Seis décadas después de ese proceso de “modernización” de Puerto Rico, nosotros, los que experimentamos esa transformación, concebida únicamente para favorecer intereses foráneos, contemplamos hoy el desastre, el empobrecimiento y la degradación nuestra, producto de la tal “Operación Serenidad”, nombre tan fraudulento en aquel entonces como lo es hoy el de “Ley PROMESA”, esa perversa estafa en letras mayúsculas.