La historia de cómo Adolf Eichmann fue extraído de Buenos Aires y llevado a Israel para ser juzgado por crímenes contra la humanidad vive y continuará viva por muchas razones.
La historia de cómo Adolf Eichmann fue extraído de Buenos Aires y llevado a Israel para ser juzgado por crímenes contra la humanidad vive y continuará viva por muchas razones.
Luego de una larga sequía de películas inteligentes en nuestros cines esta joyita viene a rescatar nuestros sentidos y nuestra mente.
Las sorpresas que nos depara este filme satisfaciente y revelador son muchas, y sus ataques al prejuicio son a veces frontales, a veces soslayados, pero siempre efectivos.
Esta película excelente sirve para hacernos ver las hipocresías de los que en silencio o diciendo medias verdades permiten manifestaciones de odio. Es digna de un viaje casi obligatorio al cine. No se la pierdan.
Los razones detrás del longevo problema de la adicción a opiaceos radican en nefastos intereses de relacionistas públicos, médicos avariciosos y de las mezquinas decisiones económicas del Estado.
En todos sus aspectos la desregulación de negocios como las farmacéuticas, los bancos, los fondos de cobertura (“hedge funds”), etc, ha tenido consecuencias funestas para la economía y el bien común.
Este capítulo de MI es posiblemente el mejor de la serie, algo que marca un hito en el negocio hollywoodiense de franquicias: pocas veces las secuelas son mejores que las cintas que las preceden, y que haya una mejor que otras películas del mismo género es sorprendente.
Sugerir que la presidencia de los Estados Unidos esté en manos de nazis o de dictadores de derecha ha sido una fantasía literaria y cinematográfica de antigua manufactura.
Eso completa el significado de la “ICE War”: Incompetencia, Corrupción y Engaño. En algún momento la pared, como la de Berlín, caerá, y terminará la guerra.
aul Schrader, autor de los guiones de clásicos (Taxi Driver, 1976 y Raging Bull, 1980), ha escrito y dirigido lo que se ha de convertir en una de sus obras paradigmáticas. Este filme, engalanado por la límpida cinematografía de Alexander […]
Aunque me decepcionaron un poco algunos detalles de lógica del guión y que fuera tan obvio que una secuela seguirá, pensar que Sheridan, Brolin y Del Toro regresan en algún momento, mitigó mis quejas. No se la pierdan si quieren ver a Del Toro rindiendo una actuación de gran nivel en un filme excitante.
Hemos avanzado mucho en tratar a la mujer como se debe, pero aún hay camino que andar. En los Estados Unidos, una nación que tanto depende de la ciencia, no solo hay discrimen contra la mujer, sino contra la ciencia, como nos deja saber a cada vuelta su presidente y los que le rodean.
Por su tema y su violencia muchos le huirán al filme. Sería como repudiar a Hamlet o Macbeth, en los que los asesinatos también abundan. De no verla se perderán uno de los clásicos del nuevo siglo.
Basada en una novela corta de Ian McEwan y con un guión del propio autor, el filme se desarrolla con una serie de retrospecciones que nos van dando el trasfondo de los dos personajes principales, Florence (Saoirse Ronan) y Edward (Billy Howle).
El grupo va creciendo y forman una pandilla multicultural y poliracial cuyas destrezas especiales son todas para el robo. La planificación del opus magno de este grupo de mujeres es divertido y está aderezado a veces con un humor que nos hace sonreír.
Es patético cómo el gobierno rossellista es tan incompetente que ni tan siquiera sabe mentir. Hechos un nudo navegan entre el servilismo y la realidad de su ineptitud.
Pasable, divertida, más o menos predecible (para los que exceden la edad pediátrica; tal vez para otros), veremos cómo le va en la taquilla. Para este tipo de producción, últimamente, es lo que cuenta.
Prepárense para una cinematografía que intenta incorporar pietaje del Beirut de 1972 y 1982 a las tomas que se llevaron a cabo cuando se comenzó a filmar la película en 2016 en Marruecos.
Hay que destacar la dirección de John Krasinski, quien además de ser una de las estrellas, contribuyó al estupendo guión de la película.
Sugiero que la vean y que, si no se acuerdan de los años de Stalin, repasen un poco. De todos modos se enterarán de que las dictaduras siempre hay que rechazarlas a como dé lugar, y que hay conatos de lo que ha de venir que hay que tomar en serio.
La tragedia de Chappaquiddick ocurrió hace casi cincuenta años y muchos no lo recordarán; a otros, los que nacieron después de 1969, tal vez no les importe. Pero esa es precisamente la razón para ver este filme.