el helado que no compras / el uniforme que no te sirve / la mochila en el pecho / los senos que escondes / el cabroncito que te jode / la amiga que no tienes
el helado que no compras / el uniforme que no te sirve / la mochila en el pecho / los senos que escondes / el cabroncito que te jode / la amiga que no tienes
Enséñame / a morir / con dignidad / paso a paso / para ahogar el alma / y permanecer callada en la devastación
derribados por un ciclón / del color del azufre
El poema es la enfermedad / El poema es la enfermedad que lees / El poema es la enfermedad que / El poema es la infección / el rostro / la podredumbre / la bacteria / la espiral : / : el germen
por la ventana del carro, / mis mahones, como rocas, se calientan / mis manos, dos iguanas, corren con cambio / para el que vende periódicos entre carriles.
la madera es un líquido que al tocarnos se endurece. / un dron anaranjado te puede pagar el alquiler. / si dejas el carro en doña fela toda la noche, / aparecerá un hombre de nieve en el bonete. / si te portas bien, nos harán estado.
sabes que ninguna solución es lineal. / el gps te envía por una calle que ya no existe, pero / conoces las playas de memoria y conoces sus relaciones / al cemento como si esto fuese tu historia, / este tu ferrocarril centellante.
cuando la brisa tumba el sol y a lo mejor pierdo los números / importantes o el celular se me agota en una siesta eterna, / juego un juego tan peligroso como creer en la permanencia del tinte / o comprarme un mueble para un apartamento.
no permitan que cristianicen mi ganas / de arroz chino, diciendo que morí feliz. / la alegría no es alegría sin su repetición. / el que se aburre no sabe nada.
mi cuerpo es solo un cuerpo y nada más / mi cuerpo me delata el gran fastidio / el año inmenso y tanta lata y tanto hastío / y tanto dolor
este asunto de estar y ser es mucha responsabilidad / pocas veces me hago una con mi carne / pocas veces se me olvida y logro ser / y caminar / pasearme en mi piel sin pensar en mi piel
pensé un verso una vez / entre dormida y despierta / lamento no haberlo escrito / fue que me dije tan cansada / al fin cansada y no llorosa / que dejé el sueño abrazarme y / ese verso sería solo para mí / para recordar que aún podía / descansar segura
Me pregunto si / las huellas dactilares / rozaron la superficie del / río / antes de que los pulmones se llenaran de agua. / Los remolinos sólo arrastran la espuma y cantan con las calandrias.
Remembranza sobre la gesta médica del joven Betances contra el cólera en un poema motivado por nuestro presente pandémico para el cual el autor nos ha dado la primicia de su publicación.
Es inútil arrojar una cuerda: / desatar el fácil asombro / al extraviar / la luz sobre tu clavícula, / la firmeza sinuosa de tus brazos / el sosiego garzo en tus ojos. / Ya ni el mar contesta.
Mientras comías me decías / que sentías / que la muerte quebraría tus talones de / joven. / Que en tu funeral / la soledad velaría / tu cadáver.
Ayer encontré un nombre en la espuma; / el estruendo del agua era tan duro como tu memoria. / Niño antiguo del desierto: / la corriente clama años de ausencia.
Después de tanto aguantar los golpes inacabables de las olas, / nuestros dedos se aferran a la terquedad frágil de las piedras, / a la fuerza de los montículos de algas, / al remanente oscuro de la piel.
Pero la dureza de la tierra es pura grieta / y oscila bajo la claridad vehemente del calor. / Desde un resquicio dorado de tu cuerpo, se asoma un filo pétreo, / antiguo como la sepultura de la flecha / y frío como el suelo oculto por milenios al sustento clemente del sol.
duele este quinto domingo de encerramiento / duele aquí en este corazón desarmado / cansado / inmovilizado por aquellos que son incapaces / de abrir el camino hacia la esperanza
miradas sin ojos sisean a mis pies
mientras el techo cruje fluidos
sudor tembloroso de lagartijos
son las ventanas por alcanzar
y existo desde mi muerte espejo