Quien dice ‘derecho’ en la arena política está tratando de detener a otro: a un actor social que percibe como más potente y con intenciones de irrumpir destructivamente en su vida. Exigir un derecho encamina a entablar una interlocución con un poder que es capaz de conceder lo que estamos pidiendo. Esa interlocución puede ser novel o puede transgredir, según lo peticionado, los límites de una conversación ya existente.