4 años en edad. Era una mujer adolescente como nosotros. Era una joven humilde, preciosa, bondadosa. Los estudiantes de secundaria aprendimos a quererla en poco tiempo.
Cuando nos enteramos de su muerte, todos los estudiantes de la escuela la lloramos y salimos el 5 de marzo de 1970 en marcha combativa y masiva hacia el Recinto de Río Piedras para protestar su vil asesinato. La FEPI estaba organizada en nuestra escuela y fomentó la marcha. Recuerdo a mi amigo Manolo Coss, quien estudiaba conmigo el tercer año, y organizador de la FEPI, así como otros compañeros estudiantes patriotas, haber participado en la actividad.
A muchos de nosotros nos marcó ese crimen. En agosto de 1970 fuimos admitidos al Recinto. Su recuerdo, su ejemplo fortaleció nuestro compromiso con las luchas universitarias, antimilitaristas, anti-coloniales y democráticas por la reforma universitaria.
Antonia es mártir y heroína de nuestro pueblo y nuestra América y el mundo. Porque los héroes y mártires son ejemplos para toda la raza humana.
El legado de Antonia es muy grande. A veces una o dos palabras, un acto heróico tienen más trascendencia que mil discursos. Como heroína de una nación, Antonia entronca en la misma tradición que la raza humana ha ido elaborando para definir el perfil de sus héroes y heroínas. En un ensayo por publicar escribí lo siguiente:1
«Prometeo fue el primer héroe mítico de los habitantes del oeste. Le conocemos por la obra Prometeo Encadenando del dramaturgo griego Esquilo. Su trascendencia deriva de haber vivido para los demás al brindar el fuego a los humanos en desafío imponente al dios supremo de los helenos. Su gesta se impone sobre los siglos y nadie lo olvida.
«Del mismo lugar surgió Sócrates hace más de dos milenios. Primer héroe mortal de este hemisferio que durante el juicio público injusto a que le sometió la tiranía de la ciudad que tanto amaba, por cargos fabricados de corromper a la juventud, auto representado se defendió con vehemencia en dos turnos de encendida oratoria.
«Muchos héroes nuestros lo han imitado en la isla y en el Caribe. (El Maestro Don Pedro Albizu Campos cuando lo acusaron por la bofetada de uno de sus preclaros discípulos al Juez yanqui Cecil Snyder, Fidel con su alegato en la Historia me Absolverá, y Filiberto Ojeda acusado en la Corte Federal).
«Sócrates ya en la celda, condenado a muerte a tomar el veneno de la Cicuta, y pese al ruego de su esposa y sus discípulos, y al ofrecimiento de su carcelero de dinero y las llaves de la celda para que escapara a Macedonia, se negó a huir y asumió toda la responsabilidad; y ante la reducida audiencia de sus seres queridos sentenció que no tendría fuerza moral en el exilio si violaba las leyes de la ciudad de Atenas que tanto defendió. Y sin más miramientos tomó la cicuta y murió.
«Era analfabeto y se le conoce por los relatos escritos de sus discípulos que lo veneraron, entre ellos Platón. Su ejemplo trasciende los siglos.
«En lugar cercano nació Jesús el Nazareno. Segundo gran héroe humano. Carpintero pobre que entra a su ciudad en un burro, símbolo supremo de humildad.
«Enjuiciado públicamente por los sirvientes del imperio romano, lo sometieron a un plebiscito frente al criminal Barrabás. La turba enardecida lo condena a su calvario y crucifixión.
«Quien haya visto la película que reproduce su calvario, sabrá que nadie ha sufrido tanta tortura hasta morir crucificado en la cruz. Vivió para los demás. Analfabeto como Sócrates, nada deja escrito de su puño y letra. Su historia la transmitieron sus discípulos apóstoles y consta escrita en las Sagradas Escrituras.
«La fuerza de su ejemplo lleva en corto tiempo a regar su credo como espora milagrosa, para convertirse, la religión de los esclavos, en la del propio imperio romano que lo persiguió. Así perduran sus enseñanzas hasta nuestros días. Y se convirtió la religión cristiana, que lleva su nombre insigne, con errores y aciertos, en una de las religiones predominantes del orbe.
«A través de los siglos ha habido muchos héroes monumentales. Tal vez el más grande, después de Jesucristo, haya sido Carlos Marx.
«Nacido en el Norte, en Alemania, sacrificó toda su vida, murió pobre, su familia sufrió grandes privaciones. Sintetiza como nadie la historia del pensamiento para transformarlo. Recoge las enseñanzas de igualdad del cristianismo. Desde entonces la filosofía ha dedicado sus esfuerzos más preclaros, no sólo a interpretar el mundo sino a transformarlo, para hacerlo mejor a través de la lucha por una vida buena para los trabajadores y humildes del planeta, la multitud, las grandes mayorías. Ha tenido muchos discípulos preclaros y millones de seguidores.
«Al lado de Prometeo, Sócrates y Jesucristo perdura Carlos Marx, por encima de los vituperios de los interesados, enemigos de su pensamiento. Son para mi los cuatro grandes héroes, uno mítico, tres humanos. Para ellos los monumentos más imponentes. A su lado los demás héroes.
«De esas vidas y la de todos los héroes y heroínas verdaderas: Espartaco, Juana de Arco, Simon Bolívar, Lenin, Antonio Gramsci, San Martín, Antonio José Sucre, Ramón Emetereo Betances, José Marti, Pancho Villa, Pedro Albizu Campos, Augusto Sandino, Farabundo Martí, Antonio Guiteras, Pablo de la Torriente Brau, Federico García Lorca, Ho Chi Min, Ernesto «Che» Guevara, las hermanas Mirabal, Blanca Canales, Lolita Lebrón, Fefel Varona, Antonia Martínez y muchos otros y otras, del pasado y contemporáneos, conocidos y anónimos, podemos recoger una gran lección: todos ellos vivieron para los demás, para los más humildes y necesitados, defendieron sus verdades a capa y espada, y por eso perduran.»
El grito de Antonia «asesinos» reflejó su ira, el coraje, la condena ante el abuso, manifestó su valentía, su aprecio a la verdad al riesgo de perder la vida y sobre todo el valor de la solidaridad y reclamo de justicia ante una persona débil víctima del abuso policiaco. De nada vale el talento y la inteligencia si no hay virtud. Entiéndase por virtud el cultivo de los más nobles ideales y principios morales: los ideales de la solidaridad, justicia, valentía y cultivo de la verdad. Antonia no optó por la neutralidad ni la complicidad. Pudo optar por el instinto de la auto protección y entrar a protegerse dentro de su apartamento. Pudo optar por guardar silencio. Ambas opciones serían comprensibles ante una manada de salvajes macaneando y disparando a los estudiantes. Pero Antonia optó por lo más arriesgado, su condena, sus palabras le salieron del alma: con el grito de «asesinos» adjudico verazmente la conducta de los abusadores.
Frente al acto heroico de Antonia, y por contraste, tuvimos la reacción fascista del policía y sus encubridores. El acto cobarde y vil de sacar el arma, apuntar con precisión y disparar para matar una joven indefensa, en una situación donde no estaba presente el derecho a utilizar la misma proporción de fuerza en ejercicio del derecho a la legítima autodefensa, refleja una conducta vil, ilegal, inmoral, carente de la más mínima virtud. El acto de su victimario y los actos de sus encubridores, se asemejaron a la conducta de las bestias, de los depredadores más detestables.
Por eso el testamento, el legado de Antonia, es el legado de una heroína y una mártir que pasa a la inmortalidad. De ahí que los poetas más preclaros, los artistas, el pueblo hayan inmortalizado a Antonia en su recuerdo de variadas maneras. A esta plaza, frente al principal Teatro del País, se le bautizó para la perpetuidad con su nombre.
El poeta nacional y cantautor Antonio Cabán Vale escribió una canción que es un himno nacional de los estudiantes y de nuestro pueblo.
Señalo en un ensayo: «Ni los héroes son perfectos y muchos podrán tener pies de barro. Pero su arcilla es como la cerámica antigua, su gran obra los hace perdurar. Ellos brillan como el sol, que tiene manchas, pero aquel que se fije sólo en ellas se ciega con su luz.
«La fuerza del ejemplo de los héroes, por conducto de sus obras, es tan grande que se expande frente a la quema de sus libros, la persecución de sus ideas o sus seguidores. El ejemplo y el mérito, parafraseando al Sun Tsu, tienen la fuerza y la flexibilidad del agua, que se filtra por gravedad frente a las fortalezas y con el tiempo las derrumba. Y al caer por los sumideros y agruparse produce los torrentes subterráneos indetenibles que rompen el granito para abrazarse con el mar.
«Por eso veneramos a todos nuestros héroes. Porque nos dan la fortaleza que produce el ejemplo que moldea nuestro quehacer, para conducirnos éticamente, correctamente, frente a todos los dilemas, sorpresas constantes y tribulaciones del presente, que no es otra cosa que vivir.»2
Si Antonia viviera tendría 64 años el día de hoy. Y le preguntaríamos muchas cosas. Yo como su alumno conversaría con ella y le preguntaría, maestra que cree usted de estas opiniones de su discípulo.
Hablaría con ella sobre la deuda pública, Son múltiples las posiciones que se escuchan, las más serviles, prestas a reconocer la legitimidad de la deuda y a pagar todos los intereses y penalidades, otras más conciliadoras y timoratas proponen moratorias de intereses, pagar porciones o a plazos más cómodos la deuda colonial. Pero la deuda es punto definitorio del fraude colonial. Y su borradura es esencial para un nuevo respiro nacional, en ausencia de un proceso de quiebras al que el territorio pueda acogerse. Es evidente que el Congreso ha sido y es el administrador o fiduciario que controla a Puerto Rico bajo la cláusula territorial desde el Tratado de París. El gobierno de EU, su aparato militar y político, incluido su Congreso, ha sido quien ha prohibido y cercenado los poderes soberanos de Puerto Rico, lo que ha minado la capacidad de la nación puertorriqueña para crear riqueza necesaria para vivir y pagar préstamos. Pero el gobierno federal y su Congreso, El Fiduciario del territorio, irresponsablemente, negligentemente, fraudulentamente, ha dado «libertad» a su colonia esclava para endeudarse. Conforme se recoge en innumerables normas jurídicas del derecho privado y público, en múltiples áreas del quehacer humano, en situaciones similares en las que una parte poderosa controla la libertad del deudor, mientras fomenta su endeudamiento, el remedio a exigir en los foros correspondientes, incluyendo en las negociaciones de estatus político, debe ser que el administrador o dueño del territorio: el gobierno de los Estados Unidos quien asuma la deuda pública, pues ha sido el responsable y causante de la deuda pública municipal, central y sus instrumentalidades. Sobre este tema debería haber un plebiscito. Debe ser una demanda de los delegados de la Asamblea de Status frente al gobierno de EU como parte de la compensación por los daños causados por el coloniaje.
Le preguntaría a Antonia: ¿No cree usted maestra que la deuda pública que carcome a nuestro país esclavo, que ronda los $70,000 millones, tiene que ser asumida, garantizada y pagada por el poder federal que controla el territorio bajo la Cláusula Territorial de la Constitución Federal? ¿Cómo es posible que si el territorio colonial no tiene poderes para generar riqueza, para proteger bienes y servicios, se le de como única libertad, si puede llamarse libertad las cadenas de las deudas, la capacidad para coger prestado? Si la isla se vacía, se nos van los mejores talentos de nuestra juventud, y se quedarán algunos miles de personas en esta tierra, esos miles serían responsables de una deuda maldita tan inmensa por ser el fruto del más vil coloniaje. ¿No cree maestra que sus propias cortes federales, si en verdad creen y aplican la justicia, deberían decretar que el verdadero deudor es el dueño del circo, el administrador fiduciario que controla todo, hasta los más mínimos detalles y poderes de su territorio esclavo?
Y si le preguntara: maestra mire cómo las drogas y el narcotráfico carcomen y destruyen nuestro país.
En un ensayo en 80grados dije lo siguiente: «El problema de la adicción y narcotráfico hay que enfrentarlo con modelos salubristas y no con modelos fracasados como el de guerra contra las drogas. El estado tiene que competir con los capos y suplir gratuitamente las sustancias a los adictos en clínicas mediante un registro y control de adictos y programas de rehabilitación; mientras se prohíbe y condena la venta, producción y uso de las drogas. Este modelo es compatible con los espacios que permiten los tratados internacionales de los cuales Estados Unidos es signatario y por tanto nada impide que se implante dentro de la propia situación colonial existente. No es táctico fragmentar la discusión promoviendo la legalización de la marihuana. El problema es mayor, es más global. La esencia para enfrentar el problema dentro de la realidad mundial y local es la reglamentación del uso, proveyendo el estado gratuitamente la droga a los adictos y la prohibición de la producción y venta, incluyendo amnistías a los capos para que legalicen su capital y se conviertan en empresarios y panaderos. Ello debe ser promovido en consulta plebiscitaria, lo que ayudará a la educación y superación de miedos y prejuicios. Ello redundará en una disminución del crimen, rehabilitación y disminución de los adictos, ahorros presupuestarios en sistemas penales, vigilancia y de salud.»
Y en cuanto a la diáspora boricua también le daría mis comentarios a mi maestra. Hace poco propuse en un artículo:
«¿Y si la mayoría de nuestra población reside en los Estados Unidos, como es posible que ni siquiera se discuta el innegable derecho al voto de la diáspora para todos los eventos electorales, plebiscitos y asambleas constituyentes o de Status? ¿Cómo es posible que por el mero hecho de que un puertorriqueño- en nuestro caso 5 millones- tome un avión forzado ante la ausencia de porvenir para ir vivir en la metrópolis, pierda su derecho a votar sobre los asuntos de su nación? Es un crimen, un olvido imperdonable que nada se diga sobre el discrimen en cuanto al derecho al voto en Puerto Rico de nuestros compatriotas de la diáspora. Por eso considero que todo boricua, no importa donde resida, debe tener derecho a votar en todos los eventos electorales de Puerto Rico, los que se celebran cada cuatro años, los plebiscitos y en cualquier Asamblea de pueblo, Status o Constituyente. ¿O es que un norteamericano que llega de Alaska o Minnesota, al tomar un avión y vivir un año en Puerto Rico, puede votar en todos esos eventos electorales, mientras que nuestros compatriotas de la diáspora se les eliminan el derecho al voto al momento en que toman un avión o un barco y residen en la metrópolis? Por eso la proclama sonora debe ser: derecho al voto en todo evento electoral en la Isla, sin restricción, y en la Asamblea de Status a todo Boricua, no importa donde viva, y que aquel Boricua que no quiera votar lo haga por auto exclusión.»
Yo albergo la ilusión, no puedo decirlo de otro modo, porque a nuestra maestra nos la arrebataron violentamente de este mundo, las mismas fuerzas opresivas que viven en las tinieblas malignas, yo abrigo la esperanza de que el amor por la verdad, el ejemplo de valentía, de coraje, de solidaridad, de amor hacia sus semejantes que reflejó Antonia, la inclinaría a escucharme con sosiego, a discutir conmigo mis ideas. No pretendo que estuviera de acuerdo conmigo en todo porque sería muy pretencioso, muy injusto de mi parte pretender algo así. Pero si abrigo la ilusión, la convicción de que ustedes, mis compatriotas, influidos por ese legado de Antonia, al menos tomemos decisiones firmes y valientes sobre estos asuntos.
Y también abrigo la ilusión que Antonia, frente al problema colonial gritaría junto a todos nosotros: ¡que vivan todos los héroes, heroínas y mártires! ¡Que viva la reforma, la democracia y la autonomía universitaria! ¡Abajo el coloniaje y viva Puerto Rico libre!
Aquí, en nuestra tierra tenemos que repudiar la herencia del consumerismo, del coloniaje de la deuda pública denigrante y odiosa que nos han legado los líderes que han traicionado a nuestro pueblo. A veces unos padres humildes no dejan herencia material a sus hijos, pero legan una tradición de nobleza, unos valores de honestidad, espíritu de lucha que valen más que toda la riqueza material de este mundo. A veces otros padres ricos legan grandes riquezas materiales, pero han dejado pobres a sus herederos de valores, y carácter, y los dejan miserables de virtud y orgullo cívico y nacional.
Antonia Martínez dejó un gran testamento, una ética ejemplar, para templar los carácteres de las generaciones del presente y del porvenir.
Por eso recordamos hoy a Antonia Martínez en el 44 Aniversario de su muerte.
¡Vida Eterna a Antonia Martínez!
- «El Ejemplo de los Héroes», ensayo del libro en proceso Retoños. [↩]
- «El Ejemplo de los Héroes», ensayo en proceso de publicación, del libro Retoños. [↩]