Una mirada al proceso de olvido de las prácticas culinarias previas al uso generalizado de la refrigeración en los hogares puertorriqueños. Si bien hay beneficios en términos sanitarios y de conservación de los alimentos, hay una merma en la frescura, textura, sabores y en el placer de cocinar y comer sin intermediarios industriales. El gusto no se ha perdido del todo y agricultores y emprendedores se lanzan a recuperar rutinas y apetitos que no se han desvanecido