Rafaela Balladares: La Mujer que Convirtió la SanSe en un Acto de Resistencia
Rafaela Balladares de Brito, una maestra, obrera y visionaria, nos enseñó que la cultura no es solo celebración, sino resistencia, y que preservar nuestras tradiciones es un acto revolucionario.
Cada enero, las Fiestas de la Calle San Sebastián transforman el Viejo San Juan en el epicentro de la cultura puertorriqueña, atrayendo a miles de personas de la isla, la diáspora, y el Caribe. Sin embargo, pocos saben que el renacimiento de esta tradición, hoy tan ligada al turismo y la política, fue posible gracias a Rafaela Balladares de Brito, una mujer de clase trabajadora, maestra y líder comunitaria en la diáspora.
Aunque líderes del PNP, como Jennifer González y Jorge Santini, han querido recordarla únicamente como una líder religiosa, su historia es mucho más rica y subversiva. Balladares fue una mujer que enfrentó la opresión patronal, el desplazamiento, y desafió esos retos movilizando a sus comunidades y logrando así gran transformación cultural.
En la década de 1940, Balladares emigró a Nueva York como muchas otras mujeres puertorriqueñas, en busca de oportunidades y mejores condiciones de vida. Aunque los detalles de su activismo obrero han quedado opacados por la historia, su legado es un testimonio del poder de las mujeres trabajadoras para transformar las vidas de quienes las rodean.
Años después, Rafaela Balladares decidió regresar a Puerto Rico con una misión clara: contribuir activamente al desarrollo cultural y social de su país. Sin saberlo, esta decisión cambió por completo la trayectoria de la cultura e historia puertorriqueña.
En 1970, Don Ricardo Alegría, reconocido antropólogo y defensor del patrimonio cultural puertorriqueño, le pidió a Balladares que asumiera el reto de revivir las Fiestas de la Calle San Sebastián. La tradición, que había desaparecido tras la partida del padre Juan Manuel Madrazo en los años 50, estaba casi olvidada. Balladares, con la determinación que había cultivado como líder en Nueva York, aceptó la encomienda.

Rafaela Balladares, líder obrera y múltiple gestora cultural, tuvo a su haber la refundación de las Fiestas de la calle San Sebastián. Aquí con los cabezudos tradicionales de esta celebración popular.
La primera edición moderna de la SanSe, organizada por Balladares, fue pequeña y humilde. Su objetivo principal era recaudar fondos para una escuela dirigida por las Hermanas de la Caridad. Sin embargo, Balladares entendió que las fiestas podían ser mucho más que un evento caritativo. Con su visión y liderato, las fiestas crecieron rápidamente, convirtiéndose en una celebración masiva que no sólo preservaba tradiciones artísticas de Puerto Rico y el Caribe, sino que las reinventa y las expande.
Este acto de preservación cultural tiene un gran valor político debido al contexto colonial de Puerto Rico. Enfrentando la constante amenaza de asimilación cultural bajo el imperialismo estadounidense y la desaparición de nuestra cultura, sus tradiciones, y la sabiduría que esta guarda, Balladares logró en la preservación y revitalización de las tradiciones un acto político y de resistencia.
Hoy, las Fiestas de la Calle San Sebastián no solo son uno de los eventos culturales más importantes de Puerto Rico, sino también del Caribe. Atrás quedó su origen humilde como celebración parroquial; Fiestas de la Calle San Sebatián (la SanSe, como la bautizó el capital neoliberal) es ahora un símbolo de resistencia cultural, de orgullo puertorriqueño y de solidaridad. En un contexto colonial y neoliberal, donde la cultura ha sido constantemente amenazada y comodificada para que solo los ricos y los extranjeros la puedan disfrutar, el éxito de Balladares es un recordatorio de que cada acto de preservación cultural es también un acto de resistencia.
Este fin de semana, cuando disfrutes de las celebraciones de las Fiestas de la Calle San Sebatián (la SanSe, como la bautizó el capital neoliberal), recuerda que esta fiesta, ahora patrimonio cultural, es el fruto del trabajo de una líder obrera, maestra, y mujer puertorriqueña, y que participar en esta celebración es un acto de resistencia, y un vistazo a las posibilidades de un Puerto Rico mejor.