La crisis energética de Puerto Rico refleja décadas de negligencia, desde la salida de Tugwell y el abandono del Institucionalismo Económico hasta el festín de corrupción que convirtió a la AEE en un botín político. LUMA y Genera obtuvieron la privatización sin invertir un centavo, mientras la Junta de Control Fiscal despilfarra $2,022 millones en asesores sin fiscalización. La población enfrenta una década de apagones, tarifas abusivas y promesas vacías, atrapada en el eterno juego colonial donde siempre paga el más vulnerable. Un retrato brutal de la decadencia.